Sandra Gobbo tiene 60 años. Vive en Bigand, a 70 kilómetros de Rosario y es productora agroecológica. Su voz suena ronca. Parece una fumadora de antaño, pero ella lo niega desde el primer momento de la entrevista. “Nunca fumé. Los nervios me quitan la tonalidad de la voz”. Hace una semana que la mujer vive en la incertidumbre. Con su marido, Oscar Marinucci, se enfrenta a un inminente desalojo por una causa en su contra llevada a cabo por la Fundación Honorio Bigand, que reclama la tenencia y explotación de las tierras en las que los campesinos trabajan desde hace 102 años.

“Acá no se puede hacer un shopping, ni un edificio. Sólo sirve para sembrar soja, que es lo que hacen ellos”, explica Sandra Gobbo. La mujer habla de las últimas 8 hectáreas que le quedan a su familia, de un total de 58 en las que trabajaron históricamente. Tienen su casa y un terreno donde crían animales para la subsistencia: cerdos, chivos, corderos y gallinas. “Vendemos huevos a 300 pesos la docena”, especifica la productora.  

Una familia resiste el desalojo de las tierras en las que trabajan hace cien años
Una familia resiste el desalojo de las tierras en las que trabajan hace cien años

La familia Gobbo-Marinucci trabajó toda su vida sobre 58 hectáreas. Se dedicaban a la plantación de maíz agroecológico. “Teníamos el orgullo de lograr una inmensa, vigorosa y sana planta de maíz. Los vecinos pasaban y no podían creer que esas plantas no tuvieran una gota de químicos”, describe la mujer. Eran en total 50 las hectáreas que destinaban a esa plantación. 

El 16 de diciembre de 2021 los integrantes de la Fundación Honorio Bigand, que reclaman la tenencia de esas tierras, ordenaron que le pasen con un tractor por encima a la producción de maíz. La familia perdió esas 50 hectáreas y quedaron en el límite. “Hace 102 años que estamos arraigados en esta tierra. De este pedacito nos quieren desalojar ahora. Para nosotros, estar fuera de la tranquera significa morir. Preferimos resistir y si morimos en nuestra casa será a conciencia del juez que firmó la orden”.  

Qué es la Fundación Honorio Bigand

Las tierras en disputa pertenecen al fundador del pueblo, Víctor Bigand, quien arrendaba las parcelas a distintas familias campesinas. Bigand tuvo tres hijos, que no dejaron descendencia. La última heredera falleció en 2004 a los 95 y dejó un testamento en el que creaba la Fundación Honorio Bigand y le entregaba la explotación de 3500 hectáreas con fines solidarios y de bien público. 

La Fundación, asegura Sandra Gobbo, está integrada por abogados, escribanos y contadores de Buenos Aires que se dedican la siembra intensiva de soja. “Se llevan en pala millones de dólares por la cosecha”, dice Gobbo. Al momento, fueron desalojadas 26 familias. Sólo resisten Sandra y Oscar. 

Las instancias legales atravesadas por la familia fueron infinitas y aún están a la espera de la resolución de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Sin embargo, el juez provincial Sergio Verdura, ya firmó el desalojo “inminente” de la familia. “Esta no es solo nuestra lucha, sino la de muchísimos agricultores familiares, huerteros,  cartoneros, pescadores, que son desalojados y avasallados por los grandes poderes económicos”, sostiene la agricultora.