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Rosario tiene dos caras muy marcadas. En el centro hay edificios coquetos con espejos en sus fachadas, patrulleros de última generación y uniformados de todos los colores, que desfilan por avenida Pellegrini haciendo alarde de sus móviles con paragolpes dignos de alguna película al estilo Robocop. Allí la tasa de homicidios es baja, niveles propios de alguna ciudad europea, y la sangre sólo se ve en las imágenes del noticiero. Muy diferente es lo que pasa en los barrios periféricos. En la Rosario del sur y del oeste las balas son moneda corriente, las bandas dominan el territorio y los vecinos se ven obligados a elegir entre armarse para proteger a su familia o resignarse a ser “el gil del lugar”. En los barrios más pobres, el ajuste de cuentas es la única ley, porque donde viven ciudadanos de tercera, la justicia es de cuarta. Así, las historias se suceden y los muertos se acumulan.

A José Casco lo mataron unos minutos antes de las 20.30 del martes 20 de octubre, mientras charlaba con su hijo y ocho de sus nietos en la puerta de su casa de Moreno al 6400, en barrio La Granada. Unos pibes pasaron en una moto y le dispararon más de veinte tiros sin decirle absolutamente nada. Según fuentes del caso, lo asesinaron para darle un mensaje a un sobrino de la víctima, que tiene un viejo problema con un mafioso de la zona. Uno de los tiradores, de acuerdo a lo que contaron diversos vecinos de la zona, era el Bola, un joven que desde los 13 o 14 años forma parte de Los Cambichos, una banda de barrio Las Flores (al sur de La Granada, cruzando Avenida Circunvalación) que ganó prestigio entre sus vecinos, casualmente, por vengar el asesinato de un nene de 11 años. Un grupo de muchachos que nadie supo detener a tiempo.

Pablito García y la fama de los Ávalos

El domingo 12 de de abril de 2008 mataron a Pablito García. El nene, de 11 años, viajaba sentado en el tanque de nafta de la Yamaha 125de su padrastro, Pablo Ávalos, cuando en Estrella Federal al 1700 un hombre se les apareció y les disparó. Pablo llegó a gritarle “No me tirés que vengo con el pibe”, pero el pistolero no le hizo caso. Una bala calibre 9 milímetros se metió en la panza de Pablito, que fue trasladado por familiares al hospital de niños Víctor J. Vilela y murió pasadas las 18.30 de ese mismo día. Según contaron vecinos de Las Flores a Rosarioplus.com, el pistolero pretendía asesinar a Pablo (el más grande de ellos) por un problema entre bandas.

En respuesta, varios integrantes de la familia Ávalos se juntaron y quemaron la casa del homicida y sus compinches, con el visto bueno de los vecinos, que estaban abrumados por la muerte del nene.

De acuerdo con un conocedor de la pelea, Pablo Ávalos sabía que lo podían balear y salía con Pablito en la moto para usarlo como escudo; pensaba que sus enemigos no le iban a tirar.

Por la muerte de Pablito, Ramón Anselmo Rodríguez, un correntino conocido como Chamil , fue condenado en 2010.

Vecinos de La Granada contaron que la venganza de los Ávalos fue muy bien vista por integrantes de Los Monos, con quienes empezaron a trabajar. “Como los Ávalos ganaron fuerza, se hicieron de un nombre y empezaron a tirar por encargo. El jefe del grupo era Juan, el padre de la familia, a quien todos conocían como Cambicho; de ahí salió el nombre de la banda”, explicaron.

Las bandas de la zona sur convivieron un tiempo. Eran dos grupos duros e imponían respeto entre sus contrincantes. Si bien estaba claro quién pertenecía a cada facción, trabajaban juntos y había cierta confianza entre ellos. Compartían andanzas y botines. Se complementaban.

Pero, como era de esperarse, la amistad terminó como empezó: con plomo y sangre.

(continuará...)