El miércoles 15 de noviembre del 2006 quedaría grabado en las retinas rosarinas. Era una jornada cálida, la máxima había alcanzado los 32° y la humedad en el ambiente generaba molestias.

Pasadas las 16 regía una alerta meteorológica sobre Rosario y el día comenzaba a nublarse. Pero nadie esperaba lo que iba a pasar. Se hicieron las 17 horas. El color del cielo vaticinaba la tormenta que se vendría. Hasta que de repente, todo se puso negro.

A las 17:15 fuertes impactos empezaron a sentirse. Cada vez se acercaba más. En cuestión de segundos, y bajo una total oscuridad, comenzó a precipitarse en seco granizo de gran tamaño, al que le continuaría una lluvia torrencial y ráfagas de viento muy fuertes.

Las bolas de hielo cada vez aumentaban más su tamaño, alcanzando algunas hasta 8 cm, produciendo daños en todo lo que se topaba, empujadas por vientos de hasta 115 km/h. El caos y la desesperación dominaban la ciudad.

Duró 10 minutos. Para las 17:25, el temporal menguó y pasó como si nada. Rosario parecía bombardeada. Las personas, presas del pánico. Tomó a todos por sorpresa, dejando a muchas personas varadas donde estaban. No había señal de celulares. Las telecomunicaciones, caídas. Decenas de heridos recurrían a los hospitales y otros solicitaban atención en plena calle.

A 16 años de la histórica granizada, Rosario no se olvida

Los daños fueron enormes. Era un suceso nunca antes visto. Cortes masivos de luz, luminaria pública destruida, caída de antenas y cables, cientos de árboles sobre autos y casas, ventanas y techos aniquilados, más de 400.000 autos dañados, entre otras cosas. Y la peor consecuencia: la tormenta produjo la muerte de 5 personas en la ciudad.

Una persona murió en plena tormenta mientras corría a resguardarse del granizo arrollado por un auto que también hacía lo mismo, otro por un infarto mientras veía cómo se destruía su casa, dos personas electrocutadas intentando arreglar la conexión de la luz y otro al caer de su techo destruido por las piedras. Además, produjo 400 heridos que fueron atendidos en hospitales públicos, servicios privados o en plena calle.

Esto no sólo dejó graves daños materiales, cientos de heridos y la muerte de 5 personas. Además, uno de los dramas más significativos que dejaría sería el estrés post traumático en el inconsciente colectivo frente a cada tormenta que se avecinaría. Corridas, susto, heridos, accidentes y choques de tránsito serían comunes en los años venideros ante la inminencia de alguna tormenta. Sin dudas, imágenes que son difíciles de no tener presentes cada vez que se anuncia una alerta meteorológica.