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El martes comenzará el juicio a los dos policías acusados de adulterar la escena tras el siniestro vial donde perdieron la vida Emiliano Cáceres y Facundo Aguirre. Una de las agentes, la comisaria Sonia Gómez, es la madre de Federico Gómez, el joven que manejaba el vehículo a alta velocidad y que ya cumplió prisión domiciliaria desde su imputación en 2014 hasta abril de este año, imputado como responsable del doble homicidio.

Gómez y Fabián Fantín fueron imputados por incumplimiento en sus deberes como funcionarios públicos y por adulteración de pruebas. Ambas figuras son por omisión, por lo que se espera una pena condicional y no muy alta por no tener antecedentes penales. Si obtienen condena, serán inhabilitados en sus funciones policiales.

El fiscal Aníbal Vescovo, a cargo de la causa, detectó la comisión del delito porque Gómez se llevó las pertenencias de Emi y Faku luego del siniestro y adulteró pruebas de sangre de su hijo (las cuales nunca fueron halladas). Fue pasada a disponibilidad, y los familiares de los jóvenes pidieron que sea exonerada de la fuerza, lo cual resolverá Asuntos Internos una vez culminado el juicio, que se espera, tendrá una semana de duración.

Por este juicio desfilarán alrededor de 20 testigos, de los cuales 15 serán llevados por la querella y algunos son los amigos de los jóvenes que fallecieron, por haber presenciado el trágico momento. En esta semana previa habrá una reunión entre las partes para coordinar los horarios del juicio y las declaraciones.

El abogado de la querella, Ignacio Carbone, precisó a Rosarioplus.com que “Sonia Gómez invadio la zona perimetrada, manipuló elementos dentro del vehículo, y eso lo van a declarar los amigos de Emi y Faku que lo vieron”.

La madre de Facundo, Valeria Stortoz había asegurado a este medio: “Tenemos pruebas de que ella se quedó con actas firmadas y con pertenencias de los chicos, que quedaron en el auto después del accidente, y creemos que se las habría entregado al comisario”.

Luego de la muerte de Emi y Facu, los familiares buscaban esas pertenencias sin resultados, pero “diez días después dimos con la mochila de Facundo, porque sus amigos nos dijeron que ella se la había quedado”. Según indica, la mochila de Facundo fue devuelta de manera no oficial.

Esta actitud, según opina Stortoz, “fue un manotazo de ahogado, porque se le mezclaron los conocimientos de procedimiento policial con la desesperación de ver a su hijo culpabilizado, y en vez de salir a pedir perdón, lo cubrió”. A esto agregó Carbone, se agrava el hecho de que ella cumpla deberes de funcionaria policial, ya que “se conoció que el análisis de alcohol lo realizó siete horas más tarde, no se encontró el resultado, y lo llevó a la Jefatura (donde trabajaba ella) en vez de la comisaría correspondiente por la zona del siniestro”.