Cada vez son más los laboratorios que trabajan en una alternativa sostenible al consumo cárnico. Científicos argentinos finalmente lo han conseguido gracias a la técnica de "cultivo", que permite crear carne por multiplicación celular in vitro a partir de una muestra animal.

La coordinadora del área de bioingeniería de los laboratorios Craveri, María Laura Correa, contó a EFE que la idea surgió tras una alerta de la Organización Mundial de la Salud (OMS). A su lado, hay un frasco con los resultados de casi cuatro años de investigación: pequeños anillos de carne, pura fibra muscular sin materia grasa, con un valor nutritivo "similar" al de la carne animal.

"La OMS ha estudiado y analizado que si el cultivo de carne tradicional sigue como se está realizando hasta ahora, en el 2050 vamos a tener un problema medioambiental", afirma.

Todo comienza con la toma de una muestra de músculo animal, de "unos cinco o seis gramos", de la que se extraen estas células, llamadas mioblastos, y se siembran en un "biomaterial" -un líquido de color rosa rico en medios nutritivos como ácidos grasos, vitaminas e hidratos de carbono- que sirve de alimento para que las células puedan "crecer y dividirse" sostuvo la científica. 

El cultivo se hace empleando una estructura circular para que las células "empiecen a sentir la tensión superficial y empiecen a diferenciarse las fibras musculares", que finalmente tendrán forma de anillo, de color blanquecino, debido a la falta de sangre que da el característico color rojo a la carne, aunque la científica afirma que el siguiente paso es dotar a esta fibra muscular de un aspecto más apetecible.

"Se trabaja también en el diseño de biomateriales para combinar el tejido muscular con el tejido adiposo (grasa), con componentes sanguíneos para que el aspecto sea similar al de la carne", agregó Correa, quien afirma que le gustaría ver el producto convertido en un "churrasquito" de esos que tanto se consumen en Argentina, el país del asado y la carne.

Si bien el aspecto presenta diferencias con la carne tradicional, el valor nutritivo es muy parecido e incluso podría ser superior.

"Si nosotros comemos estos anillitos, nos estamos nutriendo de la misma manera que comiendo la carne tradicional y hasta de manera más ventajosa, porque estamos dejando de lado el tejido adiposo que si lo consumimos de manera desbalanceada nos puede generar enfermedades metabólicas", aseveró.

La necesidad del animal implica que "la ganadería tradicional va a seguir existiendo", un dato relevante en un país donde la ganadería es una de la principales actividades económicas.

"El mismo ganadero va a poder cambiar sus procesos de elaboración y, por qué no, tener una planta que procese la materia prima que requerimos nosotros para después hacer la carne cultivada", subrayó, y apuntó que su visión de futuro pasa por "una convivencia de lo que es la carne cultivada con la carne tradicional".

En Craveri todavía no se ponen fechas para llegar al consumidor, conscientes de que "lo importante hoy es saber que la carne cultivada existe", aunque afirman que "no hay que esperar sentados" y que es necesario que "dentro de 30 años tengamos una alternativa" a una forma de consumo que también Naciones unidas califica de insostenible. (EFE)