El realizador y guionista Ariel Winograd, que este jueves estrena la comedia dramática "Hoy se arregla el mundo", que con los protagónicos del reconocido Leonardo Sbaraglia y Benjamín Otero conforma una suerte de trilogía vinculada a la paternidad y sobre "qué es lo que nos une con nuestros familiares y cómo existen diferentes formas de vincularse", aseguró que "hoy en día, estrenar una película en el cine es un acto de resistencia".

"Por las razones obvias se perdió el hábito de ir al cine, nos olvidamos de lo que era, de que este es un arte colectivo tanto en su realización como a la hora de verla, de las reacciones, de escuchar una risa al lado y compartir las emociones con los demás", apuntó en diálogo con Télam el también director de la muy bien recibida "El robo del siglo", estrenada en enero de 2020, dos meses antes del estallido de la pandemia en el país.

Fue justo en ese momento cuando se encontraba cerrando el rodaje de "Hoy se arregla el mundo", que tras una repentina adaptación al trabajo de postproducción de manera remota y sortear los obstáculos que trajo la emergencia sanitaria, llegará a las salas con una propuesta emotiva y simpática que buscará unir nuevamente al público argentino con la ficción local.

Producida por Patagonik y con guion de Mariano Vera -al igual que en "Sin hijos" (2015) y "Mamá se fue de viaje" (2017), los dos títulos que se ubican bajo este mismo paraguas temático-, la cinta sigue la historia de David "el Griego" Samarás (Sbaraglia), el productor general de un popular programa televisivo en el que supuestas personas comunes se encuentran cara a cara y exponen sus conflictos amorosos, de amistad o laborales.

Ariel Winograd en el rodaje de "Hoy se arregla el mundo", junto al protaginista Leonardo Sbaraglia. (Télam)
Ariel Winograd en el rodaje de "Hoy se arregla el mundo", junto al protaginista Leonardo Sbaraglia. (Télam)

Soltero hace años e incapaz de sostener vínculos duraderos, el protagonista ve cómo toda su vida da un vuelco cuando Silvina (Natalia Oreiro), una expareja con la que comparte a Benito (Otero), un nene de 9 años con una fuerte personalidad y con el que nunca estableció una relación profunda, le confiesa que no es el padre biológico del chico.

Pero eso no es todo, porque el baldazo helado de la noticia tomará nuevas dimensiones a raíz de la repentina muerte de Silvina, tras lo cual la dupla deberá reconectarse desde lugares desconocidos, con momentos de mayor y menor éxito, mientras se embarcan en la misión de hallar al papá biológico de Benito.

Así, ambos personajes, pero en particular el de Sbaraglia, se encontrarán en medio de la encrucijada con nuevos sentimientos que cambian el significado de su relación y ponen en cuestionamiento sus formas de encarar el mundo que los rodea de una manera dulce y sensible.

De cara a su estreno, Winograd habló sobre el desarrollo del que es su décimo largometraje y el escenario en el que desembarca la producción, que también cuenta en su elenco con la aparición especial de Diego Peretti y el trabajo de figuras como Charo López, Luis Luque, Martín Piroyansky, Soledad Silveyra, Gerardo Romano y Gabriel Corrado.

- ¿Qué es lo que te atrae de estas narrativas? ¿Planificaste abordar el tema como un trío de películas o fue casualidad?

- Ariel Winograd: Uno como padre siempre se hace preguntas, piensa su infancia y cómo es uno en ese lugar, pero de alguna manera fue sucediendo con el tiempo y con los distintos proyectos. Para mí el desafío era que tuvieran tonos diferentes, y cuando recibí este guion sabía que tenía una sensibilidad diferente a los anteriores, y me resultó muy atractivo por la idea de la no repetición. Esta no es la típica comedia familiar para las vacaciones de invierno, pero sí creo que es una opción para toda la familia y un homenaje a "Luna de papel" (1973, del recientemente fallecido Peter Bogdanovich), que para mí es una de las mejores películas de la historia y me permitió tocar un matiz diferente.

- ¿Cuál es ese tono que la distingue de tus anteriores trabajos?

- AW: Yo sentía que tenía que tocar una tecla de comedia más melodramática, es más como una comedia indie estadounidense, en la que tenés más tiempo para profundizar en los personajes y en las escenas sin perder el ritmo. Acá es la relación del "Griego" con su programa de televisión y con lo que le pasa, inventa ficciones y al final su vida en cierta manera también es una ficción. Y hay algo muy ligado a qué es la familia y qué es lo que nos une, porque ya no existen más los patrones de antes. Llamémoslo paternidad porque en este caso él es un padre, pero es hacerse cargo de otra persona, de ver al otro, escucharlo y saber qué le pasa. Creo que es algo muy actual, porque nadie escucha nada, y él termina descubriendo algo que no quería ver por su nivel de acelere. Es una película que tiene mucha emoción, es muy verdadera.

- El ángulo de la comedia es el que solés utilizar para contar historias de corte más dramático como la de "Hoy se arregla el mundo". ¿Cómo te hallás en ese terreno?

- AW: Yo creo que la buena comedia surge cuando los personajes la están pasando mal, y cuanto peor la pasan, mejor la va a pasar el público. Siempre trabajo la comedia desde el drama, es un género que amo, no me veo filmando otra cosa y me voy a morir con las botas puestas en la comedia, porque me parece un género genial para transmitir ideas. Hacer reír a alguien o sacarle una sonrisa es algo que a mí me causa mucha emoción. No es la búsqueda de hacer reír por contar un chiste, es contar una historia que quizás es tan dura en la realidad, que poder sacar sacarte un rato de eso es muy satisfactorio. Esta vez encontré en Leo a un actor con el que nunca había trabajado y que en Argentina tuvo muy pocas experiencias en la comedia. Tiene un nivel enorme de compromiso y de transformación a la hora de interpretar a sus personajes, que el público lo pueda ver en otra faceta actoral me parece espectacular, y para mí fue un viaje muy lindo haber hecho esta película con él.

- ¿Qué expectativas tenés con el estreno en salas de cine?

- AW: Yo pienso que hoy en día, estrenar una película en el cine es un acto de resistencia. Es realmente un deseo que el público vuelva para valorar lo que era ver algo en pantalla grande. Esta es una película que tiene el plus de la experiencia de transitarla en una pantalla grande en relación a las plataformas, que no las desmerezco, porque nos salvaron y hoy son el corazón de la industria. Para mí todo eso es buenísimo, pero sí siento que se perdió el hábito colectivo de ir a ver una película en el cine y que si la gente se anima a ir de vuelta, puede volver a conectar con eso.

(Télam)