Los comercializadores de Pepper, el primer robot fabricado capaz de comunicarse con personas e interpretar sus emociones, debieron advertir que el simpático androide no está pensado para tener relaciones sexuales.

Es decir que por más que haga ojitos tiernos, carita de ingenuo y tenga expresiones amorosas, no pretende tener sexo con ningún humano. Sí, eso es un “no” rotundo, nerds.

La primera tirada del autómata concebido para uso doméstico, de 1.000 ejemplares, se agotó en un solo minuto tras salir a la venta en el país asiático. Pepper, el robot con corazón, a la venta en Japón por 1.400 euros.

"El robot no puede emplearse para realizar acciones molestas, dañinas para otras personas o indecentes, como los actos sexuales", señala uno de los puntos del manual de uso del autómata, donde también se advierte de las posibles sanciones legales para los usuarios que incumplan estas condiciones.

Probablemente la recomendación llegó luego de notar el éxito de la primera tirada de 1.000 ejemplares del autómata concebido para uso doméstico, que se agotó en un solo minuto tras salir a la venta en el país asiático.

Además de comunicarse verbalmente, el robot es capaz de leer emociones humanas gracias a sus sensores y cámaras, y también puede compartir sus experiencias y aprender nuevas funciones a través de su conexión permanente a la nube. El autómata se emplea desde el año pasado como dependiente en establecimientos de Nescafé y Softbank en Japón. La compañía nipona de telecomunicaciones planea sacar a la venta próximamente una nueva tirada del robot, además de venderlo también en el extranjero.