El acto encabezado por Mauricio Macri en homenaje a Manuel Belgrano reunió a cientos de gendarmes en torno al vallado que cerró los accesos al Monumento a la Bandera para el público en general. En simultáneo, se desarrolló una protesta organizada por la “Multisectorial contra los tarifazos”, que terminó con represión de Gendarmería a los manifestantes en la esquina de Rioja y Buenos Aires. De este modo, se avizora cada vez con más fuerza que ante cada protesta organizada contra el gobierno de Cambiemos se responderá “a los golpes”.

En este contexto, se cristaliza un paralelismo entre esta práctica que va in crescendo y la gestión conducida por el macrismo: una gestión “a los golpes”. Esta concepción sirve como ¿metáfora? para describir los efectos y la capacidad de reacción ante los cambios en las medidas económicas y sociales durante este primer semestre. Las políticas implementadas fueron tan precipitadas y de tal envergadura que pareciera que no existe modo de abordarlas por separado, ya que todas tienen efectos en similar sentido, golpean a ciertos grupos sociales y benefician a otros.

Lo más reciente, el blanqueo de capitales con la excusa del pago de los juicios a jubilados. Esta medida golpeará a la Ansés y así a la factibilidad de sostener un sistema previsional inclusivo en el futuro, a lo que se podría adicionar la posibilidad de reducción de las contribuciones patronales (propuesta de Ley de Primer Empleo) y la suba de la edad jubilatoria.

Por otra parte, la quita de subsidios a los servicios públicos, y la consecuente suba estrepitosa de tarifas de luz, agua y gas, fue quizás el golpe más duro tras la devaluación de diciembre. Es que el incremento de costos para las empresas, en conjunto con la caída de la capacidad de consumo de los hogares, produce un círculo vicioso con multiplicadores negativos en toda la economía: inflación, caída de consumo, caída de las ventas de las empresas, caída en el empleo y, por lo tanto, una nueva caída en el consumo, y así el ciclo se reanuda.

Se puede enumerar una serie más de puñetazos siempre dirigidos a los mismos sectores: a las pequeñas y medianas empresas orientadas al mercado interno por medio del ajuste y la apertura de importaciones; a los asalariados por presiones sobre paritarias que no recompusieron el golpe inflacionario de la devaluación y shock tarifario; a los pequeños productores de las economías regionales por la suba del precio de sus insumos básicos (por ejemplo, el precio del maíz y gasoil de la lechería) ante un precio al productor deprimido, etc.

Hasta el momento, la velocidad y la certeza de las medidas implementadas dejaron poco espacio para la reacción de los sectores afectados. Pero cuando éstos intentaron reaccionar, los golpes ya no fueron una alegoría y se convirtieron en materialidad, como se vislumbró ayer en el Monumento. Por supuesto, el gobierno actúa como guante de aquellos que se benefician con la nueva política: los especuladores con tasas hiper-infladas que favorecen la bicicleta financiera, los exportadores, los fondos buitres, los fugadores crónicos que pueden blanquear sus capitales; es decir, los patrocinadores de esta flamante forma de gestionar: a los golpes.