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Fueron a las comisarías y les dijeron que sus hijos no estaban ahí. Los medios oficialistas las ignoraban y difundían noticias falsas. El Estado les prometía respuestas que nunca llegaron. Se cansaron de golpear puertas de oficinas y salieron a la plaza. Se juntaron en ese espacio público que nadie esquiva. Bajo la consigna “vivos los llevaron, vivos los queremos” pudieron transmitirle al resto de la sociedad el infierno que vivieron y viven sus hijos desaparecidos. Esas madres de Ayotzinapa, junto a sus familiares y compañeros, se juntan con las otras madres. Las de acá. Las que hace casi cuarenta años, también fueron a la plaza y no se fueron de ahí hasta hoy.

Este jueves por la tarde, los familiares y compañeros de los desaparecidos en Ayotzinapa marcharán junto a las madres de la Plaza 25 de Mayo, para pedir lo mismo, pero en épocas distintas.

Francisco Sánchez Nava, estudiante de la escuela normal de Ayotzinapa y compañero de los alumnos desaparecidos, Hilda Hernández y César González Contreras, madre y padre de César Manuel González Hernández; Hilda Legideño, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño, estuvieron en Rosario para brindar su testimonio y fortalecer el pedido de justicia por los jóvenes secuestrados. La visita a la cciudad se enmarca en una “caravana” por Sudamérica, que pasará por Argentina, Uruguay y Brasil.

 

¿Qué pasó en Ayotzinapa​?

Ayotzinapa es una localidad del estado mexicano de Guerrero, localizada al costado de la ciudad de Tixtla de Guerrero, capital del municipio del mismo nombre. El pueblo es sede de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, donde concurren más de quinientos mexicanos para aprender a enseñar.

La noche del 26 de septiembre de 2014, tres colectivos repletos de estudiantes de la escuela normal retornaban a su hogar luego de una actividad de “boteo” (evento donde los estudiantes recaudan dinero pidiendo colaboraciones a los automovilistas que circulan por la ruta). En un momento del trayecto, algunos jóvenes tuvieron que descender del ómnibus que los trasladaba para retirar del camino a un automóvil de la policía municipal vacío que estaba cortando la ruta. Al bajar del micro, los alumnos de la escuela normal de Ayotzinapa quedaron en medio de una balacera. 

“Somos estudiantes, no nos disparen. Bajen las armas”, la frase del estudiante sobreviviente pareció salir desde el barrio Ludueña, donde en 2001, Claudio “Pocho” Lepratti era asesinado por una bala policial, en la terraza de una escuela.

“Queremos negociar para que digan que no fuimos nosotros”, dijo un agente municipal, luego de herir a varios jóvenes. “Nosotros nos negamos y le solicitamos ayuda, que fue negada”, comentó Francisco Sánchez Nava, que pudo escapar de la masacre. “Luego del primer episodio llamamos a la ambulancia porque había compañeros con graves heridas. Llegaron algunos medios y la ambulancia, pero también llegaron más municipales”, señaló el estudiante.

El segundo tiroteo de la noche duró más de veinte minutos, algunas víctimas lograron escapar y refugiarse en la casa de una vecina de la zona. “Esto les pasa por vándalos. Si son hombrecitos se las aguantan”, afirmaron los militares del batallón 27 que también se sumó al operativo. 

El violento despliegue de la policía local dejó un trágico resultado: Seis muertos (uno de ellos, Julio César Mondragón, con signos de tortura y con los ojos arracados), cinco heridos de gravedad (uno en estado vegetativo) y 43 personas desaparecidas.

Antecedentes y desidia política

El 12 de diciembre de 2011, la policía estatal rompió un cordón humano realizado por normalistas en la Autopista del Sol, que conecta la Ciudad de México con el puerto de Acapulco. En el enfrentamiento, dos estudiantes murieron por impactos de bala.

“México es un país donde los policías municipales se dan el gusto de matar a los campesinos. De matar a personas que levantan la voz”, señaló Francisco. Los alumnos de escuelas rurales se muestran cansados del “pisoteo” que se realiza sobre la gente pobre. Según relató Sánchez Nava, el gobernador de Guerrero “quiere desaparecer la escuela de Ayotzinapa” porque la institución es “cuna de conciencia”.

El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, se reunió con la familiares y les prometió esclarecer el hecho y devolver los jóvenes a su hogar. “Peña Nieto nos prometió diez puntos y no cumplió ninguno”, explicó el padre de César Manuel González Hernández y agregó: “El gobierno nos mató varias veces, difundió información falsa. Dijo que se habían encontrado los cuerpos de nuestros hijos en unas fosas, pero gracias a especialistas argentinos supimos que eran huesos de animales”. La falta de compromiso y decisión política pareció quedar clara cuando el presidente azteca pidió no quedar “atrapados” en los hechos del 26 y 27 de septiembre pasado.

 

Esta vez las madres no estuvieron solas

“La gente nos pregunta si tengo miedo. Yo les respondo que se llevaron a mi hijo y se llevaron mi miedo”, César González Contreras. Los padres y madres de los estudiantes desaparecidos salieron a buscar a sus hijos de forma inmediata por las comisarias de la zona. La respuesta de las autoridades policiales fueron las mismas que recibieron las madres de plaza de mayo en el 76, los estudiantes no estaban presos, estaban desaparecidos. “Hay una comisión de padres que se dedica a buscar a los chicos. Lo hace a lo largo de todo México”, afirmó Hilda Legideño, madre de Jorge Antonio Tizapa Legideño. 

“Sabemos que nuestros hijos están vivos y seguiremos luchando” Hilda Hernández (madre de Césa Manuel)

Dos generaciones, el mismo dolor la misma lucha

En el primer piso de La Toma, los familiares y un sobreviviente de la masacre de Ayotzinapa expusieron sus vivencias y experiencias de lucha frente a una multitud. Entre el público se encontraban docentes de Amsafé, militantes de diversas agrupaciones sociales, representantes del Museo de la Memoria, los ex combatientes de Malvinas y Norma Vermeulen, un referente de las Madres de Plaza 25 de Mayo. Al finalizar la conferencia, cuando los asistentes empezaron a dejar el centro cultural, Norma tomó su bastón y caminó en dirección a donde se encontraba Hilda Hernández, madre del desaparecido César Manuel González Hernández.

Casi sin mediar palabra, ambas ya dijeron y lucharon demasiado, la madre de Osvaldo Vermeulen (desaparecido en 1977), abrazó a Hilda y le entregó el pañuelo de las madres de plaza 25 de mayo. Esa privilegiada distinción que sólo recibieron unos pocos y que tanta lucha lleva en su tejido. 

 

Actividades en Rosario

El jueves 21, a las 9 en Presidente Roca y el río, se pintará un mural en homenaje a las víctimas de Ayotzinapa. Por la tarde, a las 17, se realizará la tradicional ronda en la plaza 25 de mayo, junto a las madres.

El viernes 22, a las 18, los familiares marcharán desde la plaza Pringles hasta la Facultad de Humanidades y Artes, donde se llevará a cabo un acto con cierre musical. Por la tarde, a las 15, habrá una jornada especial en el comedor San Cayetano de barrio Ludueña.