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Una tarde de verano comenzaron las prácticas integradas de fútbol femenino, donde juegan niñas que son socias del club Central Córdoba junto a otras niñas que asisten al comedor Carita Feliz de la vecina Villa Gobernador Gálvez.

Se trata de la primera actividad en conjunto del llamado Proyecto Deporte Social, a partir de una capacitación que brindó al club el ex Puma y psicólogo deportivo santafesino Matías Dalla Fontana a directivos y profesores de varios deportes del conocido Central Córdoba en barrio Tablada.

Dalla Fontana fue conocido como jugador en los Pumas allá por el 2000, y ahora desde hace diez años se encuentra trabajando en proyectos de deporte social en ciudades de todo el país junto a la fundación Pueblos del Sur, donde se dedica a capacitar a organizaciones y clubes de barrio con el fin principal de estrechar lazos sociales a través del deporte, en la pelea contra la inserción de las drogas en los pibes de los barrios y contra la violencia social.

Este proyecto en el Charrúa, junto al también ex Puma Simón Bofelli (del club Duendes), incluye la colaboración de la Secretaría de Deportes municipal, empresarios y el comedor Carita Feliz de Villa Gobernador Gálvez, para que desde el club se fortalezca al barrio y a los villagalvenses que reciben la copa de leche todos los días.

“La idea es fortalecer la estructura interna del club, formarlos en nutrición infantil, violencia y adicciones, y hasta en autogestión”, detalló el santafesino. Luego la propuesta es que el club brinde sus recursos humanos al comedor para sumarlos también a las actividades del club, y que traigan chicos de otros barrios sin acceso a actividades sociales, culturales y deportivas. El equipo de fútbol infantil femenino fue la prueba de fuego, con los grandes resultados de una inclusión espontánea entre las niñas.

Con Central Córdoba se establecieron metas, acuerdos y líneas de trabajo, que el profesional detalló: “Concretamente les dimos herramientas capacitando a los miembros del club para que desarrollen a su criterio lo que se necesite, y los orientamos e impulsamos a través de la subsidiaridad, promoviendo su propia creatividad, en la autogestión de sus recursos y aprendiendo a no reclamar dinero del Estado”.

Los clubes de barrio, explica Dalla Fontana, son comunidades inclusivas, y la idea de estas actividades es que el deporte sea un agente activo en la sociedad, porque “es un eje de desarrollo integral para las personas y la comunidad”.

El activista, desde la ciudad de Santa Fe ha ido tendiendo lazos “de una red invisible de empoderamiento de estos espacios que se han debilitado en la historia del país, y los proyectos han pasado por diferentes ciudades del territorio nacional”.

El Proyecto Deporte Social trabaja con la ayuda de la Fundación Pueblos del Sur desde hace una década, con el objetivo de salvar a los clubes de barrio, su espíritu de comunidad inclusiva, y a su vez salvar a los jóvenes y adultos de adicciones, a través de charlas preventivas. Éste crece cada año con sus intervenciones en clubes de todas las provincias del país, e invita a que clubes e instituciones que lo requieran, se comuniquen para activar su rol social.

La historia de este movimiento por los clubes de barrio

En la ciudad de Santa Fe la ex Leona Flor Villar es una de los impulsores del proyecto que nació por el impulso del sacerdote Atilio Rosso, cuando creó el Movimiento Sin Techo en dicha ciudad, que resolvió el problema de las viviendas de miles de familias con la autocronstrucción y programa de nutrición.

“Diez años atrás los espacios de participación de los jóvenes estaban vedados, y el sacerdote nos dijo que debíamos y podíamos hacer mucho para retomar estos espacios”, recordó el ex Puma, ya que “el deportista no puede estar ajeno a la realidad del país, sobre todo los que hemos sido afortunados con deporte profesional y representado al país”.

Analizó que los clubes se han vuelto parte del devenir del individualismo. Y el sentido economicista está sobre todos los valores que deben fomentarse: “La tradición argentina es sana, ya que con las olas migratorias que se fueron integrando se estrecharon los lazos de solidaridad, y se fusionaron en el criollo, emergiendo ahí sus formas comunitarias orgánicas, como es el club barrial, que desde ese origen era social, cultural y deportivo con sus bailes de fin de semana, cantinas, juegos de ajedrez”.

Con el capitalismo se desvincularon los lazos sociales con la libre competencia económica, y eso “va contra la esencia de la cultura argentina, pero la otra Argentina existe en genética nuestra y hay que recuperarla”, finalizó.

Matías Dalla Fontana se crió prácticamente en el club CRAI de Rugby Ateneo Inmaculada, fundada por su padre. Ahí jugó al basquetbol de chico, y a los 14 años comenzó a jugar rugby, y en el 2000 participó en varios seleccionados.

“Hoy me dedico al deporte solidario. No es una idea romántica, sino un hecho, desde abajo con los deportistas de cada barrio, y dando el mayor esfuerzo técnico en los clubes, que combatimos además de la violencia y las drogas al sedentarismo ya que las formas de vida actuales generan enfermedades en la población como la obesidad y cardiopatías, ansiedad, que aqueja a todos los sectores sociales. Combatir esto no es tanto un tema de recursos sino de coordinación”.

Aclaró que este trabajo social “no divide por diferencias ideológicas ni religiosas, y puede participar cualquier ciudadano”.