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En la edición de esta primavera, recién salida del horno, la revista de periodismo literario de tinte contestatario se la jugó con una tapa y contratapa de Julián Alfano contundentes en plena época de expansión del nuevo barrio rosarino Puerto Norte, con una imagen en blanco y negro de un avión atacando a las torres Dolfines de la zona Norte, emulando el ataque terrorista del 11-S.

Sucede que Apología, una revista que lleva ocho años continuados de publicaciones y se sustenta de forma autogestionada, es desde sus inicios una búsqueda de cuestionar lo establecido de forma trasgresora para interpelar las ideas de sus propios lectores.

“Las torres Dolfines son parte de la imagen hegemónica de Rosario, no diría oficial porque no son del Estado, pero sí la que se ve y se cuenta hoy en día. Quizás del otro lado de la avenida vive gente debajo de un puente, y sin embargo la que define la ciudad es esa otra. Intervenir su imagen es una búsqueda de poner en cuestión la imagen dominante de lo que se quiere mostrar, justamente en una época en que todo se transmite a través de la imagen. Por eso la propuesta de tapa: una imagen que intervenga a la propia imagen hegemonía, y funciona bien”, lanzó en diálogo con Rosarioplus.com su ideólogo y director Santiago Beretta.

Se trata de una de las pocas publicaciones independientes (sino la única) de la ciudad que resistió los embates del ajuste, la inflación y a fuerza de rigor, con total libertad de escritura, continúa escupiendo ediciones, de cara a su número 20, que se espera llegará a fin de año con una renovada página web que hasta ahora es un blog para descorchar el año, promete el comunicador social.

Cómo resistió? La misma dinámica de trabajo: cada uno escribe lo que quiere bajo la premisa de contar la realidad desde la literatura, desde un periodismo narrativo en el que la ciudad es el fondo, la trama y los personajes son las historias de los rosarinos. “Se evita un desgaste porque cada uno escribe con total libertad, nunca les pedimos que hagan algo que no quieran”, destacó su creador.

Por la revista pasaron decenas de colaboradores a lo largo de los años, y su formato también fue cambiando, y ocho años después de sus inicios, el grupo estable es de diez colaboradores cuyo capital son los propios ejemplares que cada uno vende, y otros cinco o seis colaboradores itinerantes, además de algunas publicidades y una compleja red cultural que la cobija: ferias del libro, presentaciones, librerías de la ciudad (ver aparte), y venta en los parques. No es una cooperativa porque el único ingreso de publicidad va a las impresiones y gastos, pero ya lleva en su haber varios subsidios culturales ganados.

“La esencia de Apología es contar como en el cuento La carta robada de Edgar Allan Poe, aquello que está a la viste y nadie ve. Poner a la luz aquello silenciado. Como buena propuesta de periodismo narrativo es el registro de época de la ciudad”, lanzó Beretta.

Cada edición se imprime 1100 ejemplares que llegan a manos de artistas, intelectuales, estudiantes, docentes y otros entes de la ciudad.

“Venimos escribiendo mucho sobre la pobreza, y cuestionado al caretaje de forma explícita, se puede decir que un poco de forma adolescente, y hasta se hizo antropología sobre la acumulación de la riqueza” deslizó Beretta, pero no conforme con lo construido, aseguró que la búsqueda continúa: “Resta escribir sobre la vida cotidiana de los ricos: contar que café toma el vecino que mira la ciudad desde el piso 40 de las Dolfines, no por odiarlos, sino porque justamente también son parte de nuestra sociedad. No tuvimos acceso, pero es una búsqueda”.

El origen punk entre Bukowski, Cerdos y Peces

La revista Apología comenzó a existir en 2010 en un grupo de tres jóvenes que fue mutando a lo largo de los años. En su comienzo fue más una mezcla de la revista literaria y el fanzine “como parte de la movida punk, con textos impresos de forma casera, explorando en el diseño gráfico, y emulando la Cerdos y peces de Enrique Symns, y el estilo de Charles Bukowski, que eran mis referentes principales”, recordó el joven periodista.

“Doblábamos, abrochábamos y fotocopiábamos los primeros tres números, hasta que se empezó a imprimir en imprentas en papel ilustración que al diseñador le gustaba para dar fidelidad a las ilustraciones de los colaboradores”, puntualizó.

Ya desde el comienzo los jóvenes querían investigar y contar la vida cotidiana en los barrios, las charlas con filósofos y artistas de la ciudad, “enfrentando al lector con su propia creencia, desde la exaltación de la marginalidad”.

Dónde se consiguen ejemplares de Apología:

Librería Buchín, Entre Ríos 735.

Librería El Lugar, 9 de Julio 1389

Librería Oliva, Entre Ríos 548.

Librería Argonauta, Rioja 725

Librería El Pez Volador, San Lorenzo 983.

Librería El Juguete Rabioso, Mendoza 784.

Librería Longo, Sarmiento 1173.

Libros del Bajo, Mendoza 878

Mercado Popular Rosario, Tucumán 1349 (La Toma).

Mal de Archivo, Moreno 477.

Librería Paradoxa, Mendoza 932.

Club Editorial Río Paraná, Oficina 25 del Pasaje Pam.

Cooperativa del Mercado Solidario en sus dos direcciones

El Trocadero, Santiago 989

Almacén de las Tres Ecologías, Paraguay y El Río.