En la escuela no faltaba aquel que se la daba de revisionista ramplón cuando proponía imaginar a San Martín en el baño o a cualquier prócer en situaciones cotidianas, íntimas o domésticas. Y sí, era un ejercicio rudimentario para quitarle el bronce a los “prohombres” de la historia y retornarlos a su condición humana, de carne y hueso, como se suele decir.

Es lo que hizo, de una manera mucho más elocuente, la artista plástica italiana Cristina Guggeri, que produjo una serie de fotomontajes llamada a provocar murmuraciones. No tendrá la chispa de humor ácido de Charlie Hebdo, pero no por eso deja de impresionar verlo a Francisco I, a Barak Obama o la reina Isabel de Inglaterra, haciendo fuerza en privado como cualquier hijo de vecino.