Por lo que se escuchó y leyó tras el acuerdo alcanzado entre el gobierno argentino y el Fondo Monetario Internacional, es evidente que para algún sector del oficialismo era una opción defaultear la deuda. El presidente del Banco Nación, Claudio Lozano, cree que no sólo se perdió soberanía en las concesiones que se hicieron sino que además, se abandonó la posibilidad de denunciar internacionalmente la ilegalidad del préstamo otorgado al gobierno de Mauricio Macri. Por supuesto que hay que seguir denunciando la toma de esa deuda que hoy somete al país a penurias que se creían ya superadas y así lo hizo en la Justicia argentina el procurador del Tesoro, Carlos Zanini. Pero para ser sinceros, ¿hay antecedentes de que estas denuncias prosperen?

Para Alberto Fernández, si no había entendimiento “hoy estaríamos analizando la posibilidad de un feriado cambiario”. De hecho el dólar blue cayó casi 10 pesos en una sola jornada y todas las señales del mercado fueron positivas hacia el entendimiento. El silencio de la vicepresidenta Cristina Kirchner es demasiado sonoro, pero debe ser interpretado en la misma lógica que trazó el Presidente: “No hay nada que festejar, nos dejaron un enorme problema e hicimos todo lo mejor para resolverlo”, señaló. Y también despejó las dudas para aquellos que creen que hay una salida recostándose en China y Rusia: “No entregan nada si no está en regla con los organismos internacionales de crédito”, le confió a la prensa.

Algunos analistas más osados arriesgaron que “Macri está más contento que Cristina con el acuerdo”. No contribuyen a la idea de que la oposición debe hacerse cargo por lo que hizo y pagar, aunque más no sea políticamente. Los mismos que ahora pretenden ver la “letra chica” del entendimiento firmaron en cinco minutos un desembolso de 57 mil millones de dólares de los que llegaron 44.500 y que el FMI otorgó contra todas las reglas, incluidas las suyas propias. Eso está fuera de discusión como el mismo hecho de que el organismo no es de crédito sino un instrumento político de Estados Unidos que en este caso apostó muy fuerte a la continuidad política del proyecto que encarnaba Macri para el país.

Sorprende también escuchar a economistas progresistas que veían en estas negociaciones las posibilidades de un despegue de Argentina. Critican fuerte al Presidente y también al ministro Martín Guzman, convencidos de que otra actitud hubiera parido un programa menos injusto para el país; un plan con mayor redistribución del ingreso. En definitiva, la misma crítica desde que asumió Alberto Fernández: ¿Por qué no acelera, por qué no profundiza en los cambios?. Y olvidan que la debilidad del Presidente parte de una debilidad del peronismo y del kirchnerismo, que debieron recurrir a su figura para asegurar el triunfo electoral. Parecen olvidar también la gestión de una pandemia global y la sonora derrota de las elecciones de medio término. Como si la economía se forjara en un tubo de ensayo. 

Pero tal vez, este debate interno del Frente de Todos -que claramente no es una estrategia sino el desborde de las pasiones políticas que siempre convivieron en el espacio- termine por ocupar todo el escenario discursivo entorno de las penurias que acarrea siempre ir a golpear las puertas del Fondo. Deben dejar en claro que nadie del FdT fue el responsable de la reentré del organismo a la vida del país. Y quizás algún día esto tenga consecuencias para quienes sí tomaron esa decisión a espaldas de todos y para beneficios de unos pocos.