Un meme muestra al presidente Alberto Fernández con cara de fastidio y abajo la leyenda “y ahora qué paso lpm…”. Se viralizó poco antes de conocerse su resultado positivo para Covid. De paso sirve el ejemplo para certificar lo que los especialistas venían diciendo: Sí, un vacunado puede contagiarse. Y, por lo que se sabe, puede contagiar. Seguramente menos. Como lo dijo el doctor Oscar Fay la vacuna es “preventiva, no da inmunidad total”. Pero todos la queremos. Por eso la noticia de que la provincia vacunó a personal de Cultura que no tenía la edad ni presentaba enfermedades de base, encendió todas las alarmas. Ahora se investigarán responsabilidades. Parece que el gobierno lo frenó a tiempo. Se tiró arriba de la granada y amortiguó la deflagración.

La cara de fastidio del presidente será de vaya saber qué oportunidad, pero viene muy bien para sintetizar todo el cuadro, como habitualmente hacen los memes con originalidad y -muchas veces- inteligencia y sentido del humor. Es que la certificación de la presencia de la segunda ola de coronavirus en el país vuelve a sacudir la agenda. Ni siquiera dio tiempo a concretar la reunión entre el presidente y el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta porque se confirmó el positivo de Fernández. Allí se iban a definir los pasos a seguir en la capital federal. Habrá que esperar el zoom entre los funcionarios y las definiciones. Lo mismo con los gobernadores para ver la marcha de las decisiones ante el incremento de contagios. Sobre todo después del fin de semana santo que movió a millones de argentinos por el país en un escenario que, de antemano, era inexplicable para los expertos. 

Alberto Fernández amagó varias veces con ampliar la agenda para el lado de la reforma judicial, la negociación con el Fondo Monetario Internacional, la elevación de los topes para Ganancias. Lo mismo que el gobernador Omar Perotti que quiere empezar a hablar de obra pública, que tendrá buen despegue en estos meses y de las autonomías municipales. De igual modo el intendente Pablo Javkin que presentó públicamente el nuevo Código de Convivencia e introdujo el debate por el Alcohol Cero para los conductores. Pero no hay caso, el virus vuelve a arrastrar a todos al monitor que muestra las cifras de los infectados, el RT que pasó largamente el tope de 1 y las camas críticas disponibles. Es como un revival que hace doler la cabeza, afiebra y da miedo. De las elecciones de este año, ni siquiera se puede hablar del calendario.

En Rosario, el panorama ya es preocupante, como en todos lados. El sábado no sólo se confirmó la muerte del primer paciente contagiado con la peligrosa cepa Manaos (una mujer de Rafaela de 66 años y con comorbilidades); sino que se detectó la presencia de esa misma cepa y otra llamada Nueva York en Funes y Rosario. Los pedidos de hisopados por síntomas o contactos estrechos comenzaron a crecer vertiginosamente en los registros de los hospitales públicos y desde el viernes en los teléfonos de las obras sociales.

La gente se escandalizó por la “bajada” de los médicos recién recibidos que se concentraron en gran número, sin barbijo y sin distancia, en la playa de Rosario. Es real, los jóvenes se cuidan
poco. Pero esto no demuestra que los más grandes están haciendo lo correcto. Siguen las reuniones sociales de adultos, quizás con menos gente, pero sin garantizar demasiado el distanciamiento social, el uso de barbijo y la ventilación de los ambientes. Es más, son los adultos los que en su gran mayoría decidieron irse de vacaciones y en familia aún frente a la advertencia de todos los expertos sobre el peligro de movilizarse ante la inminente llegada de la segunda ola de la pandemia a estas tierras. Como lo sintetizó el secretario de Salud municipal
Leonardo Caruna: “Al barbijo bien puesto no lo atraviesa ninguna cepa”.