El Ministerio de Igualdad, Género y Diversidad presentó este jueves el informe preliminar de femicidios, transfemicidios y travesticidios en la provincia. Los datos van del 1 de enero al 18 de noviembre de este año y señalan que se llevan contabilizados 22 casos que entran en estas categorías.  Florencia Marinaro, ministra de Igualdad, Género y Diversidad, sostuvo en diálogo con RosarioPlus que la difusión de estadísticas es una forma de decir “en qué lugar estamos parados”. 

Según el informe difundido este jueves, en lo que va del año se llevan contabilizados los asesinatos por cuestiones de género de 19 mujeres cis (86,4%), 2 personas trans/travesti (9,1%) y 1 niño varón cis víctima en contexto de femicidio vinculado (4,5%). 

De ese total,  el 68,2 % de las muertes fueron femicidios íntimos. En ese porcentaje se incluyen dos femicidios vinculados. De los dos transfemicidios/travesticidios, ambos fueron en contextos íntimos o familiares, ya que uno fue perpetrado por su pareja y el otro por su hermano. El 13,6% corresponde a la modalidad de femicidio no íntimo. Y se contabilizan un suicidio como posible femicidio inducido y una muerte dudosa con elementos de violencia de género.

Las mayores acumulaciones de crímenes se dieron en los meses de enero y octubre con un 22,7 % cada uno (5 casos en cada mes).  Y los departamentos Rosario y La Capital fueron los que tuvieron mayor porcentaje. Así es que se contabiliza el departamento Rosario con un 36,4% (8 femicidios), mientras que en el departamento La Capital con un 22,7% (5 femicidios) del total.

El año 2017 sigue siendo el año con mayor número de muertes violentas de mujeres con elementos de violencia de género (femicidios), con un total de 29. En 2021 se produjo una disminución del 65 por ciento, con 19 femicidios. 

“El objetivo del informe preliminar no tiene que ser sólo para difundir cuántos femicidios hubo en la provincia sino también para decir que se han construido muchas cosas, y no como una cuestión propagandista, sino como una gran conquista del movimiento de mujeres organizado. Hemos avanzado mucho institucionalmente y esa es la base de la que tenemos que partir para poder seguir transformando más las instituciones”, consideró Marinaro. 

—¿Por qué presentar estadísticas de este tipo un día como el 25 de noviembre?

—Primero porque es responsabilidad del Estado mostrar a la sociedad cuáles son las situaciones y los casos. Y no es solamente mostrarlo como si fuéramos un organismo que recolecta información, sino que esto es la finalización de un trabajo que vienen haciendo todos los equipos de violencia del Ministerio. Además de los números vemos el mapa de la situación, la cantidad de casos, el cómo, el por qué y el cuándo. Eso nos permite tener una llegada territorial específica y direccionada para que podamos prevenir y erradicar los femicidios y las muertes violentas de mujeres. Y nos parece importante publicarla el 25 de noviembre porque la lucha contra las violencias por motivos de género tiene su contracara que son los femicidios los travesticidios y los transfemicidios y eso también hace que podamos tomar no solamente las decisiones, sino también decir en qué lugar estamos parados. Cuando asumimos como gobierno en 2019, la provincia de Santa Fe era la segunda provincia a nivel nacional con mayor cantidad de femicidios. Un número que durante cinco años consecutivos nunca bajó. Ante esos números el gobernador decidió crear un Ministerio y entender que las violencias económicas, estructurales, políticas que atravesamos las mujeres y las disidencias tienen que tener una respuesta integral desde el Estado y qué mejor que una mayor jerarquización como la creación del Ministerio. Hoy podemos decir que logramos reducir los femicidios íntimos vinculados, los no íntimos y también los crímenes por razones de género. Estos números han descendido porque hay mayor institucionalidad, mayor territorialidad y porque hay mayor transversalidad. 

—Es una forma de mostrar por qué es necesario un Ministerio de Género y Diversidad, ¿no?

—Cuando hay desocupación o desempleo nadie pide que se elimine el Ministerio de Trabajo. En nuestro caso, la creación del Ministerio y todo lo que el Ministerio viene haciendo desde 2019 está de cara a la sociedad y la sociedad puede verlo y notarlo: en los 317 convenios que tenemos con municipios y comunas, en los 40 puntos violetas que estamos construyendo en toda la provincia, en los acompañantes territoriales LGBT que tenemos también en toda la provincia, en la implementación del cupo laboral travesti trans, en la asistencias económicas directas a víctimas, en la aplicación de la ley que es la reparación histórica a hijos e hijas de víctimas de femicidio. Tenemos líneas de asistencia directa tanto por situaciones vulnerabilidad económica como por situaciones de violencia y una implementación de la Ley Micaela que es inédita a nivel nacional. Creo que esto es un recuento, una síntesis de todo lo que se trabaja y en esto lo que mayor pongo en valor es que la creación del Ministerio no es un compartimento estanco. La perspectiva de género atraviesa todo el Ejecutivo provincial. 

—Viendo los datos que arroja el Observatorio, ¿Cuáles pensás que son los desafíos que se abren a partir de ahora? 

—Yo creo que son dos grandes desafíos como Estado y como sociedad. Lo primero es romper con esos patrones socioculturales que tienen base en las violencias machistas. Me refiero a los estereotipos, los prejuicios, los roles, las brechas que nos atraviesan como sociedad, que tienen claramente un sesgo de género. Hoy los números nos muestran que desde el Estado pudimos bajar en dos años los femicidios. A mayor Estado, mayor institucionalidad y mayor presencia territorial cerca de la gente. Nuestras grandes obras tienen que ver con transformarle la vida a la gente y cambiarla. Cuando yo voy a una localidad pequeña e inauguro un Punto Violeta, la recepción social que tenemos de toda la comunidad es inmensa, porque por primera vez un Ministerio como el nuestro inaugura edificios. Esto tiene que ver con las reparaciones colectivas que podamos hacer como Estado. El hecho de haber inaugurado un punto violeta en Rufino, el lugar donde ocurrió el femicidio de Chiara Páez que estalló en el Ni Una Menos del 2015, no solamente es reparar colectivamente, es hacerse cargo desde el Estado, desde las políticas públicas, más allá de los lugares que cada uno ocupe circunstancialmente. Creo que es devolver a las familias y a la sociedad las cosas que como Estado no funcionaron. 

—Hablaste del impacto que tienen los puntos violetas en distintas localidades y pensando también en los números del Observatorio, ¿qué ves como funcionaria en los distintos territorios de la provincia? 

—Yo siempre cuento que en Berabevú, en el departamento Caseros, en donde sucedió el femicidio de Julieta del Pino, el presidente comunal me dijo el día después del femicidio “aquí estas cosas no suceden”. Lo cierto es que los femicidios ocurren. Y en eso no distingue una gran ciudad de un pequeño pueblo. Por eso es importante llegar a todas las localidades de forma territorial y no llegar con políticas enlatadas. Recorrer nos da esa mirada. Es una provincia muy extensa, muy desigual y muy heterogénea. Los números nos muestran que las muertes se dan en mayor medida en los grandes aglomerados como son Santa Fe y Rosario, y  eso responde a una cuestión poblacional o a una cuestión más urbana, pero también ocurren en pequeñas localidades, en pueblos muy pequeños. Entonces, llegar con dispositivos de primer nivel de atención de cercanía a comunas y municipios es clave.

—¿Qué significa que la mayoría de los femicidios hayan sido en el ámbito de lo íntimo? Es un desafío para el Estado entrar a esa intimidad . 

—Los femicidios íntimos históricamente son registros muy altos, porque es en el ámbito doméstico donde se dan las violencias que más se visibilizan y las que más se denuncian. En esto hay una mirada de las políticas de género ya desde los años ‘90, cuando se pensaron las primeras leyes se pensaban leyes de violencia familiar. Y casualmente el 90% que acudía por violencia familiar eran mujeres. Con el paso del tiempo y con la sanción de la 26.485 (por la ley de protección integral a las mujeres), sacamos las violencias del ámbito familiar y las pusimos como violencias de género en distintos ámbitos. Nosotras como estado tenemos el deber de entrar a todas las casas en la sociedad, pero no lo digo como una imposición de entrar a lo íntimo, sino que el estado como gran regulador social tiene las herramientas necesarias. Y por el otro lado hay que fortalecer todas las herramientas que rompan con las violencias estructurales, que son las tareas de cuidado, la desigualdad económica y la desigualdad en el acceso al mundo del trabajo. Es lo que hay que empezar a discutir, porque si no discutimos únicamente qué cantidad de situaciones de violencia hay, qué cantidad de femicidios y qué cantidad de dispositivos de atención hay. ¿Pero qué sucede en la previa a todas esas situaciones de violencia?. La base de la violencia es la desigualdad. Entonces si no trabajamos en políticas a mediano y a largo plazo que tengan que romper con esas desigualdades todo lo anterior es un proceso que se va a repetir con los sucesivos gobiernos que vengan. En ese sentido, todas las políticas de producción y de empleo que tiene el Ministerio junto con las otras carteras hoy tiene un resultado en el gran Santa Fe y en el Gran Rosario donde se ve que el desempleo femenino descendió en un 67% en el Gran Rosario y en un 49% en el Gran Santa Fe. Y también bajó  la desocupación de las mujeres en este segundo trimestre. Eso quiere decir que no solamente creció la tasa de actividad de las mujeres, sino que, además, las mujeres encontraron trabajo. Este modelo productivo y este modelo de desarrollo que nuestro gobernador nos propone es un modelo en que las mujeres y las disidencias están dentro. Hay muchas líneas de trabajo o de producción y de empleo que tienen perspectiva de género entonces en eso hablo de que las violencias estructurales las tenemos que trabajar interministerial transversalmente y con una respuesta clara.