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Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, dos próceres de la canción de autor en Iberoamérica, estrenaron este sábado en Buenos Aires la tercera entrega de sus encuentros en gira se reúnen para encarnar lo que el autor de "Y nos dieron las diez" definió como “una celebración tribal e intergeneracional”.

En esta visita revisaron cierto machismo que se ha colado en algunas de sus canciones y declaraciones, y proponen corregirse. "Debemos cambiar todo lo que podamos. Hay reminiscencias (de machismo) que están adheridas al cuerpo como una verruga", dijo el catalán. En tanto, su colega disintió con algunas consecuencias de la avanzada feminista: "A mí me gusta mucho que exista una novela como 'Lolita' y me molestan los boicoteos a ese gran genio de nuestro tiempo que es Woody Allen”, dijo.

“Esto no es exactamente un espectáculo musical, sino además un homenaje a la amistad, a muchas cosas que nos han pasado y que nuestras canciones han reflejado y la gente se las ha apropiado, lo que produce una sensación de fiesta que nos gusta mucho”, se explayó Sabina durante una entrevista con la prensa porteña.

La amable charla en uno de los salones de un hotel del barrio porteño de Recoleta donde ambos trovadores se hospedaron, permitió que compartieran humoradas, reflexiones e ironías para presentar “No hay dos sin tres”, su nuevo espectáculo.

Tras ese paso porteño, la otra estación local de la gira que luego seguirá por Paraguay, Uruguay, México, Costa Rica y Madrid (España), tendrá lugar el miércoles 13 de noviembre en el Orfeo Superdomo de Córdoba, quizás debido a que fue aquí donde se gestó esta nueva entrega.

El reencuentro de los cantautores españoles tras las juntadas para “Dos pájaros de un tiro” (2007) y “Dos pájaros contraatacan” (2012), iba a lanzarse el martes pasado en Santiago de Chile, pero la revuelta popular que sacude al país trasandino suspendió la presentación.

“Que en Chile, ese país que suelen poner como ejemplo de democracia neoliberal haya sucedido este estallido, nos ha sorprendido”, confesó Sabina ante lo que Serrat agregó que “se está dando un movimiento de espontaneidad que como mínimo podemos decir que es muy curioso y que equipara lo de Chile a lo que sucede por estos días también en Hong Kong y en el Líbano”.

El catalán autor de “Mediterráneo” y “Disculpe el señor”, abundó que “es muy interesante lo que está pasando por cómo estos sucesos saltan de pronto sin que existan partidos o una dirigencia que los capitalice”.

Télam les preguntó a los artistas si ya que estos desbordes populares no reconocen dirigentes, sí pueden tener canciones y llevar las firmas de ellos, a lo que Sabina respondió “Yo no quiero que mis canciones se conviertan en banderas puesto que no me gustan las banderas y sí me gustan las canciones”.

“Las canciones cambian el mundo pero muy a largo plazo y cambian más el mundo personal, de las parejas, de la memoria, de la vida cotidiana que el de la política, lamentablemente”, se explayó el natural de Jaén, compositor de “Tan joven y tan viejo” y “19 días y 500 noches”.

Serrat, por su parte, consideró que “cada tiempo tiene sus canciones como va a tener su implacable futuro y sus banderas. Y esas canciones las van a hacer los que participen de este tiempo. Este es un camino que aunque pueda tardar más o menos no tiene marcha atrás y va a suceder sin que los dirigentes políticos se den cuenta”.

Mientras Joaquín iba degustando un vaso de espumante y rubia cerveza y Joan Manuel lo corregía pidiéndole que responda en plural a cada asunto, la ola feminista dominó la mesa con dos entrevistados y cinco cronistas masculinos cuando un colega recordó que en anteriores visitas conjuntas la dupla no abandonaba declaraciones que hoy se escucharían como incorrectas.

“En aquella incorrección había solamente una actitud históricamente machista que nos ha acompañado toda la vida y que seguramente ha cambiado porque está clarísimo que la situación que tenía la mujer y otros grupos marginados es algo a corregir. Debemos cambiar todo lo que podamos y ojalá sea todo lo que debemos porque a veces hay reminiscencias que están adheridas al cuerpo como una verruga”, razonó Serrat.

Menos cauto, Sabina expresó: “Después de decir 'Me Too', quiero decir que el exceso de corrección política está llevando a la autocensura de los artistas. A mí me gusta mucho que exista una novela como 'Lolita' y me molestan los boicoteos a ese gran genio de nuestro tiempo que es Woody Allen”.

Pero enseguida completó la idea asegurando que “de todas las revoluciones soñadas e imaginadas más o menos utópicas, la única que verdaderamente ha dado pasos de gigante es la feminista y yo me alegro mucho”.

Los comentarios sobre el electo presidente argentino Alberto Fernández y su perro Dylan motivó a que Sabina contara por qué llamó Elvis al gato más querido de los seis que tiene en su casa madrileña, y la broma compartida acerca de haber querido elegir a Beyoncé para sumarla a estos conciertos. Eso dio paso a que Serrat abriera su corazón al evocar su llegada a la Argentina hace casi medio siglo.

“Me alojé en el Hotel Alvear, que estaba en ruinas y donde jugaba al fútbol en los pasillos. Fueron años de la huelga Sitrac-Siam, del Cordobazo, de una revolución en la universidad y en las fábricas donde la gente se sentía sino dueña, partícipe del futuro y aquello a un joven que venía de un país oscuro donde la dictadura lo tapaba todo y estaba todo prohibido, le generó un deslumbramiento”, contó.

Serrat insistió que aquellos “fueron años extraordinarios y sigo siéndole fiel no al retrato aquel utópico que se creó en mí como en buena parte de la juventud argentina sino a este país que pasa de ser un lugar vital a uno deprimido, de un lugar encendido a uno ceniciento pero donde a fin de cuentas encuentro un rescoldo con el que yo me prendo con mucha facilidad”.