Es claro que las monedas perdieron casi todo su poder de compra como consecuencia de su propio deterioro frente al tipo de cambio y un galope inflacionario que subió en los primeros diez meses del año al 76,6%, según datos del INDEC. Por eso es que, incluso, ya comienzan a valer más por el metal del cual están hechas que por su valor monetario. Esta situación es visible en los comercios, donde las monedas resultan más una molestia que un tesoro. Los comerciantes aseguran que los clientes ya no las quieren y que prefieren redondear el precio de la compra que recibirlas.

El economista Alejandro Bonalumi dijo a RosarioPlus ubicó esta actitud en una de las consecuencias de la coyuntura. “Las monedas entraron en desuso, incluso el Gobierno dejó de fabricarlas porque su valor de producción es más caro que su valor nominal. Hoy en la vorágine de precios los comerciantes usan el redondeo y las monedas es plata dormida, un activo que no se tiene porque dejó de ser un bien de transacción”, sintetizó.   

Nadie quiere las monedas y los comerciantes se las sacan de encima

Más allá de su escaso poder de compra, legalmente son dinero y los bancos deben tomarlas si alguien quiere cambiarlas. “La verdad es que nadie quiere tomarse el trabajo de llevar una gran bolsa de monedas al banco que finalmente en buena cantidad pueden ser 1.000 pesos”, expuso el economista y señaló que esta situación es otro síntoma de la inflación que impera en Argentina.

El kiosquero Marcos Difilippo, referente de la cámara que agrupa al sector, dijo a este medio que en sus comercios están obligados a recibir todo el dinero que sea considerado como de curso legal por el Gobierno, pero más allá de esto, las monedas de menor denominación ya no tienen valor para la compra ya que, por ejemplo,  un caramelo arranca en 10 pesos y de ahí para arriba es el valor de los demás artículos de este tipo de negocios.

“Más allá de que el Gobierno no las saque de circulación, es la gente quien termina haciendo ese trabajo al no aceptarlas más. Tal es el caso de las monedas de 25 y 50 centavos o las de 1 peso que tampoco se utilizan”, explicó el kiosquero. Aunque reconoció que sí son necesarias las monedas de 5 y 10 pesos, de por sí muy escasas,  porque los billetes circulantes de esas denominaciones están en muy malas condiciones.

“Ahora se estila mucho al redondeo, la gente cuando el vuelto es monedas suele dejarlo a favor del kiosquero, en otras ocasiones pasa al revés y es el comerciante quien hace la rebaja de esa ínfima diferencia. La gente sabe que hoy por la inflación con 1, 2 o tres pesos no se hace nada”, apuntó para concluir.   

Nadie quiere las monedas y los comerciantes se las sacan de encima

Valen más en la fundición que en los bolsillos

El cálculo es contundente: un kilo de monedas de 2 pesos (las compuestas por dos metales de aleación) son 143 monedas, lo cual supone 286 pesos. Pero en una fundición, por ese kilo se paga alrededor de 980 pesos. Quiere decir que el material triplica en valor el poder de compra de esa moneda. Incluso en las redes sociales abundan las publicaciones que se ofrecen a comprar las monedas por kilo.

Al respecto, se aclaró que no hay delito en la fundición de monedas, ya que sólo se penaliza "el que cambia o modifica la moneda metálica o el papel moneda, logrando que aparente un valor mayor que el que tiene realmente" según la normativa.

En la actualidad, hay 9721,6 millones de monedas en circulación. Todavía circulan 406,3 millones de monedas de un centavo, 1272,5 millones de monedas de cinco centavos, y 2713,4 millones son de $0,10. Las monedas de 25 centavos suman 1008,7 millones, las de $0,5 son 747,5 millones, y las de $1 reúnen un total de 1964,3 millones de unidades. Por último, hay 1025,1 de $2, 400,8 de $5, y la más reciente, la de $10, ya acumula 183 millones.