Un estudio sobre la economía familiar en los barrios populares de Rosario expone con crudeza el deterioro del salario, de su poder adquisitivo, ante la suba de precios que en términos interanuales casi se ha duplicado para la población que habita estos territorios cuyo consumo se enfoca sobre todo en los alimentos. 

El análisis se basa en cuatro barrios emblemáticos de las clases populares de la ciudad: Empalme Graneros, La Sexta, Bella Vista y Mangrullo. Se distingue de la medición del Indec que elabora una canasta pensada en la clase media y con precios del Gran Buenos Aires. Lo realizaron el equipo de la diputada provincial Lucila De Ponti y del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO).

Esta semana, RosarioPlus.com publicó las cifras de lo que implica hoy parar la olla en estos barrios y reunir lo mínimo de la canasta básica familiar. 

El costo de vida por familia aquí llegó en setiembre a 175.152 pesos como promedio, un incremento de 14% en los últimos tres meses, y +91% interanual. Un presupuesto apenas inferior a lo que esta semana difundió otro estudio privado –del Cesyac–, que ubicó en 176.977,45 pesos la canasta básica de clase media en Rosario.

Lo destacable de este informe conocido esta semana es la derrota paulatina del salario en el proceso inflacionario. 

El informe contempla como factores que inciden los dos años de pandemia y las crisis económicas que afronta Argentina y también el mundo, agravada desde el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. 

Basta trazar líneas en un gráfico de coordenadas para apreciar cómo la brecha entre el ingreso familiar y el costo de vida se va ensanchando sin remedio.

Versus salario mínimo

El salario mínimo, vital y móvil (SMVM) era $16875 en setiembre 2020; pasó a $29160 en setiembre 2021; y ahora es $51200.

Confrontarlo con la evolución de los precios es obsceno: la canasta básica sumaba $58612 en setiembre 2020; $91878 en setiembre 2021; y $175152 en la actualidad. Más del triple que el SMVM.

Aumenta la brecha entre ingresos y costo de vida: pierde más el que menos puede

Al margen del ingreso mínimo, el estudio comparó la evolución de actividades que ocupan a buena parte de la población de estos barrios, en setiembre de 2020, 2021 y el de 2022.

Bolsillo de albañil

La evolución del salario de un obrero de la construcción, en ese sentido, fue así: $39389, $63911, $113850, respectivamente. Para llegar a cubrir esta canasta el albañil debería trabajar más de 13 horas diarias. En el gráfico se aprecia que hace un año, este salario cubría el 70% de la canasta y ahora cubre el 65%, porque la brecha es más amplia.

Aumenta la brecha entre ingresos y costo de vida: pierde más el que menos puede

Bolsillo de mercantil

Para el caso de un empleado de comercio, la siguiente progresión: $39389, $58463, $117157. El trabajador de este ramo, luego de alimentar a su familia ($71000), dispone de $46000 para vivir. Si bien su sueldo se incrementó, aún su salario cubre el 67% del costo de vida.

Aumenta la brecha entre ingresos y costo de vida: pierde más el que menos puede

Bolsillo de limpieza

El salario de empleados/as de casas particulares, el más lejano: $19770, $31644, $53959. No alcanza a cubrir ni los alimentos básicos de una familia. Tampoco alcanza a comprar el 31% de la canasta básica total.

Aumenta la brecha entre ingresos y costo de vida: pierde más el que menos puede

Bolsillo de jubilado/a

Las jubilaciones no escapan a este deterioro: $18129, $25922, $50353, respectivamente en 2020, 2021 y actualmente. Considerando que la alimentación de un adulto en estos barrios cuesta 23000 pesos, al jubilado que cobra la mínima le quedan $27400 para cubrir el resto de sus necesidades. Al menos, a los medicamentos el gobierno nacional se los gratis. 

Aumenta la brecha entre ingresos y costo de vida: pierde más el que menos puede

Más brecha, más desigualdad

Consultada al respecto, la diputada De Ponti (PJ) reflexionó: “La brecha entre ingresos y el costo de vida se amplía y esto repercute fuerte en los sectores populares, lo que se traduce en una mayor desigualdad”, dijo.

Rasgo del consumo de las capas populares, los alimentos son la variable de mayor peso. Aquí el ahorro no existe, y se consume lo indispensable para sobrevivir. Y hay productos esenciales que aumentaron más del 100% interanual. Por ejemplo, azúcar (+195%), harina (+148%), huevos (138%) y pan (120%), cita el estudio económico.

"La suba de los alimentos esenciales impacta principalmente en los sectores de menores recursos, porque deben aportar la mayor parte de sus ingresos para garantizar sus necesidades básicas", señaló la legisladora del Movimiento Evita. Y reprochó la especulación de las empresas formadoras de precios que denotan estas subas por encima de la inflación. "Muchos de los aumentos no se explican por el contexto macroeconómico, sino que se relacionan más con la especulación y concentración de la cadena productiva”, dijo.

Por todo esto, la diputada encuadró al presentar el informe que al menos 1 de cada 5 familias "nació y vivió en pobreza en los últimos 25 años, toda una generación obligada a encontrar estrategias de supervivencia en la informalidad. Nuestra responsabilidad –añadió– es reconocer lo que existe e intentar transformarlo". 

En este marco, postuló el apoyo a los mercados de la economía popular como forma de eliminar "eslabones especulativos en la formación de precios". Es la razón del proyecto de ley de fomento para la economía social que propone créditos a tasas accesibles, exenciones impositivas y acceso a espacios de comercialización para productores de alimentos de consumo regional.Todos los esfuerzos deben concentrarse en acompañar esta situación que ya no admite demoras”, finalizó.