“Con esta semilla te otorgo, oh Padre, la semilla de la vergüenza, para que el calor humano alcance por fin tu nombre”. Con la fuerza de esta frase comienza la autoficción que escribió Virginia Ducler, quien a lo largo de tres sueños narra la pesadilla menos pensada: un linaje kármico desde el bisabuelo cafisho de las prostitutas de “Zwi Migdal” en la zona portuaria rosarina, que continuó con abusos de poder de los hombres de la familia, para sanar desde el recuerdo, el decir y su pluma esa historia familiar.

Virginia tiene un halo efectivamente virginal, aunque la historia de su vida se parece más a un infierno. En un contexto donde asegura no haber podido recordar todo “sin una escucha social con la red de mujeres” que hay a partir de la ola del Ni una menos, aseguró ser “parte de un cambio social”, y lo es desde el personalísimo relato que fue escribiendo a medida que recordaba en 2016.

La escritora y editora rosarina hará la presentación oficial de su libro "Cuaderno de V" (editado por Mansalva) donde relata su infancia signada por los abusos de su reputado padre letrado. Un relato necesario, que ya hizo ruido en el núcleo del fenómeno editorial feminista, y que dejará huella indudablemente entre los títulos en torno a la temática. La cita es en la Biblioteca Argentina, Pje. Álvarez 1550, 4to piso a las 18 con entrada libre y gratuita.

Virginia no habla desde el odio ni la venganza, asegura. Habla con un hilo de voz como si estuviera en la sala de espera de un hospital, se acaricia el pelo dorado con dulzura, como si nada le pesara ahora. Sigue sanando mientras relata la historia por la cual decidió ser escritora, por la que toda su vida se preparó inconscientemente. Hasta 2016 ella recuerda haber “tenido problemas vinculares y emocionales, épocas con ataques de pánico, adolescencia con incontinencia". Y por estas características sus padres la tildaban de loca y la medicaban. Nadie sospechaba que detrás de estas manifestaciones el cuerpo gritaba lo que padres (y el olvido de la primera infancia) obligaban a callar.

Una vez que destapó la olla, el vapor de aquella lava salió a caudales, dejó hablar a ese cuerpo, y sus manos tomaron nota con el veloz tecleo de su notebook, anotaciones en papeles, y conversaciones con su hermano Federico, quien también se permitió recordar, y ambos recordaron con detalles el tremendo acto de haber sido abusados cada uno a sus cuatro años, mientras su madre “limpiaba las huellas, le limpiaba la camisa a la muerte”.

Para escribir esta novela Virginia explicó que hizo “un proceso de desdoblamiento”. Relató: “Me metí en la cabeza de la nena, me enojé mucho conmigo misma al recordar, como hizo Hamlet cuando leyó sus crímenes y muere. Pero descubrí también que a los ocho años, (aunque no recordaba haber sido abusada a los cuatro), me senté en un cantero y me prometí que esto se lo iba a contar a todo el mundo, aunque no sabía bien qué significaba ‘esto’. Por eso elegí estudiar Letras. Toda mi vida me preparé para esto, romper el pacto de silencio familiar”.

Agregó luego que una vez descubrió a su abusador y se lo contó a su mamá: “Junté pruebas y no me creyó, y ese fue el fin de mi inocencia. Para escribir esta novela ficcionalicé la muerte de mi madre, sino no hubiese podido, porque decidió no escuchar a sus hijos, no defenderlos”.

Recordó en diálogo con Rosarioplus.com aquel momento bisagra: “Federico me pasó a buscar con un traje y unos ramos de flores y me dijo que ése era el día de nuestra independencia. ‘Viene de generaciones y nos tocó a nosotros’. ¿Y las flores?, le pregunté. ‘Nos sirven como escudo’, respondió. Fuimos a la casa de nuestros padres a encararlos, Federico se paró frente a mi padre que miraba la tele y le dijo ‘¿por qué me violaste papá?’. Yo agregué que a mí también, pero él lo único que respondió fue ‘abuso sexual, no’. Y nos fuimos de su casa”.

Luego de aquel momento, Virginia escribió y escribió, enfermó, le ardía el pecho y el cuello, se encerró meses, y parió su libro “Cuaderno de V”. Lo envió por mensaje de Facebook a la cuenta de la Editorial Mansalva, con una breve introducción, y sin conocer un contacto. El editor le respondió emocionado que leyó su historia, y que la iba a publicar.

Unas pocas semanas antes de salir publicada en abril de este año, el hijo mayor de Virginia recibió en su casa una carta documento del correo, donde el padre de ella la demandaba por calumnias e injurias. “Mi hijo leyó acusaciones tremendas, de que soy una drogadicta y una loca, que no entiende cómo pudieron junto a mi madre parir un monstruo”.

Tras la publicación, su padre se enteró y asustado comenzó a difamarla con cada familiar y conocido que tenían: “Les decían a todos que soy loca y drogadicta para que no creyeran lo que escribí”. Virginia debió atravesar un proceso judicial, donde su hermano Federico ofició de abogado, y su padre, el letrado demandante era su propio abogado.

“Es una tragicomedia digna de una película, y no cierro la idea de realizarla. Tengo una cineasta argentina en la mira”, aseguró. En septiembre el padre de Virginia murió, y la causa en poco tiempo proscribirá.

Adelantó a este medio que ya se encuentra escribiendo una secuela, y que en 2020 publicará con UNR Editora el libro ‘Soy uno que llora’, que es “una especie de precuela que en realidad estaba escrita desde 2010”, y que toma su vida como materia prima. Transcurre un día en una quinta con personajes familiares y la voz de un abuelo fantasma.

El libro “Cuaderno de V” se puede conseguir en Paradoxa, Buchín, Oliva, Mal de Archivo, Homo Sapiens y Juguete Rabioso.