Cualquier peronista a quien se pregunta quién fue Irma Roy, no tiene dudas al expresar su respuesta: un símbolo de la democracia. La reconocida actriz y política falleció este martes, apenas cuatro días después de haber cumplido 84 años, en el porteño Sanatorio Agote, donde se encontraba internada desde hace 10 días a causa de un accidente doméstico.

Su carrera artística la inició en 1940, con sólo 8 años, y no paró de actuar en cine y en teatro, donde compartió cartel con figuras del espectáculo como Nelly Láinez, Pepita Muñoz, Jorge Luz y Zelmar Gueñol.

En los años 60 la desgracia le llegó con la muerte de su primer marido, Eduardo Cuitiño, pero supo reponerse y cosechar el éxito protagonizando el dramático romance Simplemente María, que le valió la popularidad.

Después de su salto a la fama, Roy encabezó multitud de producciones televisivas y hasta 13 cinematográficas. Después de casarse con el periodista Osvaldo Papaleo, ambos sufrieron la presión del gobierno militar tras el golpe de Estado de 1976, por lo que debieron exiliarse hasta 1983.

Con la asunción de Raúl Alfonsín regresaron al país, pero después de protagonizar DNI (La otra historia), dejó su carrera interpretativa para dedicarse de lleno a su otra pasión, la política.

En ese papel, uno de los más recordados de su vida, integró la lista de diputados y de legisladores del justicialismo cuando el país recuperó la democracia. Además, fue una de las impulsoras de la ley de cupo femenino y entre sus proyectos se distinguen los cambios que propuso para la ley de adopción y la creación de la ley de violencia familiar.

Diputada nacional, representó desde finales del 2001 y hasta diciembre de 2005 a la Capital Federal por el Partido Justicialista (PJ). Fue varias veces diputada nacional y desde el 2000 al 2001 fue legisladora porteña. Fue presidenta de la Comisión de Cultura y vocal de las Comisiones de Defensa del Consumidor, Análisis y Seguimiento de las Normas Tributarias y Previsionales y de la Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia.

En 2004 se la pudo apreciar de nuevo en la actuación durante un breve rol en un radioteatro: Tal como somos, con Nelly Prince. Volvió a la televisión con Amor en custodia, donde encarnó a Mercedes Achaval Urien, con altos picos de rating. En 2008 protagonizó Flores de acero, que se mantuvo varias temporadas en el teatro El Nacional actuando con su única hija, Carolina Papaleo, y Nora Cárpena, María Rosa Fugazot y Norma Pons.

Hasta hace unos meses, integraba el elenco de la Compañía Porteña de Teatro Clásico, dirigida por Daniel Rodríguez Viera, protagonizando las obras No hay que llorar y Los árboles mueren de pie. Todo un epitafio para la despedida de esta mujer que escribió algunos tramos de la historia argentina del siglo XX desde el oficio dramático y el de la política.