No hay nada que indique que la Iglesia católica vaya a cambiar la elección del celibato de sus integrantes en corto plazo, aunque el propio papa Francisco admitió semanas atrás se podría revisar esta disciplina, al considerar a la norma en la iglesia occidental como “una prescripción temporal”.

“En la Iglesia Católica hay sacerdotes casados: todo el rito oriental es casado. Todo. Todo el rito oriental. Acá en la Curia tenemos uno, hoy mismo me lo crucé, que tiene su señora, su hijo”, planteó el pontífice en una entrevista con el periodista Daniel Hadad al ser consultado sobre el celibato.  

“El celibato en la iglesia occidental es una prescripción temporal: no sé si se resuelve de un modo o de otro, pero es provisoria en este sentido; no es eterna como la ordenación sacerdotal, que es para siempre, te guste o no te guste. Que dejes o no dejes es otro tema, pero es para siempre”, añadió Francisco.

Cuando se trata de recabar información actualizada en cuanto a las bajas en el sacerdocio, la respuesta es que no hay datos constatables generalizados ya sea nivel local o nacional. En Roma sí hay una estadística desde el Vaticano, donde la Congregación para el Clero y la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica aseguran que en los últimos años las salidas son “permanentes”. Se habla de unas 2.300 deserciones al año entre sacerdotes y miembros de congregaciones religiosas.

“Antes de hablar de celibato lo correcto es hablar de sacerdocio y de la vida consagrada, ya que se entiende desde la consagración a Dios”, dice a Rosarioplus.com el párroco Lucas Policardo, especialista en derecho canónico, a cargo de la parroquia San Juan Bautista en el barrio de Refinería. Según el religioso, la palabra celibato remite al latín, y en la vida sacerdotal “debe ser un reflejo de que no solo pertenecemos a este mundo, también somos ciudadanos del cielo y  vivimos para la eternidad”.   

“El celibato es un don de Dios como el sacerdocio y por eso se entiende solo desde la fe. Por eso digo que no todos pueden entenderlo y el que pueda entender que entienda. Es una opción libre, pero si uno elige ser sacerdote asume el celibato, por ahora es así en la iglesia latina y es una regla que tiene 1800 años. Es una respuesta a Dios por un llamado a ser sacerdote”, precisa.

Policardo duda que ante un cambio en la Iglesia, los sacerdotes en actividad puedan casarse porque, según explicó “ya no existe” esa tradición, y lo que sí “siempre existió es hombres casados que se hacían sacerdotes”. En ese sentido infiere que estas cosas hay que analizarlas desde la teología con una mirada profundamente espiritual. “Se dice que si los curas se casaran habría muchos más sacerdotes, lo que es una falacia”, sustenta.

Por otro lado, reconoce que existen contradicciones en el sacerdocio, pero que éstas también están en todos los aspectos de la vida. “Yo tengo muchos amigos curas que se enamoraron y luego se separaron. Las contradicciones forman parte de la naturaleza humana y negarlas es negar lo que somos, porque la fragilidad humana está a la orden del día, pero uno tiene que volver a elegir todos los días. Yo elijo todos los días mi sacerdocio, a pesar de las dificultades y las injusticias”, afirma.

Para cerrar su idea, el clérigo prueba su postura y expone que antes de que se aplique el celibato ya había un estilo de vida, y después de eso aplicó la ley. “En el Siglo III hubo un concilio y en el Siglo V se comenzó a regir. Hubo 500 años son ley, pero después hubo 1500 con ley que se vivió con sus aciertos y errores.  No podemos decir que el celibato es algo malo e impuesto o un invento de la iglesia: está en el Evangelio”.

Padre Lucas Policardo
Padre Lucas Policardo

Dejar la Iglesia y formar una familia, otra vocación

El cura dispensado de su ministerio normalmente no abandona la Iglesia, sino que sigue en ella como fiel común y corriente. El Derecho Canónico dice que el sacramento del orden imprime carácter, por lo que el sacerdote nunca deja de serlo, nunca es “ex sacerdote”, sino “sacerdote reducido al estado laical”.

Carlos Colonna es oriundo de San José de la Esquina, en el departamento Caseros. Tras cumplir con el servicio militar, en 1983 ingresó al seminario de Capitán Bermúdez, se ordenó sacerdote en el año 1991 y dejó su misión en 1998. Después de dos años de sacerdocio, cuando murió su madre, entró en una profunda crisis personal de connotación afectiva, existencial que le hizo replantear si realmente su vocación era seguir al frente del ministerio. “Yo nunca tuve dudas de fe, sí dudas sobre mi función ministerial, como que eso no era lo mío”, admite y narra que luego de esa crisis fue designado párroco en Espíritu Santo (Cochabamba 6350), y todo volvió a ser igual. Estuvo solo un año y después dejó el sacerdocio.

Carlos Colonna: una crisis personal le hizo repensar su función como sacerdote.
Carlos Colonna: una crisis personal le hizo repensar su función como sacerdote.

“Es muy difícil hablar desde supuestos y qué habría pasado si la Iglesia me hubiese permitido tener una familia. Me cuesta decir que si yo hubiese tenido una familia hubiera continuado con el sacerdocio. De hecho nunca dejé de participar en las actividades de la Iglesia Católica. En este momento soy docente de catequesis en varias instituciones religiosas”, comenta Carlos, que recién en 2004 salió su dispensa, cuando ya tenía 40 años. Ahí fue cuando se casó por iglesia con mi compañera. “Yo la conocía desde antes de dejar el ministerio, pero formé pareja con ella en el año 2002, cuando nos casamos por civil”, aclara.

Carlos Colonna con su familia.
Carlos Colonna con su familia.

El peso del celibato durante el sacerdocio

“La verdad es que nunca me pesó y la verdad es que el celibato tiene una razón de ser. El hecho de que yo no lo haya sostenido no me convierte en un negador de valor que tiene el celibato. Me parece muy valiosa la consagración absoluta a Dios desde todos los órdenes. Durante mis años de sacerdocio lo viví plenamente y no fue un obstáculo o la razón para que deje el ministerio”, consiente.

La realidad de dejar el sacerdocio es mucho más compleja que la dicotomía de formar una familia o no. Es una realidad psicológica, espiritual y afectiva que se va combinando, algo muy difícil de poner en palabras. La promesa de celibato o los consejos evangélicos no son de institución divina, pertenecen a la cuestión eclesiástica por lo cual el papa es quien concede esa dispensa de ese compromiso asumo en su momento.

En cuanto a la posibilidad de que los sacerdotes se casen y formen familias, Carlos opina que sí, podría ser. Pero el paso se debe dar como los hicieron las iglesias orientales, en la iglesia occidental solo se llega al diácono. “Podría ser un paso atendiendo a una necesidad y función pastoral que se debe cubrir darles la orden sacerdotal a los hombres casados, pero creo que hay que rescatar el valor del celibato, más allá de lo administrativo organizativo porque es necesario en la comunidad tener una persona consagrada plenamente a Dios”, justifica.

Carlos “Chingui”  Fernández de 59 años, actualmente profesor de filosofía en la UCA, fue párroco de la iglesia Asunción de la Virgen, en la zona más carente de Fisherton, donde hizo su gran obra el cura tercermundista Elmo Gorza. Fue sacerdote durante 13 años y se vinculó con la iglesia desde muy chico. Ingresó al seminario a los 13 años, donde hizo el colegio secundario. En 1996 se fue a estudiar filosofía a Roma y luego a la vuelta fue cura párroco hasta que decidió correrse y ser dispensado de esa promesa que le fue otorgada por Benedicto XVI. Ese momento fue un cierre para esa crisis que había tenido.  

En su caso personal hubo varios factores. “Yo tuve una crisis personal que luego derivó en una crisis ministerial, que también afectó a la promesa del celibato, que además es un tema que va acompañado de una decisión de un momento de mi vida que decidí vivir así y fui muy feliz viviendo de esa manera porque tenía una razón de ser”, narra Chingui.

Para quien fuera un cura de fuerte trabajo barrial el celibato hay que encuadrarlo dentro de una vida toda, donde también está la dimensión afectiva, pero sucede que “cuando la vida ministerial no llena se comienza a buscar la satisfacción en otro lado”. Aunque vale decir que “hay quienes dejaron el ministerio pero continuaron con su vida celibatal y otro como yo que optamos por formar una familia”.

A mi mujer la conocí en el límite, casi cuando estaba dejando el sacerdocio y si bien no fue la causa por la cual dejé el ministerio sí influyó en mi decisión, fue una oportunidad. En algunos casos es la causa, el mi caso se dio en el límite y por eso yo hablo de una crisis mayor, donde apareció esta posibilidad de este estilo de vida que en otro momento no me lo hubiese planteado.