Hace ocho años una compañera de Ampliando Derechos le comentó a la activista barrial Nora Giacometto que existían unos ladrillos ecológicos de encastre (como un Lego), mas grandes que un ladrillo regular (son de 25cm), que para construir no necesitaba de mortero ni mezcladora, sólo requería un pegamento. Los ladrillos podían acelerar cualquier proceso de construcción y por su facilidad de uso también podía ser utilizado por cualquier adulto con una mínima capacitación. La idea quedó rumiando desde 2015 ¿Y si se creaba una fábrica de estos ladrillos en la ciudad, que aporte trabajo a los vecinos y vecinas, promueva una construcción más sustentable y además sea una herramienta de salida para madres?

Ocurre que desde hace más tiempo todavía, Ampliando Derechos asiste a estas mujeres en varios barrios de la ciudad. El denominador común es que sufren violencia de género, y en muchos casos ellas no se van con sus hijos de la casa porque no tienen ni un trabajo ni una casa donde ir.  “En ellas pensamos todos estos años, de qué forma ayudar para que construyan sus casas sin necesidad de contratar albañiles”, aseguró Nora, en diálogo con Rosarioplus.com, el pasado 8 de marzo, Día de la Mujer, fecha simbólica que eligieron desde esta nueva cooperativa para lanzar el emprendimiento, que en un mes y medio comenzará a producir ladrillos ecológicos. Un método que se usa hace 30 años en Brasil, y que ya se usa en Europa y en Uruguay.

Gea Eco Construcciones, como dieron en llamar esta nueva empresa, se emplaza en el corazón de barrio Belgrano (Zuviría 6745) y desde ahora brindará trabajo a unos veinte vecinos de entre 18 y 45 años, que serán parte de la cooperativa con equipos de rotación, y así “las madres de familia y también personas de la diversidad sexual y con discapacidad tendrán su independencia económica”.

La referente explicó que se trata de un emprendimiento de triple impacto, porque será fuente de trabajo para vecinas y vecinos de la economía popular, será el puntapié para la salida de situaciones de violencia de las mujeres, para que se conviertan en jefas de sus hogares lejos de la violencia de agresores, y buscará promover que el sector de la construcción utilice materia prima más ecológica (sin tala de árboles) ya que “hay un nicho en la construcción ahora que se habla más sobre el cuidado del ambiente”.

Según estimó, “este ladrillo le abarata costos a las construcciones y tiene mayor eficiencia porque tiene termoacústica (tiene propiedades aislantes), y justamente hacía falta una fábrica en una ciudad como es Rosario, que es pujante en el sector de la construcción”, a la vez que enfatizó en que se busca “cambiar la mirada estereotipada de que el de la construcción es un sector exclusivo masculino”.

Nahuel Casco es un joven de 24 años que tendrá un rol clave en este engranaje, ya que es el técnico especialista en construcción que digitará todo el proceso de fábrica del ladrillo, y adelantó que todo comprador de estos ladrillos tendrá una capacitación sobre cómo utilizarlos, “sin necesidad de una hormigonera, ni el fino ni la plomada, incluso después se puede pintar o no, porque son ladrillos que tienen una linda terminación también”, agregó.

Un ladrillo común es creado con arcilla, excremento de vaca y caballo, y se estima que siete árboles se queman para producir mil ladrillos. En el caso del eco ladrillo, sólo se compone de cemento, arena, tierra arcillosa y agua. “El material es prensado y mezclado en la máquina con un molde, y se deja a secar unos días, sin contaminar el ambiente ni talar árboles”, destacó Nahuel. Lo consideran como una versión mas evolucionada del corriente, ya que “tiene un sistema de doble pared, sus agujeros permiten una aislación vertical con concreto", y por esto es mucho más eficiente en el mantenimiento de la temperatura y del sonido

Para entablar una fábrica de ladrillos era necesaria una maquinaria muy específica, que para sorpresa de muchos, no era algo que se compra en el extranjero, sino em Córdoba, donde ya se observan construcciones sociales con este mismo material. En el 2021, el proyecto se propuso en elk programa “Producir” del Ministerio de Género de la Nación. Y en  2022 el Estado lo aprobó.

“En noviembre pasado se firmó el convenio, y este año ingresaron los fondos que pudimos usar para comprar las máquinas, herramientas y materia prima”, precisó Nora Giacometto, quien estimó que “llevará entre seis meses y un año encadenar los recursos con la venta para percibir los ingresos y ganancias en la cooperativa”.

Como todo proyecto, también cuenta con planes a futuro, por lo que “una vez se aceite la rotación de la producción, y comience a venderse los ladrillos a constructoras y al Estado para obra pública, se ampliará el proyecto con equipos de trabajo de mujeres y disidencias que ofrezcamos el desarrollo de hogares a bajo costo, es decir, la dirección de obras de viviendas para particulares”, adelantó con expectativa.

Carina Acevedo es miembro de esta cooperativa, desde el área administrativa, y agregó en torno al impacto social para generar trabajo a vecinos que “se apunta a generar un trabajo digno, y que esta propuesta motive como una salida a muchos chicos y chicas que se sienten afuera del sistema, en vez que ser tentados por el dinero fácil que puede ofrecerles la venta de droga, un flagelo que se vive en los barrios”.

En sintonía con su idea, Giacometto agregó que “se busca desestigmatizar la idea de que en los sectores populares se vive de un subsidio, porque nada es más digno que trabajar. Las compañeras quieren trabajar y no estar sometidas a programas sociales sin expectativas de inserción genuina”.