La cantante italiana, Loredana Bertè, quién fue la mujer del ex número uno del mundo, el tenista sueco Björn Borg, escribió su autobiografía donde le dedica varios capítulos a su antiguo compañero.

El ganador de once Grand Slam obtuvo en su época de gloria entre la década de los 70´y los 80´ alrededor de 4 millones de dólares, pero sus vicios lo llevaron a la ruina. 

En sus páginas, Loredana, habla de la relación del exjugador con drogas, de orgias, armas de fuego y hasta de intentos de suicidio. "Al inicio de los años 90, su obsesión por la cocaína se había vuelto irremediable. Se había convertido en un peligro social. En Milán, Borg pedía droga a cualquiera que pasaba por la calle. No le importaba nada, ni la reputación, ni las consecuencias. Un día, cuando estaba en condiciones precarias, para evitar un escándalo, lo llevé con unos amigos transexuales y les pedí que los cuidaran al menos por unos días. Pague todo yo para que se lo llevaran de allí”.

En su relato, la cantante también cuenta que Björn se había convertido en una marioneta con gafas de sol. Un hombre perdido, una ruina, que le pedida constantemente dinero en efectivo para sus vicios. “No cambiaba, siempre era lo mismo. En el 89 intentó suicidarse y se salvó por una limpieza de estómago. Además, entre nosotros hacíamos juegos extraños, una vez me metió una pistola en la boca para jugar a la ruleta rusa, en otra ocasión para demostrarle que yo también era capaz de tirar la casa por la ventana, me metí cien barbitúricos".

Y cuando la pareja ya no tenía más nada que decirse y estaba todo acabado, para intentar encontrar una pulsión erótica, el extenista, le pedió que probaran teniendo sexo con otras personas. “Para cumplir su fantasía, Borg eligió un hotel en Palm Springs, alquiló todo el segundo piso para llenarlo de prostitutas. Pidió personalmente a recepción que se aseguraran de traerle chicas muy putas. Yo fui muy seca y me fui de allí a dormir a otra habitación”

Pero eso sería el fin: “A la mañana siguiente pedí una limusina para irme, me fui a Los Ángeles, a un hotel donde tire el televisor al suelo, descolgué el teléfono y me quede en la cama con los ojos llorosos. Todo había acabado, para siempre. Sin saberlo, Bjorn Borg, el gran chico sueco con el que había soñado para sublimar el amor perfecto, se había perdido mucho tiempo atrás".