Esta semana se enturbiaron varias cosas. El estruendoso episodio en el  Hospital Provincial de Rosario en el que asesinaron a sangre fría a un policía a manos de delincuentes dejó un manto de conmoción y una sensación de desprotección total. A los tiros en una guardia médica y sin novedades en la investigación; total normalidad.

El hecho se politizó porque inmediatamente reactivó cuestionamientos sobre el funcionamiento del Ministerio Público de la Acusación (MPA). El gobernador electo Maximiliano Pullaro puso el dedo en la llaga al hablar de la poca predisposición del organismo fiscal para armar un comité de emergencia y dejarse llevar por el ocio del asueto provincial por la fundación de Santa Fe y el Día del Trabajador Judicial.

"Hoy no hubo nadie del MPA. Hoy no había nadie intentando dar respuesta; es gravísimo. No puede ser que hoy por ser feriado haya un solo fiscal”. Esa presunta falta de reacción de la fiscalía en horas cruciales volvió a poner en agenda las intenciones del radical de reformar la justicia provincial en algunos puntos. El MPA vuelve a quedar en la mira.

Claramente el estruendoso episodio le servirá como un fuerte argumento para avanzar con la prometida revisión integral del organismo que de por sí está internamente convulsionado. La fiscalía de Rosario no puede salir de los cuestionamientos por más que hace seis meses se avaló a María Eugenia Iribarren como jefa.

Pullaro ya ni piensa en tensionar con Omar Perotti, para qué. El radical asume tácitamente el ejercicio del poder y pone en marcha su motor. 
El próximo Ejecutivo provincial tiene un conflicto con los fiscales y ya se empieza a poner en marcha el proceso de reformas.

El tema electoral también embarulló bastante. En vísperas del ballotage entre Sergio Massa y Javier Milei se dispararon amenazas contra dirigentes, periodistas y personalidades que expresaron votar a favor del candidato de Unión por la Patria (UP) y se empañó el sprint final.  

Para colmo, La Libertad Avanza, con Patricia Bullrich de escudera, juega con el fantasma del fraude. Si no ganamos, la pudrimos, un viejo mecanismo de la derecha, utilizado por Donald Trump y Jair Bolsonaro. Más agua al barro, más nafta al fuego.

La última semana de la política grande transitó entre fármacos y aditivos, amenazas y miedo. El domingo debería primar la democracia y con ella algo de esperanza.