Miguel Savage es uno de los sobrevivientes de la Guerra de Malvinas. Y en estas casi cuatro décadas que pasaron desde su ida a la islas cuando era apenas un colimba, recordó una emocionante historia: la del pullover azul que encontró en la casa de una familia kelper, que lo salvó del frío y devolvería años más tarde. Pero al cumplirse 39 años del final de los combates, habló en Sí 98.9 para contar de manera conmovedora cómo se vivió ese 14 de junio, el último día de la Guerra. 

Así describió Savage la escena del final de los combates: “Ese 14 de junio de 1982, recuerdo que éramos miles de soldados ya replegados, que habíamos perdido entre 20 y 30 kilos. Nos habían rearmado el día anterior, después de que nos habían dado de baja todas las que teníamos, por orden de la propia armería del Regimiento. La consigna era que iba a haber una gran batalla final atrás del pueblo, en la zona del aeropuerto. Nosotros no lo podíamos creer. Estábamos marchando por una calle de ripio, como vacas para el matadero, con un frío polar que nos pasaba las camperas, en estado casi terminal. Habíamos sobrevivido con el Regimiento 7 a la Batalla de Monte London, que fue la más sangrienta de la guerra. Era increíble, pero nos mandaban a otra batalla. Mientras los milicos que nos mandaban estaban en casas, con borcegos lustrados y engominados. Hasta que se detiene la fila y nos tienen como una hora en el descampado, hasta que nos dan la orden de volver. Y cuando estábamos llegando al pueblo, veo corridas, algunos colimbas que pateaban cercos, otros que se abrazaban. Sin que nadie me lo explicara, me di cuenta que había terminado la guerra. Y lo que sentí fue un alivio enorme. Tristeza por nuestros amigos que habían muerto, pero al mismo tiempo euforia porque sabíamos que nos íbamos a reencontrar con nuestras familias. Era como si algo hubiera hecho que nos llegue una soga para poder salir del pozo en el que estábamos”.

Consultado por Arach y Aguilar en la radio sobre cómo habían hecho para sobrevivir con poco abrigo, sin comida, con armamento limitado y sin preparación para una guerra, Savage respondió: “La mente humana es increíble cómo despliega herramientas ante una situación límite. Yo era un pibe de clase media, nunca había pasado privaciones. Y de repente me encuentro en un pozo, pasando dos meses con mucho frío, a mate cocido y caldo, sin alimentación. Perdí unos veinte kilos, vi morir amigos de hambre, vi otros colimbas que se pegaban tiros en el pie para que se los lleven evacuados. Fue como si hubiéramos estado en un experimiento científico de resistencia, con jefes que eran la Dictadura, no éramos un ejército sanmartiniano. Y en ese marco, ese grupo de pibitos desorientados nos dimos cuenta que si no hacíamos algo, nos moríamos todos de hipotermia y hambre. Así fue que empezamos a hacer 12 kilómetros por día para ir al pueblo a buscar en los tachos de basura, a carnear animales, a robarle a nuestros jefes en las carpas su comida sólida, a riesgo de los castigos inhumanos a los que nos sometían si nos agarraban. Pero cuando estás así, te aferrás a lo que sea para vivir. Nosotros parecíamos sobrevivientes de Auschwitz”.

En el final de la nota, Savage contó la anécdota del pullover azul, que devolvería 24 años después cuando pudo volver a Malvinas. Escuchá la entrevista completa.

El último día de la Guerra de Malvinas contado por un ex combatiente