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Las restricciones a los agroquímicos que se utilizan en las cosechas será este año un tema de agenda en el ámbito legislativo provincial. El Senado deberá ratificar o rechazar un polémico proyecto aprobado en Diputados, muy flexible en los impedimentos a la hora de rociar los campos con plaguicidas. Académicos y ambientalistas se oponen a la iniciativa porque entienden que es regresiva (se reduce de 500 a 200 los metros libres de agroquímicos en áreas habitadas) y que no protege el derecho a la salud.

Al debate sobre los comprobados perjuicios que las fumigaciones causan en los cuerpos humanos, se le suma ahora la supuesta relación que tendrían estas sustancias tóxicas con la proliferación del mosquito que transmite enfermedades como el dengue, el zika y la chikungunya.

La Red Universitaria de Ambiente y Salud (Reduas), una ONG en la que participan profesionales universitarios, académicos, científicos y miembros de equipos de salud de todo el país, difundió semanas atrás dos informes en el que los agroquímicos aparecen como uno de los factores que explicarían, por un lado, el aumento de casos de dengue en la región, y por el otro, la aparición de malformaciones congénitas que sufren los recién nacidos en Brasil.

Reduas nació en agosto de 2010 tras celebrarse el 1º Encuentro de Médicos de Pueblos Fumigados, realizado en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Córdoba. El equipo de trabajo se creó ante la preocupación por los efectos en la salud humana que “genera el ambiente degradado a consecuencias de la actividad productiva humana, especialmente cuando esta se da a gran escala y sustentada en una visión extractivista”.

Dos profesionales santafesinos participan activamente de esta red. Se trata de Oscar Scremin, médico director del Instituto de Toxicologia Agraria de Rosario, Facultad de Ciencias Médicas, UNR y CONICET, y  de Fernanda Simoniello, quien se desempeña en la cátedra de Toxicología, Farmacología y Bioquímica Legal, Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas, Universidad Nacional del Litoral.

El dengue y una cadena natural rota

El primer estudio, redactado por el ingeniero agrónomo Javier Souza Casadinho (UBA), aclara que hay una “multicausalidad de factores” que explica el aumento de los casos de dengue en toda la región. Sin embargo, sostiene que es “indudable” que el modelo productivo basado en el monocultivo de soja transgénica, la utilización de herbicidas, fungicidas e insecticidas posee su impacto en la tasa de reproducción y supervivencia del vector.

Una de las tesis del trabajo es que la utilización de plaguicidas (glifosato, por ejemplo) y de insecticidas impactan en el desarrollo de los enemigos naturales de los mosquitos, en este caso sapos y peces que devoran tanto a larvas como a insectos adultos.

Estos plaguicidas provocan alteraciones en el desarrollo embrionario y en el sistema nervioso de estos animales, alterando sus posibilidades de supervivencia. El informe pone como ejemplo un trabajo de campo realizado sobre cursos de agua en la provincia de Buenos Aires (Agostini, 2005), en el que se comprobó las mezclas de plaguicidas sobre la supervivencia de anfibios.

La otra línea de investigación relaciona el cambio climático con la ampliación de la zona de distribución del mosquito. “La elevación de la temperatura y de las condiciones de humedad han propiciado tanto la ampliación de la zona de distribución como el incremento del número de generaciones anuales del mosquito y por ende mejores condiciones para la expansión de la enfermedad”, dice el texto.

Y agrega: “Ahora bien el cambio climático no ha ocurrido naturalmente o por azar, por el contrario se relaciona tanto con el incremento en las actividades industriales, los transportes, la quema de bosques que generan dióxido de carbono como con el descenso en la superficie cubierta por árboles, que absorben ese compuesto. De nuevo hallamos una relación entre el modelo de producción agrícola y la expansión de la enfermedad”.

El zika y la mano del hombre

El segundo informe, publicado el 3 de febrero, pone en duda la teoría que sostiene que la picadura de un mosquito con zika produce malformaciones en bebés recién nacidos. Las principales conclusiones del trabajo son:

​1. La epidemia de Dengue en Brasil se sostiene en forma endémica (permanente) en la marginalidad y miseria de millones de personas, sobretodo en el Nordeste brasileño. Ahora se suma la circulación del virus Zika, una enfermedad similar, aunque más benigna.

2. Se detecta aumento de malformaciones congénitas en forma muy llamativa, sobre todo microcefalia en recién nacidos. El Ministerio de Salud brasileño rápidamente lo vincula con virus Zika. Aunque desconoce que en la zona donde viven los enfermos desde hace 18 meses aplican un larvicida químico que produce malformaciones en los mosquitos, y que este veneno (piriproxifeno) el Estado lo aplica en el agua de consumo de la población afectada.

3. Las epidemias previas de Zika no generaron malformaciones en recién nacidos, a pesar de infectar al 75% de la población de los países, tampoco países como Colombia registran casos de microcefalia y si mucho Zika.

4. El piriproxifeno que se utiliza (por recomendación de la OMS) es producido por Sumitomo Chemical, una subsidiaria japonesa de Monsanto.

5. Los médicos brasileños denuncian que la estrategia de control químico contamina al ambiente y a las personas y no logra disminuir la cantidad de mosquitos, y que esta estrategia encierra una maniobra comercial de la industria de venenos químicos con profunda inserción en los ministerios latinoamericanos de salud y en la OMS y OPS.

6. Fumigar masivamente con aviones como se está evaluando por parte de los gobiernos del Mercosur es criminal, inútil y una maniobra política para similar que se toman medidas. La base del avance de la enfermedad se encuentra en la inequidad y la pobreza y la mejor defensa pasa por acciones basadas en la comunidad.

7. La ultima estrategia desplegada en Brasil y que pretende ser replicada en todos nuestros países es la utilización de mosquitos transgénicos; un fracaso total, salvo para la empresa que provee los mosquitos.

El foco del estudio está puesto en la decisión del Ministerio de Salud de Brasil de cambiar de plaguicida para combatir la enfermedad. “Se deja de utilizar temefós (agrotóxico organofosforado ante el cual las larvas de Aedes se volvieron resistentes) como larvicida e incorpora masivamente el veneno Piriproxifeno cuyo nombre comercial es Sumilarv fabricado por Sumitomo Chemical, empresa japonesa asociada o subsidiaria de Monsanto en América Latina”, reza el informe.

El piriproxifeno --explica la investigación-- es aplicado por el Ministerio de Salud de Brasil directamente en los resevorios de agua potable donde la proliferación de mosquitos Aedes es muy alta.

“Las malformaciones que se detectan en miles de hijos de las mujeres embarazadas que viven en las zonas donde el Estado brasileño colocó piriproxifeno en el agua para beber no parece una casualidad, por más que el Ministerio de Salud culpe directamente al virus del Zika por este daño, trate de ignorar su responsabilidad y descarte la hipótesis del daño químico”, señala el informe.