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La prueba más contundente de que separar los productos de higiene es esencial está en esta nota. Y no es un invento: es una historia real de algo que le ocurrió a una mujer en Europa del Este y que subió como la espuma (valga el chiste) en las redes.

Resulta que esta mujer se estaba preparando para una fiesta y quiso aplicarse en el cabello un poco de espuma para dejarlo perfecto. Pero al parecer la botellita del producto estaba muy cerca de otro que nada que ver: espuma de poliuretano de su marido, trabajador de la construcción.

Despistada, la señora agarró este último y se lo echó a placer: mejor que sobre que no que falte debió pensar. Pero claro, este producto en forma de espuma es el que se usa para rellenar huecos en la construcción y forma casi instantáneamente una masa sólida que triplica su volumen.

Total que al final la mujer, de quien no han trascendido más datos, debió acudir a la emergencia para que la ayudaran a quitarse de encima tremenda creación.