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El plan para que McDonalds contrate a cinco mil pibes por 4.500 pesos al mes, el remanido y poco original proyecto de Empleo Joven, el ejemplo del propio Mauricio Macri sobre las personas que limpian los baños, más otras ideas y metáforas por el estilo del gobierno de Cambiemos; reflejan claramente lo que el mundo del trabajo representa para esta administración: Un tema fuera de agenda y que no alcanza a comprender en su cabal dimensión. Una cosa es clara, algo sí tienen bien en claro: Los salarios argentinos son demasiado altos para la visión empresaria que tienen a la hora de actuar en política. También les resulta desagradable el grado de organización y sindicalización que tiene el trabajador argentino, muy distinto a otros países emergentes del mundo. Ahí se explica la propuesta del ministro de Trabajo Jorge Triaca de impulsar el descuento de los días de huelga. Otra provocación oficial para el obrero, como si ya no fueran muchas.

Ahora se sabe que Macri no es tan receptivo al diálogo cuando no escucha lo que quiere de parte de sus interlocutores. Esta semana trascendieron los pormenores de la áspera reunión que el presidente mantuvo con líderes sindicales, antes del acto formal donde un centenar de empresarios se comprometió a firmar un papel en el que juraban no despedir a nadie por 90 días. La desesperada maniobra del gobierno para frenar la Ley Antidespidos que –a pesar del traspié de esta semana en Diputados- avanzará el próximo miércoles tras el intenso debate interno del Frente Renovador del massismo.

En ese encuentro se dijeron de todo y Macri terminó casi gritando que le importaba muy poco el costo político y que iba a vetar la Ley Antidespidos si se sancionaba en el Congreso. Ya se ha dicho, al presidente no le molesta el alcance real de esta normativa y tampoco se opone para defender a los empresarios que quieran despedir sin el escollo de una indemnización doble. Lo que realmente le molesta al presidente es que a cuatro meses de su gobierno la oposición sin excepciones y el movimiento obrero en su conjunto, le digan en la cara que sus políticas públicas están destruyendo puestos de trabajo y que por ende, están equivocadas y son perniciosas para el país.

Con todo, no deben precipitarse aquellos que no digieren al gobierno de Macri. Las 300 mil personas que reunió la ex presidenta Cristina Kirchner, la multitud similar que juntaron las centrales obreras el 1 de mayo y la larguísima marcha en defensa de la universidad pública; apenas son expresiones de un rechazo que empieza a madurar. En algunos sectores medios, los que le dieron el triunfo en el ballotage, aún se puede escuchar en las colas de los supermercados, ante el espanto de la escalada de precios y la estrepitosa caída del poder adquisitivo, “es duro, pero este hombre está ordenando las cosas. Está acomodando el lío que dejaron”. Aún tienen esperanzas. Claro, es una cuestión de tiempo.