Los datos estadísticos no dejan lugar a dudas: el mercado laboral argentino tiene preferencia de género. Los hombres tienen más oportunidades, mejores empleos, mayores salarios y más posibilidades de ascenso. Así lo refleja el reciente informe elaborado por el Instituto de Estudios y Formación de la CTA sobre la violencia económica que sufren las mujeres. En diálogo con Rosarioplus.com, su director, Julio Gambina, sostiene que “el sistema económico vigente es totalmente patriarcal”.

La población argentina tiene más mujeres que hombres. Según el último relevamiento realizado por la Encuesta Permanente de Hogares en los 31 principales aglomerados urbanos del país, las mujeres son la mitad más uno (51,5%). La tasa general de empleo alcanzaba a fines del 2015 (último registro) el 54,5%. Sin embargo, al poner la lupa sobre el género femenino, el índice  bajaba al 43,6% y al 31% para aquellas mujeres menores de 30 años.

El único registro en el que las mujeres superan a los hombres es el de la desocupación. La tasa general fue el año pasado del 5,9%. Para el sexo femenino ese valor estaba un punto por encima (6,9%) y en el caso de las menores de 30 años el porcentaje se elevaba al 14%. En números, significa que alrededor de 452.000 mujeres se encontraban en ese momento sin trabajo.

"Cuando uno pone la lupa sobre el mercado laboral en el país, se da cuenta que en términos generales la mujer sufre una clara discriminación. El mercado busca más hombres. Y como si fuera poco, las mujeres perciben salarios menores y tienen menos oportunidad de ascender en las jerarquías de las empresas, sean privadas o públicas”, sentencia Gambina, doctor en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA y profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la UNR.

A su juicio, estos números marcan que “la violencia de género ejercida contra las mujeres es cotidiana y más común de lo reconocido”. “Se habla mucho de la violencia física, pero poco  aparece en el debate la discriminación en el plano económico. Estamos hablando de un tema central de la problemática”, subraya.

Gambina introduce otros aspectos que subyacen de esta “enquistada discriminación”. Explica que las estadísticas no consideran como población económicamente activa a las amas de casa, por lo que la tasa de desocupación femenina (en Rosario, por ejemplo, duplica a la masculina) es mucho más alta de lo que indican los registros oficiales.

“Muchas mujeres que no consiguen trabajo dicen ser amas de casa cuando el encuestador les pregunta por su condición laboral. No dicen que están buscando trabajo”, dice. Y agrega: “A esto hay que agregarle que la mayoría de las mujeres hacen gratis los trabajos de cuidado. Trabajan gratis en sus casas y en tareas sociales”.

Para Gambina, la discriminación no se da solo en la “relación capital-trabajo”. La inequidad de género alcanza también a la política, a las organizaciones sociales, a sindicatos, cooperativas y mutuales. Si bien “hubo un avance” en las últimas décadas, aún es “abrumadora la presencia del hombre como dirigente social y político. “La cultura hegemónica cree que no está preparada para para tomar estos liderazgos”, reflexiona.

Pone como ejemplo lo que sucede en el gobierno de Mauricio Macri. “Hoy en el poder Ejecutivo se advierte la menor participación de las mujeres en los cargos directivos. No solo en el gabinete, también en los equipos asociados a los ministros. La tendencia de la burocracia estatal de este gobierno apunta a consolidar la discriminación sobre la mujer”.