Marcos Aviano dirige el Centro de Estudios Sociales y Acción Comunitaria (Cesyac), una asociación civil sin fines de lucro que trabaja principalmente en la defensa de los derechos de los usuarios y los consumidores. Es una de las mayores referencias en la ciudad en materia de control y cuidado de los precios. Su opinión asoma como una de las más autorizadas para intentar explicar lo que, en el sentido común, parece inexplicable: una compra en un supermercado de Rosario sale entre un 20 y 30 por ciento más cara que en capitales europeas.

Así lo reveló este miércoles Rosarioplus.com al comparar los precios de 20 productos entre Rosario y otras cuatro ciudades del mundo (Madrid, París, Montevideo y Santiago de Chile). La conclusión del muestreo es que en la relación precios y salarios, los rosarinos dejan cada vez más dinero en las góndolas de los supermercados.

¿Por qué ocurre esto? Aviano pone sobre el tapete dos fenómenos que están en la agenda de la economía en este 2016: inflación y devaluación. Sin embargo, su análisis es más minucioso. Señala que en Europa hay una “alta competencia  en el sector alimenticio”, mientras que en Argentina hay cada vez más “concentración”. “Con los dedos de la mano nos alcanza para contar las empresas que manejan el sector de los alimentos”, detalla 

¿Cómo se explica que comprar en un supermercado de París sea 22 por ciento más caro que en Rosario?

En la comparación con países de Europa, evidentemente somos más caros. Por un lado por la situación inflacionaria y el movimiento de los precios que tenemos acá y allá no la tienen. Pero también, y este es un tema central, es por la alta competencia que en esos países hay en el sector alimenticio. En Argentina no existe esa competencia. Con los dedos de la mano nos alcanza para contar las empresas que manejan el sector de los alimentos.  Esto lo podemos llevar al plano de los fabricantes como al plano de los supermercadistas. Hay concentración económica, cuando esto pasa hay menor competencia y por ende hay una tendencia de que los precios estén por arriba del promedio que deberían estar.

¿Qué puede hacer el consumidor ante esta realidad?

Mucho. Yo digo que hay una falta de información y conocimiento que tenemos los consumidores. Si uno sabe quiénes son los que fabrican y venden alimentos en Argentina, vamos a entender este panorama con un poquito más de claridad. Así como yo sé si el carnicero del barrio es dueño o no de su carnicería, es necesario hacernos esta pregunta cuando vamos a una superficie comercial grande. Hay información que algunos medios no quieren difundir porque dejan en evidencia a los sectores concentrados. Pero también hay poco interés por informarse sobre estas variables no menores. Es fundamental saber a quién lo estoy comprando. Ahí puede estar la respuesta por qué en ese lugar los productos son más caros o más baratos

¿La receta es no comprar en los supermercados?

Ojo que también encontramos en los grandes supermercados buenos precios, ofertas y promociones. El tema es que muchas veces por una cuestión de comodidad uno hace la compra cerca de su casa, o hace una compra de muchos productos sin importarle el precio porque tiene todo a mano en un solo establecimiento. Lo que no hay que hacer es quedarse con que la carnicería de la esquina es la más barata porque le compre una cosa y me pareció que conseguí un buen precio. Hay que conocer, informarse, saber dónde están los mejores precios. Lo fundamental es que el consumidor interprete que dónde está comprando no es el lugar más barato. Si nos quedamos solamente en el rubro supermercado, es obvio que no vamos a encontrar la mejor relación. Hoy hay un 20% de diferencia entre los precios de los cortes de carne de los supermercados respecto a las carnicerías

Esta concentración en pocas manos, ¿es propia de Argentina o se da en toda la región?

Es algo bastante latinoamericano que tiene que ver con el contexto general de concentración económica de la región. Acá hay grandes cadenas de supermercado nacionales, como el caso de Coto. Pero Coto es un ejemplo de cómo de ser un supermercado barato, que le permitía a una familia promedio resolver su compra en un solo lugar, hoy se ha posicionado en el lugar de la especulación. Ante la caída de alguna venta opta por el aumento de precios. Es mentira cuando los supermercadistas dicen que no son formadores de precios. En todos los eslabones de la cadena si se quiere ampliar un margen de rentabilidad, se puede formar los precios, algo que no pasa en ningún mercado del mundo. Es muy difícil avanzar cuando en una mesa de 10 son uno o dos los que se benefician. El Estado tiene que salir a actuar. Son pocos los que se benefician y muy pocos los que nos perjudicamos.

¿Por qué estos grandes supermercados caen siempre en la especulación y los aumentos indiscriminados?

Tiene que ver con la lógica empresarial y capitalista de un rubro que pasó de ser comercial a ser también financiero. Carrefour cuando vino a Argentina en la década del 80 estuvo tres años trabajando a pérdida. Fue un déficit insignificante para una empresa multinacional. Pagaron ese costo para instalarse en el país. Coto en su momento prefirió no tener mayores niveles de rentabilidad para instalarse y ampliarse como se amplió. Hoy tomaron otro rumbo. De todas maneras, es un gran boomerang en contra. Frenar el consumo y tensar la cuerda con los precios, es perjudicial hasta para estas mismas empresas.

Inflación y concentración van entonces de la mano...

Totalmente. Al no haber mayor oferta, mayor producción ni muchas empresas en todos los rubros, hay concentración. La mayor parte de la explicación de la inflación es la actitud y la respuesta errática permanente de que ante cualquier movimiento que pueda existir, el empresario aumenta los precios. Ese es el factor fundamental. Tiene que ver con la política, la economía y la historia de Argentina.

¿Qué concejos le darías a los consumidores en este contexto inflacionario?

Lo primero retrasar las decisiones de consumo que no sean elementales hasta abril o mayo hasta tener un poco más claro el panorama económico. También tratar de lograr otra lógica de consumo, tratar de comprar lo mayor cantidad y la mejor calidad, pero al menor precio posible. Para esto es necesario buscar nuevas alternativas junto a todos los que me rodean. Por último, es fundamental mentalizarnos que lo que tenemos más cerca y nos resulta más cómodo, tal vez no sea ya la mejor alternativa.