En octubre del 2022, el Gringo se hacía cargo de un equipo que a pesar de sus complicaciones había conseguido la clasificación a la Copa Sudamericana, había ganado un clásico en Arroyito y había vuelto a ser competitivo luego de haber quedado último la temporada anterior. Era el momento justo para que el ex Real Madrid le diera a la Lepra ese salto de calidad que no tenía desde 2013.

En los papeles, la llegada de Heinze avizoraba una idea futbolística clara, la llegada de jugadores de jerarquía y la revalorización de las divisiones inferiores. Luego de más de 365 días, este proceso falló en cada uno de los puntos.

La derrota con Godoy Cruz le permitió al hincha de Newell's mostrar el descontento acumulado al juego del equipo. Esa identidad que Heinze aún no pudo imprimirle a sus dirigidos que se evidencian en sus constantes modificaciones de nombres y esquemas.

Los refuerzos no rindieron. Desde el dopping de Jherson Mosquera, acompañado de un rendimiento pobre, la banca a Guillermo Ortiz y los errores en partidos claves de Lucas Hoyos, hicieron cuestionar la decisión del entrenador de dejar ir a pilares del Newell's 2022.

El rendimiento de Juan Sforza, los altibajos de Brian Aguirre y la escasa participación en el primer equipo de otros juveniles dejan la realidad muy distanciada de las expectativas creadas. 

La mediocridad del fútbol argentino le permite a un equipo con tantos problemas estar a tiro de los cuartos de final de la Copa de la Liga y expectante en el ingreso a la Sudamericana. De lograr ambas, Heinze podría maquillar su gestión alcanzando lo que hace un año era la base.

Las visitas a Platense y Boca más los cruces ante Sarmiento y Defensa en el Coloso, marcarán el final de una temporada de la que se esperaba muchísimo más y que estará caracterizada por la obligación de darle al hincha algo de toda la ilusión que se generó.