El incremento en la cantidad de balaceras que se registran a diario en la ciudad se convirtió en una de las principales problemáticas de la Justicia local; por esto, el Ministerio Público de la Acusación creó una la unidad fiscal para que investigue este tipo de delito.

En pocos meses, el área especial, que fue impulsada en septiembre pasado por la fiscal regional interina María Eugenia Iribarren, pudo identificar diferentes particularidades sobre las balaceras que ocurren en Rosario.

"La problemática es sumamente compleja porque hemos advertido que no solo se trata de una cuestión de narcomenudeo", señaló Valeria Haurigot, una de las fiscales que integra la nueva unidad, y remarcó que los motivos de los ataque son variados, "desde ajuste de cuenta por deudas a balaceras ordenadas desde la cárcel por personas que ya están imputadas por hechos gravísimos".

Respecto a la facilidad que algunos condenados tienen para solicitar ataques a balazos, la funcionaria judicial dijo: "Por la pandemia hubo una cierta relajación en el control del uso de telefonía celular, por la suspensión de las visitas, pero esto se desmadró porque la finalidad no era para que se cometieran delitos". Según Haurigot, en diálogo con LT8, se pudo determinar "que muchas de esas líneas se han utilizado con fines delictivos".

"El servicio penitenciario cuenta sector que realiza un control más estricto, desde donde trabajamos de manera directa para evitar filtraciones", advirtió la fiscal y comentó: "La persona que comete delitos tiene una crueldad nunca vista antes, advertimos una desconsideración total por el otro".

"Buscamos coordinar acciones con el Servicio Penitenciario para mejorar la seguridad en el acceso a telefonía celular", afirmó y agregó: "El tema de la cárcel es terrible, porque mueve una cantidad de violencia afuera, que antes no pasaba".

Sobre las balaceras en la ciudad, la funcionaria judicial indicó que "se ha vuelto una modalidad bastante común y que responde a múltiples motivos". Además, estimó que se realizan entre 5 y 10 ataques intimidatorios (sin heridos) por día en Rosario.

Por último, Haurigot se refirió a cierta característica que percibieron en los autores materiales de los ataques: "Muchas veces el tirardor es una persona fungible; hay una gran cantidad de jóvenes que están envueltos en estas redes, con diferentes roles, y que inclusive se jactan de ser parte de una organización como algo positivo, hay un cambio cultural que es muy difícil de digerir".