Portugal se consagró por primera vez en su historia como campeón de la Eurocopa. Pero el héroe no fue Cristiano Ronaldo. Lejos estuvo de serlo. La figura del Real Madrid salió lesionado y cuando parecía que la definición entre lusos y franceses llegaría a los penales, apareció un goleador inesperado.

Eder, que había ingresado en el minuto 79, marco en el alargue el único tanto del partido y desató un festejo emocionante del plantel portugués.  No hubo duelo Cristiano-Griezmannm porque Dimitri Payet lo evitó. El delantero del West Ham acabó en poco más de un cuarto de hora con la que se suponía la gran atracción, la que había ocupado las tapas de los diarios en Europa desde que se supo la composición de la final. Con dos patadas durísimas, enterró los sueños del capitán portugués, que entre lágrimas tuvo que dejar el campo de juego.

Pero al final, CR7 tuvo consuelo. Sus compañeros lo hicieron posible con un esfuerzo colectivo que por momentos parecía no alcanzar.

Francia trató de aplicar el mismo plan que ante Alemania e Islandia, presión alta y velocidad. De inicio robó la pelota en campo contrario, pero no tuvo claridad ante la poblada defensa portuguesa y los lusos, que de salida ya no tuvieron apuro a la espera de su oportunidad, acusaron el golpe de la sustitución de Cristiano.

Portugal entendió que no le alcanzaría con defender y buscó la sorpresa en los últimos diez minutos. Hugo Lloris tuvo que responder a un remate de Nani y la consiguiente media volea de Quaresma, en el primer acercamiento de los de Santos en todo el segundo tiempo.

En los treinta minutos de Alargue Portugal revivió y comenzó a meterle el miedo en el cuerpo a Francia. Primero con un remate de cabeza de Éder, luego con un remate al travesaño de Raphael Guerreiro y, finalmente, con el cañonazo del delantero del Lille, que mete a Portugal, al fin, en la historia de un gran torneo y al atacante originario de Guinea-Bissau en el santoral de su país.