La avioneta Piper Cheroke roja y blanca ya está lista para despegar. Aunque no será el primer vuelo del piloto paraguayo Juan Ramón Fleitas González, lo que él no sabe en esta húmeda y pegajosa madrugada de Asunción, es que la de hoy será la última vez que surque los aires en mucho tiempo. Es sábado 22 de febrero de 2020, está por amanecer y en pocas horas los canales de televisión, la Justicia federal, ministros, fiscales, policías santafesinos y hasta la Interpo, hablarán de esta avioneta que está siendo cargada con bolsos y bidones de combustible.

La matrícula de la aeronave es ZP-X060. Se sabrá después que Fleitas -nacionalizado argentino y con residencia en Lanús- ya hizo varios viajes de este tipo. Pero igual en este momento debe estar transpirando, por el calor y la tensión. La avioneta tiene capacidad para cuatro pasajeros, pero su piloto va solo: lleva 200 kilos de cocaína y en el sitio de destino tiene que ubicar una "pista de aterrizaje" clandestina, marcada hace pocas horas antes en un campo. Como es habitual, no podrá comunicarse con torres de control, para no ser avistado. Debe llegar, descargar la droga, cargarse él mismo el combustible y volver a Paraguay. La maniobra no debe durar en total más de cinco horas. 

Cerca del punto de aterrizaje, lo esperan los otros integrantes de la banda, quienes lo contrataron. Pero Fleitas no sabe que también están expectantes las fuerzas de seguridad, de tres países. Es que alguien más sabía de este viaje y lo entregó. Más adelante se conocerá que la mismísima DEA norteamericana infiltró al grupo narco en Paraguay y notificó de este envío a los organismos de seguridad de ese país y de la Argentina. El mensaje de los agentes de inteligencia yankis tenía, sin embargo, algunas incertezas. Se sabía que saldría este cargamento, pero no el destino final de la Piper roja. 

El viento cálido del centro santafesino 

Se supone que puede ser la provincia de Santa Fe, aunque también se piensa en Santiago del Estero. Por eso, con la avioneta en el aire, en Argentina los organismos de seguridad empieza a georeferenciar el vuelo. Y a media mañana, del sábado 22, ven que el punto en el mapa deja de moverse en la zona rural de Naré, a 105 kilómetros de la capital santafesina, en el Departamento San Justo. ¿Aterrizó? Los testigos en el lugar, contarán después que vieron cómo el piloto intentó bajar cuatro veces, sin dar con el objetivo. Por el viento, Fleitas no lograba estacionar la nave en la "pista", que era en realidad unos pocos metros de pasto recién cortado. Y al quinto intento, el aviador se tiró igual. Pero la fuerte ventolina lo hizo chocar contra un alambrado. Fleitas González queda herido, tal como se verificará luego por las manchas de sangre en el tablero de la avioneta, pero igual logra avisar lo que pasó a un ex policía santafesino con varias causas abiertas, de nombre Carlos Alberto "Pipi" Maldonado, quien lo tiene que ir a buscar.

Son socios de Los Monos y llevan más de un año prófugos: los busca hasta Interpol

Maldonado llega en un Palio azul para recoger al cargamento y al piloto. La avioneta, queda allí, chocada. Quienes ven escaparse a ambos por caminos rurales contarán que el Fiat "pasó rápido y vacío a la ida, pero mucho más pesado a la vuelta", se supone que por la cocaína escondida en el baúl. El aviador y el ex policía huyen a Laguna Paiva y esconden el auto de la fuga en un galpón, adonde llegan Claudio Casco y Lorena Melgarejo, los otros integrantes de la banda. De ahí, en un Focus rojo, se van a Santa Fe. Y desde allí encargan un remise para Fleitas, pensando en que se pueda volver a Asunción. Horas más tarde, con todos los caminos vigilados por la policía provincial, el aviador paraguayo caerá en un retén policial en ruta 11. Le había pagado 10 mil pesos al remisero y tenía otros 20 mil en los bolsillos. En sus dos antebrazos tenía tatuada una avioneta, señal de que lo suyo era volar y que era una de las personas que estaba buscando a esa hora el Ministerio de Seguridad de la provincia.

A Fleitas rápidamente le aparecen abogados para defenderlo: son los mismos que defienden a Emanuel González, hijastro del narco Luis Paz, que era a su vez el padre del "Fantasma" Paz. El crimen de este último, en septiembre de 2012, fue el que inició una feroz zaga criminal de enfrentamientos con la banda Los Monos

La escena vuelve ahora a la avioneta, donde ya no está el cargamento de droga en los asientos de atrás. Cuando llega la policía, sólo encuentra la aeronave y algunas manchas de sangre. Pero unos "detectores de trazas" que había hecho traer Marcelo Saín al asumir en la cartera de Seguridad -los había usado durante su paso por la PSA- fueron la clave para encontrar rastros de cocaína en la Piper. Y mientras los investigadores trabajan buscando huellas, en medio del limbo en el que todavía está, el piloto brinda pistas sobre Maldonado, que caerá diez días después en un paraje cerca de la localidad de Tostado, en el norte santafesino. Apresado el ex comisario, no se logra dar con el paradero de Melgarejo y Casco, la pareja con más poder económico e influencias, que organizó todo el operativo.

La palabra del fiscal de la causa

La causa por los hechos que se narraron hasta aquí, recayó ese mismo día en el doctor Walter Rodríguez. Con pasado laboral en Lanús y a cargo hace un tiempo de la Fiscalía Federal de Santa Fe, el letrado le dice a RosarioPlus: "El origen de la investigación tiene que ver con una información que formula en estricto secreto la DEA, que es la agencia encargada de perseguir al narcotráfico en Estados Unidos y estaba trabajando en territorio paraguayo, con permiso de las autoridades de ese país. En aquel momento, en febrero de 2020, había librado una comunicación reservada a las autoridades provinciales, dando cuenta de la posibilidad de que partiera un vuelo clandestino a la provincia de Santa Fe".

Continúa el fiscal: "El alerta estaba circulando entre las fuerzas de seguridad y se estaba al tanto de lo que podía pasar. Pero tuvo un episodio accidentado, porque al piloto le habían cortado el pasto en un camino público, para señalizar adónde debía aterrizar con la droga. Y como tiene una mala maniobra, un ala de la avioneta da contra un alambrado de un campo. Así se inició todo. Cuando tomamos conocimiento del siniestro, las personas ya no estaban en la avioneta, claro. Empezamos entonces a buscar cámaras de seguridad de los municipios vecinos y a reconstruir cómo había sido el retiro de la droga y la huida del lugar por parte de quienes estaban involucrados en el caso".

Rodríguez consiguió identificar a cuatro personas, "dos de ellas han sido condenadas y dos están prófugas", señala. Como se dijo más arriba, el piloto y el ex comisario cayeron, pero Melgarejo y Casco todavía no. En este año y medio de trabajo, el fiscal encontró que la pareja tiene una "poderosa red económica y de complicidades". Y tal vez esté allí la explicación de su capacidad para evadir a la justicia.

"Como en toda investigación de este tipo, parte de lo que solicitamos es la situación patrimonial de las personas que están involucrados en la causa. Y detectamos que Melgarejo y Casco, antes de este episodio habían constituido más de 40 sociedades empresarias en muy poco tiempo, con la característica esencial de tener una simpleza a la hora de inscribirse", relata el fiscal.

Lorena Melgarejo y Claudio Casco, prófugos hace un año y medio.
Lorena Melgarejo y Claudio Casco, prófugos hace un año y medio.

Melgarejo y Casco -aprovechando una facilidad que permitió una "Ley del Emprendedor" que sancionó la gestión de Mauricio Macri- habían anotado empresas fantasma, que se estima sirvieron para lavar dinero originado del narcotráfico. "Detectamos que la mayoría se habían constituido desde una misma IP y en direcciones físicas que coincidían con domicilios vinculados a la banda Los Monos. Ambos ahora tienen pedido de recompensa nacional del Ministerio de Seguridad y pedido de captura internacional a través de Interpol", agrega el fiscal.

Desde febrero de 2020, cuando fueron con un Focus rojo a buscar al piloto paraguayo herido y al ex comisario, Melgarejo y Casco llevan 18 meses escapando de la justicia. "A esta altura, lo que podemos suponer es que si lograron profugarse todo este tiempo, es gracias al poder económico que mantiene este matrimonio y algún tipo de protección oficial. Si no, les sería imposible mantener en el tiempo su situación de evadidos de la justicia". Antes del incidente en San Justo con la avioneta que cayó con 200 kilos de cocaína, Melgarejo y Casco habían blanqueado más de 700 millones de pesos, facturados con esas firmas fantasma. 

La captura que no fue

Para Marcelo Saín, que en el verano de 2020 llevaba pocos meses al frente del Ministerio de Seguridad provincial, esta causa era clave para reconstruir los caminos de la llegada de la droga a la provincia. Por eso  mandó a actuar con rapidez esa mañana de la avioneta caída y pidió luego una intensa búsqueda de los prófugos.

El 26 de junio de 2020, entrando ya en la noche de un viernes, alguien pasó un dato: habían visto a Lorena Melgarejo entrar en la casa de su hermano, en uno de los barrios más calientes de la capital santafesina. El fiscal Rodríguez es notificado inmediatamente, pero cuando solicita al juez Marcelo Bailaque una orden de allanamiento para hacer la captura, el magistrado dilata la resolución del pedido, hasta que horas más tarde finalmente la sospechosa se escapa.

Ante el pedido de la Fiscalía, el juez esa noche respondió primero que debía llegar la orden por el sistema informático. Rodríguez cumple con esta instrucción y luego envía un segundo pedido, con un pronto despacho, pero Bailaque lo rechaza "por falta de fundamentos" y así los policías se ven impedidos de hacer el allanamiento al domicilio del hermano de Melgarejo. En ese rato, como en las buenas películas policiales, la narcotraficante santafesina se entera que la están por agarrar y se da a la fuga, en las narices de sus captores. Poco después, el entonces ministro Saín haría una presentación al Consejo de la Magistratura, solicitando juicio político por mal desempeño al juez Bailaque, explicando lo que había sucedido ese viernes.

Dos semanas antes de ese episodio de la fuga de Melgarejo, el mismo juez Bailaque había tenido un comportamiento muy distinto: en un escrito de la causa, había respondido que la banda investigada y esas dos personas prófugas tenían “capacidad corrosiva por la captación de estructuras policiales”, que les permitía evadir a la Justicia. Durante el proceso, se verificó por ejemplo que antes del hecho de la avioneta, Lorena Melgarejo había tenido 12 cruces fronterizos en un año hacia Brasil, Paraguay y Bolivia. 

Pero ese escrito del juez federal había sido dos semanas antes de la noche del escape. En aquel momento, el 11 de junio, se había negado a conceder a Melgarejo la exención del pedido de prisión que había solicitado María Celeste Roa Hertelendy, abogada de la narco prófuga.

En ese pedido a Bailaque, la abogada había dicho que su defendida era "víctima de una persecución" y que se mantenía en la clandestinidad "porque no estaban dadas las garantías constitucionales ni procesales para presentarse ante las autoridades". El juez negó la solicitud y planteó que había "peligro de fuga". Pero cuando tuvo todo para capturarla, dilató la decisión.

Se puede inferir que algo pasó en esos días que motivó la demora de Bailaque en dictar la orden de allanamiento de la narco santafesina. Fuentes consultadas para esta nota, sospechan que habría existido un favor económico en dólares por parte de la banda investigada para con el juez, para evitar la captura. 

Los contactos de Melgarejo

Melgarejo ya tenía antecedentes penales cuando cayó la avioneta. En el año 2000, con sólo 24 años, fue investigada en una pesquisa por venta de drogas por la Brigada Operativa Departamental de la capital provincial. Un mes más tarde, luego de una requisa de Drogas Peligrosas en su casa, es detenida con un arma, una balanza de precisión y marihuana en su poder. Fue condenada a cuatro años de prisión.

En diciembre de 2005, es detenida nuevamente. Tenía con su pareja de entonces una verdulería, que servía de fachada en la ciudad de Santa Fe para el narcomenudeo. Al año siguiente es sentenciada a seis años y teres meses de prisión. En 2010, la Cámara de Casación Penal le concede el beneficio de la prisión domiciliaria, por tener dos hijos a cargo.

En 2017, el mismo fiscal Rodríguez la encontró involucrada en una causa en la que investigó lavado de activos del narcotráfico, vinculada con el hijastro de Luis Paz. Quien estuvo a cargo de llevar este expediente fue el fiscal Gustavo Onel. Pero según se denunció luego, los agentes de la Policía Federal de Santa Fe filtraron información a Melgarejo, lo que le permitió eludir el avance de la justicia. 

Parte de este historial justifica los fundamentos del escrito que había presentado el juez Bailaque el 11 de junio de 2020, cuando señaló que "la falta de certeza sobre su lugar de residencia cuando ocurrieron los hechos investigados", era también motivo para poner en duda a Melgarejo, que aparecía en esos días ligada alternativamente a domicilios en Santa Fe, Córdoba y Rosario.

“Es importante resaltar el comportamiento de la imputada. En este sentido, no se puede soslayar que al momento de librarse las órdenes de detención (a fines de febrero de este año) Lorena Guadalupe Melgarejo y su pareja Claudio Andrés Casco se alejaron de su lugar habitual de residencia, por lo que en fecha 3 de marzo de 2020 se declaró la rebeldía de ambos y se ordenaron sus respectivas capturas nacionales e internacionales”, señaló el magistrado esa vez. "Y tampoco ha acreditado ocupación alguna que la arraigue a esta jurisdicción en grado razonable”, fundamentó Bailaque.

Insólitamente, 15 días más tarde de aquel escrito, el mismo juez tuvo la oportunidad de ordenar la detención de Melgarejo, pero la dilató con trámites burocráticos. La consecuencia de aquella decisión de Bailaque es que hoy Melgarejo y su pareja continúen prófugos.