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A pesar de que las elecciones deberían realizarse en 2020, la conservadora Theresa May anunció de manera sorpresiva que llamaría a elecciones generales anticipadas para el 8 de junio de este año. La convocatoria, que luego fue votada por el parlamento, significa la elección de una nueva composición legislativa y de un nuevo primer ministro.

Por su parte, Jeremy Corbyn, líder del partido Laborista -primera fuerza de la oposición- anunció su apoyo a la decisión de la jefa de gobierno.

Debe aclararse que estas situaciones se encuentran perfectamente encuadradas dentro de las reglas de juego de los sistemas políticos parlamentarios. Pero la inquietud que aflora detrás del anuncio es ¿qué busca la primera ministra del Reino Unido al anticipar las elecciones?

Negociar el Brexit

Theresa May sucedió a David Cameron al frente del gobierno en julio de 2016, después de que la mayoría de los británicos votaran en un referéndum a favor de abandonar la Unión Europea (UE), opción conocida como “Brexit”. Desde entonces, tanto ella como su equipo habían rechazado la posibilidad de llamar a elecciones anticipadas. El principal argumento era que el clima de turbulencia provocado por el Brexit no era apto para agregar además la incertidumbre de nuevas elecciones. Además de eso, un recambio político podría provocar mayor inestabilidad política y económica durante las negociaciones de desconexión de la UE.

Las especulaciones de la política doméstica también hacían suponer a los referentes del partido conservador que el laborismo contaba con escasas posibilidades de recomponerse antes de 2020 y que por tal motivo no era necesario que May y la mayoría conservadora revalidaran su legitimidad en las urnas.

Pero justamente la otra cara de esa lógica política hizo comprender a los conservadores que la mayoría que ostentan es bastante frágil, que hay un grupo de parlamentarios de segunda fila con suficiente poder para limitar las acciones de gobierno y que las negociaciones por el Brexit reclaman un gobierno fuerte y sin las manos atadas para enfrentar una dura negociación con la UE.

El dato que terminó de inclinar la balanza fue el de los sondeos de opinión. Pese a que las campañas electorales pueden resultar impredecibles, las encuestas sugieren que actualmente los conservadores podrían obtener una amplia victoria. Concretamente, un sondeo del diario The Guardian y la empresa ICM publicada el mismo martes que May anunció que habría nuevas elecciones, situó a los conservadores al tope de las preferencias y 18 puntos arriba de los laboristas.

Si esos cálculos no fallan, con una mayoría conservadora fortalecida May vería su figura reforzada ante el parlamento y ante la UE para negociar una salida del bloque más ventajosa para el Reino Unido. Sin embargo, las elecciones no están exentas de riesgos.

Puede fallar

El líder laborista, Jeremy Corbyn, recibió el anuncio con entusiasmo y aseguró que frente a las elecciones su partido "ofrecerá al país una alternativa efectiva a un gobierno que no pudo reconstruir la economía, que provocó la caída del nivel de vida y aplicó recortes dañinos". Corbyn intentará confrontar a los británicos con los ajustes fiscales que desde hace tiempo llevan adelante los conservadores. Sin embargo, su perfil socialista le quita adeptos hasta en el seno de su partido y las elecciones encuentran a los laboristas en un clima de división interna y de debilidad histórica en las encuestas.

Por su parte, la primera ministra de Escocia, Nicola Sturgeon, convocó a defender su nación. En su mayoría, los escoceses no están de acuerdo con abandonar la UE, e incluso se mantiene vigente la amenaza de convocar a un nuevo referéndum para que Escocia pueda separarse del Reino Unido, para ingresar luego al bloque comunitario. En las últimas elecciones, el partido de Sturgeon se alzó con casi la totalidad de las bancas parlamentarias correspondientes a Escocia.

También para el partido Liberal Demócrata estas nuevas elecciones pueden ser una oportunidad. Su líder, Tim Farron, defensor de la permanencia del Reino Unido en la UE, entiende que las elecciones suponen una posibilidad para cambiar la dirección del país. Espera alentar a que los votantes opten por mantener al Reino Unido en el mercado único e intenta capitalizar la representación de quienes desean un país abierto, tolerante y unido. Sin embargo, su postura parece casi utópica dado que la discusión política no gira en torno a si el Brexit debe o no llevarse a cabo, sino en cuán rígida o flexible debe ser la salida. En este contexto, los liberales demócratas aparecen como una opción viable para aquellas personas que no aprueban la desconexión británica.

El partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP por su sigla en inglés) representa a los sectores más reaccionarios de la sociedad británica y espera capitalizar en la compulsa electoral el mensaje eurófobo y xenófobo que impactó tan efectivamente en el electorado al momento del referéndum que determinó el Brexit. Pero aunque pudiera crecer en cantidad de votantes, el UKIP tiene escasas posibilidades de obtener una representación parlamentaria de peso.

Un aspecto a tener en consideración es el posible hartazgo de algunos sectores de la población ante la quinta convocatoria a elecciones en menos de tres años. Recuérdese que en septiembre de 2014 se produjo el referéndum para decidir la independencia de Escocia, en mayo de 2015 las elecciones generales que ganaron los conservadores, en junio de 2016 el referéndum para decidir la salida de la UE, las elecciones locales de éste año y las que se realizarán en junio.

En última instancia el éxito o fracaso de ésta maniobra política podrá juzgarse en virtud de si May logra que su partido obtenga más escaños que los que tiene actualmente.

¿Pueden las nuevas elecciones detener el Brexit?

Es prácticamente imposible que eso suceda. El proceso de desconexión ya comenzó formalmente el 29 de marzo y ésta convocatoria electoral definirá solamente el modo en el que se llevará a cabo. Una amplia mayoría le permitiría a May sortear los obstáculos que los miembros de su partido o los laboristas menos favorables al Brexit pudieran poner en el camino de salida de la UE, así como los miembros de la Cámara de los Lores, donde la postura de permanecer en la UE es mayoritaria.

Un éxito electoral le daría a May vía libre para imponer un “Brexit duro”, que supondría dar más relevancia en las negociaciones al control de la inmigración en vez de poner el acento en la permanencia dentro del mercado único europeo, objetivos incompatibles entre sí en virtud de las exigencias de los líderes continentales.

Otras visiones afirman que una mayoría amplia permitiría a la primera ministra hacer concesiones a la UE sin tener que enfrentarse a los parlamentarios ultraconservadores de su partido que tienen una visión rupturista acerca de la salida británica de la UE.

Finalmente, cabe decir que el resultado de las elecciones y sus potenciales consecuencias son difíciles de prever a la luz del abismo existente entre las predicciones de las consultoras de opinión y el voto definitivo de la ciudadanía. Así lo enseñaron las últimas elecciones en los Estados Unidos y en Europa.