Sin proponérselo, Javier Milei agitó la política santafesina. En primer lugar detonó al peronismo santafesino. En un ambiente denso que se corta con un cuchillo, Omar Perotti lanzó un comentario que dividió las aguas, pero también unió voluntades contra él. "Entre Patricia Bullrich y Javier Milei, yo voto a Milei", dijo, y activó el botón, siempre a mano, de las críticas peronistas.

Justo quien no se expide nunca en ese sentido y maneja con excelencia no pronunciarse en ese tipo de preguntas tramposas, lo hizo en este contexto delicado. El candidato Marcelo Lewandowski se despegó y más aún por estar en medio de la campaña. “Ni Bullrich, ni Milei. El 10 de septiembre vamos a ganar en Santa Fe y el 22 de octubre es con Sergio Massa para la Nación”. 

Probablemente Luis Rubeo representó mejor lo que sintieron los justicialistas. “Milei y Bullrich jamás serán una opción para un peronista”, escribió en Twitter y de paso dice entrelíneas que Perotti no es peronista.

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El gobernador podría haber salido por arriba y decir que el peronismo trabaja por Massa y no avizora otro escenario, como tantas veces lo hizo, pero no, eligió hablar de Milei. Eligió explicar el por qué y con un fundamento sólido y que comparte quienes lo critican: el amcrismo fue un mal para el país. Pero para lo que queda de la liturgia peronista no hay manera de justificarse.  

Sino pregúntele a Unión por la Patria Rosario que salió a raspar sin matices: “Ni Bullrich, ni Milei. Tampoco Perotti. Como dijo nuestra compañera Evita: "Con las cenizas de los traidores construiremos la Patria de los Humildes". Una pregunta: ¿muchos peronistas lo votarán o se sentirán sin obligaciones de acompañar?

Sin embargo, detrás de la pelea peronista, que ya no es novedosa y es inconducente, hay mucho que analizar. La revelación de un gobernador de la trayectoria de Perotti y también de Maximiliano Pullaro, quien dijo que apostaría por el libertario si en el ballotage está Massa, significa darle el primer golpe a una ficha de dominó.

En primer lugar porque Pullaro no es cualquier dirigente. Arrasó en las PASO que lo dejan cerca de ser el próximo gobernador de una provincia determinante en la economía nacional y que empezará a hacer carrera en la UCR nacional. Es decir, su palabra hace ruido sobre todo en el radicalismo tradicional que se incomoda cuando ve a Milei. Perotti tiene peso propio después de 30 años como político entre gobernador, senador e intendente.

Lo que están otorgando ambos, aunque no lo busquen, es un ladrillo para una mínima base de gobernabilidad de un eventual gobierno de Milei y que no se le incendie el país en tres meses. Así, llegado el caso o el caos, una pata política indirectamente podría ser resorte y que nada vuele por el aire. No es lo mismo decir que si no les queda otra lo votarían, a oponerse sin miramientos.

En la lectura más simple es clara la disputa por los votos de Santa Fe del libertario. Pullaro sabe que tiene electorado cruzado con el libertario, producto que no presentó candidatos para la gobernación. No sólo es un objetivo para la gobernación, que puede parecer abrochada para el radical, sino, sobre todo, para la suerte en la Legislatura.

Allí emerge Amalia Granata como una amenaza. Quedó como la segunda figura individual más votada detrás de Perotti y se envalentona con mejorar los números usufructuando indirectamente la figura del libertario. ¿Y si gana la categoría y se queda con 28 diputados?. Además de caótico, porque después del tercer escaño aparecerían nombres colocados de manera random y desconocidos, rompería la matrix de la política santafesina.  Parece demasiado pero podría pelear el segundo puesto y correr a una de las dos fuerzas históricas.