Este texto tiene que empezar con una frase que hable sobre lo circular. “Las vueltas de la vida” sería la más linda y trillada. Bauza ya es el nuevo técnico de la Selección Argentina y en su entrada al predio de Ezeiza se cruza a Martino saliendo de ella. Hace 18 años el Patón dejó un trabajo que completó el Tata. Hace una década se devolvieron ese favor y Bauza se hizo cargo de un plantel conformado por Martino.

Era mayo de 1998 cuando Bauza, colmado de la experiencia que las divisiones inferiores de Central podían dar, decidió que en el canaya sólo seguía si asumía el primer equipo. Desde la sede de calle Mitre no tenían claro qué querían para reemplazar a Miguel Ángel Russo y el Patón decidió firmar con Almirante Brown de Arrecifes.

Por aquellos días el equipo era manejado por un empresario con contactos en la política nacional, Luis Enrique Menéndez, que le permitieron hacerse de una buena fortuna. Había logrado ascender dos categorías para llegar a la B Nacional y pensaba que si quería llegar a Primera debía contar con algún técnico de perfil bajo y con experiencia como jugador de Primera División. Un día en un café de Rosario leyó en un diario sobre la salida de Bauza y no dudó en llamarlo.

En dos días arreglaron contratos y condiciones. Bauza asumiría después del mundial de Francia.

Durante esos meses Víctor Vesco, salteando cualquier acuerdo de ética, le pidió a Bauza reunirse para repensar el Central que se venía. En aquellas charlas terminó por convencer al Patón de su trabajo en Central. El escribano quería cerrar el siglo con título y un equipo que haga pie en el continente.

“Estaba mirando la final de Brasil y Francia y me llamó un amigo de Rosario”, cuenta Luis Menéndez, hoy mucho más austero después de la debacle menemista. “Ahí me contó que Bauza me iba a cagar y me puse a pensar en un reemplazante. Mi contacto de Rosario me contaba que Martino quería dirigir, que ya tenía experiencia en Platense y que en Newell’s no le abrían la puerta. Petit no había hecho el tercero y yo ya estaba en la chata rumbo a Rosario para buscarlo al Tata”.

Un año, Central se quedó en las puertas del ansiado título y bajo el mando del Patón hizo pie en la Libertadores (luego confirmó esta característica con la Liga Universitaria de Quito y San Lorenzo). Arrecifes, al mismo tiempo, rasguñó el ascenso a primera y desde allí cayó hasta quedar desafiliado.

Luego, años más tarde, Martino cerraba -en el comienzo del Apertura 2005- su primera experiencia en el fútbol argentino de Primera División. Sin respuesta por parte de los jugadores ante sus planteos renunció en la fecha cinco y dejó a Colón sin técnico. Luego de alguno partidos dirigidos por un interinato –comandado por el siempre bien predispuesto Marito Sciaqua-, la dirigencia de Colón decide volver a contratar al Patón, que ya había pasado por el club en el año 2002.

El deseo de Vesco fue el puntapié de la carrera de Martino como técnico. La intempestiva salida del Tata de la selección hizo de alfombra roja para que el Patón llegue a Ezeiza. La historia de Arrecifes se invierte siete años más tarde en la ciudad de Santa Fe. Central haciéndole lugar a Newell’s, Newell’s haciéndole lugar a Central. Las vueltas de la vida.