Con la ayuda invalorable del Partido Socialista que, tras un turbulento cambio de liderazgo interno, decidió abstenerse en la votación de este sábado, Mariano Rajoy fue reelecto por la Legislatura como presidente de España, poniendo así fin a un período de más de diez meses de vaivenes políticos en la península ibérica, con dos elecciones que parecían no resolver la inestabilidad institucional en el que el país se había sumido. 

Pero Rajoy no perdió la paciencia y termina siendo el gran ganador después de un año de cuasi parate institucional en España. El líder del Partido Popular, un espacio político sumido en una profunda crisis interna por una avalancha de denuncias por corrupción que llevaron al banquillo a varios de sus dirigentes, tuvo la paciencia de un orfebre para resistir los embates de Pedro Sánchez, ex secretario general del Psoe, y de Podemos, la fuerza de izquierda surgida como consecuencia del movimiento de Indignados.

Tras dos elecciones fallidas, en diciembre de 2015 y julio de 2016, donde Rajoy finalizó ganador pero sin lograr una mayoría absoluta que le permitiera formar gobierno sin tener que salir a pescar alianzas por fuera del PP, el presidente del gobierno español se sentó a observar la implosión del socialismo español. 

Tras destituir a Sánchez de la secretaría general, los pro-abstención resultaron ganadores dentro del Partido Socialista y le abrieron el camino a Rajoy para volver a ser investido como presidente, algo que hace algunos meses atrás parecía cada vez más difícil.

Así, este sábado Rajoy enfrentó la segunda votación de la Legislatura (en la primera había perdido) sabiéndose ganador: sólo necesitaba una mayoría simple y la abstención masiva del Psoe le daba luz verde a su reelección. Finalmente, con 170 votos a favor, 68 abstenciones y 111 votos negativos, el hombre fuerte del PP logra lo imposible: continuar al frente del gobierno español desde una fuerza política manchada por graves casos de corrupción.