La impunidad de las barras de fútbol no se reducen al paravalanchas. Esta nota no se propone hablar de la actividad delictiva en el mundo de las drogas que llegó al punto de cargarse como prenda de amenaza a un joven inocente, Jimi Altamirano, que transitaba por la calle. Eso es extremo y merece otro análisis. Esta vez es preciso señalar cómo creen que son dueños de la calle. Este lunes quedó en evidencia cuando dos hombres amenazaron a empleados municipales del área Alumbrado Público cuando tapaban pintadas rojinegras en el espacio público.

Es conocida la novela de las pintadas de fútbol por todas las ciudad y de ambas camisetas, pero esta vez la noticia tocó por el lado leproso. Mientras el personal mojaba la brocha en pintura blanca y tapaba el rojinegro de postes y otros elementos de la vía pública de la zona de 27 de febrero y España, sufrieron amenazas de posibles integrantes de la barra y tuvieron que retirarse. 

Un nuevo problema que puede volver a repetirse. Por eso, se analiza la posibilidad de que cada vez que se emprenda la tarea, se le avise al Ministerio de Seguridad de la provincia para que envíe apoyo de algún móvil. Sí, custodiados a ese punto se llegó.