La aclamada película argentina Nueve Reinas regresó este jueves 22 de febrero a las salas de los cines del país en una versión restaurada en 4K. Dirigida por Fabián Bielinsky, esta obra se convirtió en un clásico instantáneo del cine nacional, desafiando las predicciones y las voces encontradas en la previa de su lanzamiento. 

Su reconocimiento no se limitó a la escena local, sino que logró ubicarse también como una referencia del género policial a nivel mundial que incluso se intentó imitar en distintas latitudes, aunque sin éxito. ¿En dónde radica su fuerza? ¿Implico acaso una descripción de época? Ricardo Darín, uno de sus protagonistas, la describió en una entrevista como “una película de a pie”, dos porteños que recorren la ciudad ee Buenos Aires caminando en busca de distintos personajes a los que necestian para llevar adelante su gran golpe. 

En diálogo con Rosarioplus.com Esteban Dipaola, Doctor en Ciencias Sociales, investigador de CONICET y autor del libro "Las formas del deseo" en donde aborda el Nuevo Cine Argentino (NCA) -movimiento surgido en la misma época en la que se filma Nueve Reinas- analiza las particularidades del film y su relevancia dentro de la filmografía nacional.

– ¿Hay que mirar Nueve reinas hoy? y ¿por qué? 

– Esteban Dipaola: Sí hay que mirar Nueve reinas, principalmente los más jóvenes que quizás no la vieron, para comprender una síntesis de los usos de los lenguajes clásicos en el cine argentino. En este contexto de recortes a la cultura y al cine, mostrar que en este país se hicieron y se hacen todavía muy buenas películas que utilizan muy bien los recursos de la tradición del cine es algo importante y necesario.

No creo que la película represente algo del tiempo actual. En ese sentido, sería más plausible una película que sí corresponde a las estéticas del NCA, como Pizza, birra, faso. Pero Nueve reinas no resuena como una película que pueda mostrar la violencia urbana que es la característica de este tiempo y no solamente en Buenos Aires (Rosario se ha convertido en un ejemplo de esto).

– Y, justamente, ¿cómo ubicarías a la película Nueve reinas respecto al Nuevo Cine Argentino?

– E.D.: No me parece, en principio, que Nueve reinas forme parte del panorama general que se entiende por NCA. Estéticamente responde a una narrativa clásica y contrapuesta al registro del cine moderno propio del NCA. Pero además, los recursos utilizados enfatizan esa tradición del cine clásico: actores profesionales, un montaje que se hace cargo del relato, un sistema de acciones que posibilitan el avance de la trama. En todos esos aspectos, se evidencia la distancia entre Nueve reinas y lo que fue el NCA.

– ¿Pueden escucharse en el film algunos ecos de la crisis que estaba a punto de estallar?

– E.D.: La estafa y el complot es algo que permite el desarrollo de la trama en la mayoría de las películas de la historia del cine, incluso en Argentina (pienso en Últimos días de la víctima, Perdido por perdido y tantas más). Me parece que la virtud de Nueve reinas (y que explica el fracaso cuando se la quiso hacer en Hollywood y otras regiones) es que logra ubicar muy bien esa trama de estafas y complots en las características de lo reconocible como un "ser argentino" (o porteño, al menos). Es una película que revela muy bien las fantasías del chanta de pequeñeces que aspira a un gran golpe, y lo representa entre espacios reconocibles y comunes de los argentinos, trazando bien el lenguaje cinematográfico en esto.

“Es una película que revela muy bien 
as fantasías del chanta de pequeñeces 
que aspira a un gran golpe". 

La crisis de la época funciona muy bien ahí como fondo, pero me parece que lo valioso de la película es captar las modalidades (ilusorias o reales) del argentino para sostenerse siempre en contextos desfavorables.

– Trayendo al diálogo a tu último libro Lo inmediato, vos ahí hacés una diferenciación entre el 'rebelde' y el 'revolucionario'. ¿Creés que alguna de estas figuras son apropiadas para los personajes presentes en el film? 

– E.D.: No lo veo así. Desde ya que en la película no se representa a ningún revolucionario, al menos en la caracterización que hago en mi libro. Pero tampoco percibo rebeldía. Observo personajes románticos, en el sentido de que se proponen tener una vida dentro de las fisuras que deja el sistema, de "sacar una tajada", y esa es su máxima aspiración.