Durante años se ha estigmatizado internet por la capacidad que se le ha atribuido de alejar a las personas de los que tienen a su alrededor. Es cierto que las últimas tendencias han conducido sobre todo a los más jóvenes a relacionarse mucho más a través de diferentes redes sociales que en persona. Hay un motivo principal por el que esta práctica es más habitual en adolescentes y jóvenes: ellos son los auténticos nativos digitales, quienes dominan las herramientas. Además, se trata de una edad en la suele pensarse que los adultos no entienden nada, por lo que, de cualquier manera, la comunicación con ellos suele rebajarse notoriamente sin ayuda de las nuevas tecnologías.

Sin embargo, en situaciones más concretas, internet puede ser casi la única vía de comunicación con los que no tenemos cerca e igualmente nos importan. Aunque los chats de la primera década del siglo nos comunicaban sobre todo con desconocidos, lo que en estos momentos buscamos es relacionarnos con aquellos que realmente conocemos, por eso se imponen apps como WhatsApp o Skype, con las que entramos en contacto con aquellos de quienes tenemos sus datos personales. Personas de todas las edades están comunicándose con familiares y amigos en llamadas de video con varias personas a la vez, desde niños pequeños hasta la tercera edad. Nos damos cuenta, no obstante, de que es complicado colocarse frente a una pantalla a no hacer otra cosa que hablar, porque por norma general cuando nos reunimos con otros, hacemos algo más: ver una película, pasear, jugar, en definitiva, existen otros estímulos.

Es por eso que aplicaciones como House Party o Facebook Messenger, que incluyen juegos de realidad aumentada, están siendo los favoritos, añadiendo un toque lúdico a las conversaciones. Por otra parte, hay quienes precisamente prefieren sumergirse en un juego en el que encarnan un rol en concreto, como Fortnite o Animal Crossing, y a su vez emplear las herramientas de comunicación incluidas (chats integrados en los mismos juegos) o bien organizar la dinámica del juego apoyándose en otras herramientas como los grupos de Telegram. Este tipo de juegos han ido ganando adeptos paulatinamente, suponiendo una alternativa de ocio que reúne componentes tan importantes como la cooperación, la creatividad o la consecución de objetivos, pero todo con un perfil social muy predominante.

Tanto si se trata de juegos en los que debemos formar parte de un equipo como si decidimos incorporarnos individualmente a un torneo como los de 888 Poker Online, en los que jugamos contra otros individuos (adultos) para ir escalando puestos y llegar a ser el auténtico ganador, los usuarios de toda índole cada vez demandamos más juegos en los que sepamos que hay otras personas al otro lado de la pantalla, sean rivales o compañeros. El verdadero atractivo, pues, vuelve a ser hacer algo con otras personas y tener una sensación de pertenencia a un grupo. Contrariamente a lo que pueda parecer, en el mundo del poker no sólo hay expertos o jugadores apostando dinero, sino que muchas de las partidas que se desarrollan son con dinero virtual o de principiantes buscando pasar un rato divertido con una actividad que exija concentración, astucia y energía. De hecho es un juego elegido por muchos para desconectar de la rutina o de la presión en otros ámbitos del día a día, porque sin duda es muy inmersivo y necesita que el cerebro trabaje a tiempo completo. Debido a la variedad de la tipología de jugador, cuenta con numerosas opciones de juego, asegurando así que encontraremos oponentes que persiguen los mismos fines.

Lo mismo sucede con juegos como Minecraft, que sigue siendo uno de los favoritos a pesar de los años. Hay quienes entran a construir su propio mundo, huyendo del conflicto y haciendo uso del ingenio, y hay quienes organizan verdaderas narrativas, épicas o bélicas. Hay un lugar para todos, jugabilidad que también Fortnite heredó. Este tipo de juegos permiten expresar el propio yo y encontrar afinidades con otros jugadores, sean amigos o desconocidos.

Pero no sólo los juegos sirven como excusa para relacionarse con otras personas a través de internet. La música, que siempre nos ha movido a acudir a salas de conciertos o a karaokes, también invita a las reuniones online. Cuando los artistas deciden improvisar conciertos en directo desde sus casas, aquellos espectadores que se unan a través de Instagram o Facebook para verlos podrán interactuar tanto con el artista como con el resto de seguidores. No es obligatorio para poder ver el directo, pero prácticamente la totalidad de los usuarios decide participar activamente.

En realidad, hablamos de juegos, o de música, pero son muchas las personas que deciden compartir sus pasiones en estos formatos a través de internet, tengan 100 seguidores o 5 millones, con éxito, y creando comunidad y sensación de pertenencia a un grupo. Así, vemos cómo plataformas como Zoom están siendo utilizadas no sólo con fines académicos sino también para masterclass de cocina, maquillaje, sesiones de yoga, de cocina o de break dance. Incluso herramientas ideadas inicialmente para realizar o consumir streaming de videojuegos como Twitch están sirviendo de escenario para otras acciones, algunas de ellas con fines solidarios o de concienciación.

De cualquier manera, internet ha estado siempre conducido a generar opciones para cada necesidad. La versatilidad de la oferta actual hace que cualquier persona pueda encontrar la manera de identificarse, socializar y tener sensación de pertenencia a un grupo gracias a diferentes herramientas, sean orientadas directamente a la comunicación, sean simplemente algo secundario e inherente a otro tipo de actividad. No parece conducir precisamente a una situación de aislamiento, sino de autodefinición y reafirmación del propio yo.