El nivel que alcanzaron los alquileres comerciales ya lastima a la gastronomía rosarina, debido a incrementos de hasta el 40 por ciento a la hora de la renovación contractual. Y eso es razón suficiente como para que muchos emprendimientos -en un rubro ya dinámico de por sí- hayan decidido cerrar para siempre. 

En esta reconfiguración forzoza del negocio de bares y restaurantes, el vendaval se ha llevado puesto algunos reductos clásicos de la oferta gastronómica de Rosario. Por ejemplo, el restaurante Capri, en Rodríguez y San Luis, cuyos dueños optaron por cerrar en vez de renovar contrato por una suma que consideraron excesiva.

El titular de la Asociación Hotelero Gastronómica (Aehgar), Rodrigo Pastor, señaló que el factor "locaciones" es un ingrediente fuerte en el cóctel llamado "suba de costos" que hace perder rentabilidad al sector. En el caso de Capri, Pastor dijo a Rosarioplus.com que el detonante fue “una cuestión inmobiliaria, debido a la renegociación del contrato de alquiler del local”. 

Sucede que un 95 por ciento de los bares y comedores rosarinos tienen entre sus gastos fijos el alquiler del local, “y cuando se llega a la renovación del contrato, viene con un aumento del 35 ó 40 por ciento, que hace imposible absorber el gasto”, precisó el dirigente gastronómico.

Un relevamiento realizado días atrás por el Centro de Estudios Metropolitanos Concejalía Popular confirmó esta percepción de los gastronómicos. Luego de señalar que hay en Rosario unos 1.562 locales comerciales cerrados (el pasado había 918), el informe indica que de los negocios que cesaron, en el 42,5 por ciento de los casos la razón principal fue el costo del alquiler. Luego, el 31% afirmó que la razón principal fue la caída de la rentabilidad, y para el 20,5% el motivo fue el tarifazo de servicios.

De todas formas, Pastor aclaró que no hay una sola causa que lleve a tomar la determinación de dejar de funcionar, sino que es “una sumatoria de causas, por ser un rubro de por sí con una movilidad muy grande de aperturas y cierres, aunque no deja de llamar la atención que los clásicos cierren”.

Antes de la caída de Capri también cerró otro restaurante que supo hacerse de una marca en mercado rosarino: La chernia, el chucho y la cholga, que desde la esquina de Mendoza y Juan Manuel de Rosas mandaba en la gastronomía de mariscos y pescados. Tras doce años de trayectoria, hace un par de meses cerró de repente y el local quedó en venta.

Pastor dijo que “aunque sea una pena la situación que haya llevado a estos dos clásicos a su cierre, no es una tendencia que se esté dando en la ciudad, pero las ventas no acompañan porque la gente para recortar gastos lo primero que deja de consumir son las salidas”.

Y de la misma forma que cada hogar administra su situación financiera, los comercios relacionados a la industria gastronómica no se quedan antrás, que según indicó Pastor, “lo que deciden quizás es dejar de pagar impuestos, porque los servicios de luz y gas, así como los insumos son los fundamentales”.

De todas formas el referente de Aehgar especuló que desde el sector cuentan con que se desacelere la inflación, y sumado a las vacaciones de invierno y los pagos de aguinaldo, el panorama se revierta en poco tiempo.