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Por la cabeza de Macri ronda la idea de realizar unas elecciones legislativas que plebisciten sus decisiones y que potencien su imagen de cara al 2019. Para las presidenciales de 2015 el PRO se dedicó a decir, básicamente, que iba a sostener lo que estaba bien y mejorar lo que estaba mal. Irresistible propuesta que nadie pudo superar y hoy los puso al frente del país. Pero 2017 se presenta como un fenómeno desconocido para un partido que ya no agita su potencial desde los medios, sino que demuestras debilidad desde la Casa Rosada. ¿Cómo se plantea ganar una elección ya no desde la cómoda oposición sino teniendo que responder por lo hecho?

El cartón pintado del PRO se humedece y pierde el brillo que le dejó ganador en el balotaje de noviembre. Las limitaciones a la hora de gobernar (arrepentimientos públicos, marchas atrás, montajes fotográficos y pasos en falsos a nivel internacional) ponen al gobierno bajo la imperiosa necesidad de reactivar la economía antes de la campaña 2017 si quiere mantener la marcha victoriosa. Es eso o intentar que el otro no gane. Ensuciar la campaña sin ensuciarse las manos.

Es que, al parecer, el elemento que dio vida a la unión entre radicales y PRO es de nuevo el ariete de la próxima campaña. Lilita Carrió empujó desde fines de 2014 la unión entre el histórico partido y el grupo que lidera Macri para “sacar a los K” y ahora hace las veces de destructora de opositores de cara a las legislativas 2017.

Santa Fe, Córdoba, Capital y la provincia de Buenos Aires otorgan casi el 50% de las bancas en disputa. Y Carrió ya apuntó y disparó contra los opositores que lideran dos de esos territorios: Daniel Scioli y Antonio Bonfatti.

Scioli, quien a pesar de la derrota se mantenía como una figura de concordia dentro del Justicialismo, fue denunciado personalmente por Lilita en junio de este año. La diputada señaló que el ex gobernador bonaerense formó una “red de sociedades a través de las cuales transfería fondos de diferentes organismos del Estado provincial” y tenía una serie de testaferros que hacían negocios con el Estado. Los tiempos judiciales sirven para dejar el manto de sospecha durante toda la campaña.

El último fin de semana fue contra Bonfatti, a quién acusó vía Twitter de tener “complicidad” con los narcotraficantes. Nada nuevo, hace muy poco el periodista Jorge Lanata recicló la información que hace años existe en Santa Fe contra el socialismo. La computadora Apple del narco Luis Medina y la decisión de Bonfatti de no perseguir a quienes atentaron contra su casa son temas por los cuales el ex gobernador de Santa Fe todavía debe dar explicaciones. Sobre todo porque lo dejan muy expuesto ante este tipo de ataques. Ahora el candidato más potente del socialismo tendrá que exponerse si no quiere otorgar con silencio ante las palabras de Lilita.

Si bien Córdoba fue un distrito que empujó a Macri hacia la presidencia, la provincia parece moverse al ritmo de De La Sota, accionista mayoritario del massismo. No extrañaría para nada que de aquí a la conformación de alianzas y listas de candidatos el cordobés se vea señalado por inquisidor dedo de Carrió. 

La ciudad de Buenos Aires aparece como una suerte de búnker PRO para la presidencia, pero tampoco será raro que le pidan a Lilita que apunte sus cañones contra el exiliado Lousteau, no sea cosa que vuelva a recortar votos.