Newell's metió dos de dos y empezó a encender una prematura ilusión en los hinchas leprosos. No pasa sólo por haber logrado los seis puntos en juego y de visitante, lo que lo deja primero de la zona, sino porque se percibe que algo nuevo se está gestando de manera solida, sin fórmulas complejas, y con nombres propios. 

El Newell's que dirigía Gabriel Heinze era un equipo sin ideas, o, al menos, el técnico las tenía en la cabeza pero nunca pasaron a los pies de los jugadores. Generaba desesperación en los hinchas cuando llegaba a ¾ de cancha y se apagaba y no sabía qué hacer. Así los goles no llegaban.  

Gustavo Larriera parece ser un DT normal, práctico, sin demasiadas pretensiones por más que presuma ser seguidor de la escuela bielsista, que apostó por hacer un equipo que salga de memoria; con una defensa que no erre y desde ahí sea sólida; un medio fuerte con dinámica con Rodrigo “Pitbull” Cedrés y Francisco Díaz, y eje en Ever Banega para mover los hilos; y un centrodelantero que la mande a guardar, más allá de rebota o se sacrifica por el equipo. Se le suma la cuota de velocidad e improvisación de Brian Aguirre, quien tiene el desafío de volver a ser el endiablado de hace unos meses. 

En la victoria contra Lanús jugó un primer tiempo prolijo y ordenado, que supo conectar y concretar, algo que le era muy esquivo. El segundo gol es el ejemplo. En el complemento sacó ventaja, pero en lugar de manejar la pelota y la mantener la diferencia, se quedó. Pudo sostenerse, pero no le sobró. Se notó un equipo cansado en los últimos 20 minutos, una luz amarilla. 

X de Newell’s Old Boys

El mercado de pases parece haber sido un acierto, con jugadores que no demuestran necesitar adaptación, que llegaron, jugaron y hasta rindieron en lo poco que se disputó. Piezas bien elegidas, ajustadas a la necesidad del equipo, y que van en camino a adueñarse de esa porción del campo. El arquero volvió y no admite discusión, importante que ese puesto no genere ni un murmullo. Y tiene dos refuerzos de jerarquía que hacen la diferencia: Banega y Ramírez.

Otra característica que se observa es que están bien delimitados quiénes son titulares y quiénes reemplazos. Sin embargo, el banco de suplentes es corto y no hay nadie que despierte expectativas para eventualmente cambiar el rumbo de un encuentro. De hecho, faltan puestos. Pese a esto, algunos parecen ser jugadores que pueden cumplir su rol o incluso compensar esa carencia de jugadores. Contra Lanús, Lionel Vangioni cumplió de volante interno.

Claro que todo es prematuro y tiene enfrente varios aspectos que consolidarán o derribarán esta ilusión leprosa. Por empezar, deberá hacerse fuerte de local y no perder puntos tontos que signifiquen empates sin sabor. También será clave la reacción que tenga ante momentos adversos que deba reponerse. Y el mojón clave será el clásico frente a Rosario Central en la séptima fecha en el Coloso donde el rojinegro no gana desde hace mucho y una victoria podría ser un impulso. 

"Debemos ser prudentes, pero está bien que el hincha se ilusione", se sinceró Banega. De nuevo: es prematuro, pero la ilusión no le hace mal a nadie.