Tras una larga y tensa jornada en las inmediaciones del departamento de Cristina Fernández de Kirchner en Recoleta, la vicepresidenta de la Nación salió para hablarle a los seguidores del Frente de Todos. Por la tarde, la zona había sido vallada por la policía de la Ciudad de Buenos Aires, por orden de Horacio Rodríguez Larreta. Y se habían dado escenas de violencia, cuando pretendieron impedir el paso de los manifestantes.

"Desde el martes, que el partido judicial pidió 12 años por cada año de los mejores que tuvo el pueblo argentino, se produjeron a lo largo y a lo ancho del país movilizaciones pacíficas", arrancó Cristina. Y después recordó lo que pasó durante la tarde, con las vallas que ordenó poner Larreta.

También recordó lo que sucedió el 9 de diciembre de 2015, cuando dejó la presidencia de la Nación y no pudo volver a su casa porque el barrio estaba sitiado por militantes macristas violentos con ella. "Tuve que dormir ese día en la casa de mi hija", contó. 

La vicepresidenta también destacó la cantidad de veces que hubo movilizaciones instigando a la violencia frente a su domicilio o por las calles de Buenos Aires, por parte del macrismo, marchando con muñecos con su rostro en bolsas mortuorias o inclusive una horca. E indicó que la policía de la Ciudad no actuaba ante esos episodios. "Lo hacen acá y ahora, en la puerta de mi casa, porque odian lo que yo llamo el odio a la alegría y al amor peronistas".

Cristina agradeció luego el apoyo popular y dijo que no le alcanzará la vida para agradecer tanto cariño. Después, invitó a la gente a irse a sus casas a descansar. Desde abajo, miles de militantes cantaban: "Si tocan a Cristina qué quilombo se va a armar".