La actriz y cineasta Ana Katz, directora de la serie "Terapia alternativa", en la que Carla Peterson interpreta a una psicóloga "impune y dolorida" que aplica métodos poco ortodoxos, adelantó que en la segunda temporada que se podrá ver a partir de mañana en la plataforma Star+ "se profundizarán las preguntas sobre la crisis en los distintos formatos de amor".

"Estoy muy contenta porque esta segunda parte se acercó más a las preguntas que yo me hago pero también a qué cosas están permitidas, porque en este momento hay mucha diferencia entre la diversidad sexual que está aceptada en algunos ambientes y en los que no, entonces todo lo que se pueda hablar sobre eso me parece que ayuda", propuso Ana Katz durante una entrevista con Télam en un salón de un lujoso hotel porteño.

Estos siete nuevos episodios de la serie estrenada en 2021 marcan el regreso de la excéntrica psicóloga Selva Pérez Salerno (Peterson) quien, finalmente recibida y dispuesta a profundizar en sus métodos terapéuticos, recibirá a nuevos pacientes en su consultorio. Entre otros, llegarán Darío, Serena y Amadeo (el español Daniel Rovira, Griselda Siciliani y Alfonso Tort), una trieja que oscila entre la separación y la pasión irrefrenable; y Betty (Ana María Cores) y Raúl (Víctor Laplace), un matrimonio de artistas reconocidos de la comedia musical que se llevan pésimo.

En paralelo, Selva inicia un viaje personal que la libra de sus fantasmas y la coloca frente a escenarios inesperados de cara al futuro.

Mientras ensaya la versión teatral de "Esperando la carroza" dirigida por Ciro Zorzoli que se estrenará en abril en el Teatro Broadway, Ana Katz celebra las posibilidades que le abrió el universo de las plataformas para poder "responder a la pregunta final de qué queríamos contar con esta historia".

– ¿Esta segunda temporada estaba planteada desde el principio?

– Ana Katz: Es la primera vez que experimento la posibilidad de trabajar en la escritura de tres temporadas. Junto al equipo que conformamos con Daniel Katz y Alejandro Jovic pudimos desarrollar la curva interna de los personajes y hacer un proceso completo que respondiera la pregunta de qué veníamos a contar. Hay un relato súper potente vinculado a la protagonista y su recorrido, a qué lugar puede ocupar en este mundo una mujer impune y dolorida a la vez. Hay una sensibilidad mal llevada, una inteligencia y una desubicación importante. Lo que por ahí en una figura masculina sería algo habitual, o menos llamativo, en el caso de Selva no: tiene el rechazo de gran parte de la sociedad y eso me parece interesante.

– Como cineasta, ¿qué encontraste en ese espacio que te permite desarrollar historias con otros tiempos?

– AK: Esta posibilidad de acompañar un personaje a lo largo de un recorrido tan amplio fue muy enriquecedora. Es un espacio de mucho aprendizaje, en el que tuve la suerte de que me dieran mucha libertad para escribir, para trabajar. Tuvieron mucha confianza en la mirada que a veces se lee como diferente y que muchas veces a un nivel más plataforma o industrial puede generar inquietud. En este caso era una especie de bienvenida a esa mirada particular. La sensación es que una mirada que por ahí no es la que rige la convención puede tener un lugar masivo. Eso, así planteado, es un sueño.

– En la primera temporada se abordan los conflictos morales en relación a la familia y la pareja. ¿Cuál fue la búsqueda de este regreso de Selva?

– AK: En la primera temporada la serie merodea la cuestión de lo moral en relación a la convención y la trampa. En cambio, en esta se profundiza la pregunta sobre la crisis en los distintos formatos de amor y, en ese sentido, estoy muy contenta porque se acercó más a las preguntas que yo me hago y que creo que son muy importantes en esta sociedad. Cómo refundar la idea de familia, la idea de compromiso amoroso, y me parece que vuelve a aparecer la cuestión de qué está permitido socialmente, pero va más a fondo, porque hoy hay mucha diferencia entre la diversidad sexual aceptada en algunos ambientes y todo lo contrario. Lo que para mí puede ser algo lógico y obvio como por ejemplo la relación de pareja entre dos futbolistas, en algunos lugares todavía podría ser noticia, escándalo y generar comentarios en la tele. Entonces me parece que en un terreno donde hay tanta diferencia de lectura y genera tanto ruido, todo lo que se pueda hablar sobre eso ayuda a que aliviane y flexibilice las posibilidades amorosas y sexuales de las personas que quieren a las otras personas.

– En la primera temporada codirigías con Jazmín Stuart y en esta con Adriana Vior. ¿La elección de dos mujeres fue una búsqueda deliberada?

– AK: No. Adriana Vior es una amiga de toda la vida. Estudiamos juntas en la universidad, es súper talentosa y dirigir una serie es algo colosal. Es una cantidad de material y de detalles a tener en cuenta enorme, entonces que me acompañen tanto Jazmín como Adriana y sentir una mirada nueva que enriquece me parece que está bueno. Personalmente no me fijo si es mujer o varón de la poca bola que doy a eso. Lo que sí me doy cuenta a medida que voy filmando más es cuánto enriquece la pluralidad de ojos en un proyecto.

– Esta serie trata de una comedia dramática. ¿Utilizar el humor para contar esta historia fue una decisión que estuvo presente desde el comienzo?

– AK: El humor es lo que hace que yo pueda hablar de cosas profundas y densas. Es el único lente que me permite ver porque creo que acomoda la sensibilidad de la mirada para poder recibir algo desde un lugar más empático, más sensible y menos ideológico. O menos rígido. Es la alternativa que siempre encuentro, la elija o no, para poder hablar de las cosas que me resultan más fuertes. Y en esta serie tiene que ver con esas zonas de pudor que tenemos, más humanas, donde queda expuesta la contradicción.