La nocturnidad es uno de esos temas que permanece en la agenda pública desde hace mucho tiempo, pero que nunca alcanza los consensos suficientes. Los debates no llegan a ordenarse, y resulta difícil entender de qué se está hablando. Los intereses de los distintos actores quedan sin representación, y las oportunidades de contar con una norma actualizada y efectiva se pierden una tras otra. 

Generar una normativa capaz de evitar incoherencias e insuficiencias es una de las principales responsabilidades institucionales que enfrentamos los y las concejalas. Actualmente se encuentran vigentes las ordenanzas de Espectáculos Públicos (N°7218/2001) y de Bares (N°1732/1964). Ambas demostraron ser incapaces de regular una realidad que fue mutando y adquiriendo dinámicas desconocidas al momento de confeccionarse.

Las sucesivas modificaciones de la norma vigente provocaron múltiples contradicciones e inconsistencias. Esto hace necesario ordenar y simplificar el marco que regula la actividad nocturna. El objetivo es conciliar los intereses de la actividad económica comprendida en la nocturnidad, los consumidores que asisten a eventos y establecimientos, y los vecinos que pretenden descansar.

En la ciudad contamos con experiencia y personal idóneo en áreas de Control y Convivencia, y ese potencial debe ser aprovechado para optimizar el diseño de la política pública que ordenará las actividades de la nocturnidad. Es indispensable simplificar los procesos burocráticos con las otras oficinas relacionadas al proceso de habilitación y puesta en funcionamiento de las actividades, eventos o establecimientos.

¿Por qué Rosario necesita una ordenanza de nocturnidad?

El caos normativo y la falta de vocación política para incentivar esa franja horaria como un ámbito de desarrollo económico afectan a empresarios, trabajadores, consumidores y vecinos, y también generan efectos negativos sobre todos los servicios conexos. Ese es un acuerdo generalizado entre todas las concejalas y concejales que presentaron nuevos proyectos.

Nos toca romper viejos paradigmas que piensan la noche únicamente desde las sanciones. Queremos construir una visión que incorpore una concepción integral de la ciudad y la proyecte como un polo de atracción turística a nivel nacional e internacional. La vida nocturna constituye un factor esencial para pensar las dinámicas urbanas, cómo los rosarinos y rosarinas se apropian de los espacios de la ciudad y se sostienen las actividades económicas.

Nuestra propuesta tiene una definición concreta: si queremos regular la noche, ocupémonos de la noche. Por esa razón, planteamos una normativa que rige durante el horario que comprende estas actividades, desde las 18 hasta las 6. Si mezclamos todo, no podemos esperar tener buenos resultados. Esto es algo que nunca se hizo, y creemos que, en parte, explica el fracaso de las anteriores discusiones.

La iniciativa se respalda en la Ley Nacional N° 26.370 de Espectáculos Públicos y dialoga con el proyecto presentado por el Diputado Nacional Eduardo Toniolli en la Cámara de Diputados de la Nación. Se basa en una perspectiva de políticas públicas de “mostrador único”, que consiste en generar áreas con capacidad y funciones de coordinación interna que permitan una más eficiente interacción con la ciudadanía y faciliten la concreción de los trámites comprendidos en la burocracia estatal.

¿Por qué Rosario necesita una ordenanza de nocturnidad?

Entendemos la nocturnidad como una industria sumamente dinámica y con un gran potencial de generación de puestos de trabajo y movimiento comercial. Y una industria del entretenimiento nocturno fortalecida implica mayor seguridad: si hay más posibilidades de esparcimiento para la población, se mantienen los espacios habitados, controlados y con una más intensa vida comunitaria.

Nuestro proyecto abandona la lógica de los rubros, que fue la principal traba para los anteriores proyectos, y propone una asignación de certificaciones basadas en criterios objetivos y cuya combinación se realice en función de las particularidades de cada establecimiento o espectáculo. Para eso, creamos el Área de Convivencia Nocturna, con personal especializado que sea capaz de analizar y brindar asesoramiento y un mejor control.

Estamos presentando una norma con la suficiente flexibilidad para que el municipio tome decisiones de gobierno adecuadas según la transformación de las características y el funcionamiento de las actividades de esparcimiento nocturno. Con ese fin, diferenciamos subcategorías al interior de cada una de las certificaciones para ganar precisión y objetividad en los controles, independientemente de la denominación o rótulo de cada establecimiento o evento.

Hay que hacer mejores políticas públicas y avanzar en la especialización de las tareas vinculadas al control de la nocturnidad. Para eso necesitamos equipos y áreas institucionales con capacidad para realizar un análisis de las unidades de negocio y organizar su funcionamiento según una lógica de anticipación de problemas y no solo de aplicación de sanciones.

El objetivo de una política pública integral para la nocturnidad debe sostenerse en el conocimiento del público y las especificidades de la actividad para planificar las medidas adecuadas a las necesidades de las actividades nocturnas. Si no mejoramos las políticas públicas, será imposible resolver la precarización de las actividades y de los trabajadores que se desarrollan en el contexto de la nocturnidad.

Tenemos que adoptar una perspectiva más específica y ceñirnos a lo que regulamos. Estamos tratando el funcionamiento de los establecimientos y eventos que se desarrollan durante el horario nocturno. Ya vendrá el momento para las otras discusiones. Ahora nuestro deber es lograr una mejor normativa para todos los rosarinos y rosarinas.