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El ruido de la excavadora no parece perturbar a Mónica y Mabel. Tampoco el denso polvillo que vuela por el aire. Sentadas en una vereda que ya no existe, las dos mujeres disfrutan de una tarde de charla, mate y bizcochos. Cinco columnas y una reja negra separan las reposeras de las vías. "Desde acá vamos a ver la llegada del primer tren. Sacamos la primera fila", lanzan las mujeres con un tono socarrón al referirse al plan que tienen en mente para no perderse ningún detalle del "gran evento". La noche de gala incluye una cena a la canasta y al resto de los integrantes de las dos familias en una improvisada mesa de plástico.

La expectativa por la puesta en marcha del renovado Apeadero Sur, ahora bautizado Estación Rosario Sur -que se materializará esta noche a las 22.35 con el arribo de la formación que llegará desde Retiro- alcanza también a los comerciantes ubicados en la intersección de avenida San Martín y Batlle Ordoñez, un cruce muy transitado pero"olvidado" en el trazado urbano de la ciudad, según cuentan quienes allí trabajan y habitan.

Gustavo es el encargado de una ferretería que desde hace más de 20 años funciona a 40 metros de la estación. Está convencido de que el tren "reactivará la economía" de la zona, lo que generará "más trabajo y bienestar". Su esperanza es que a partir de ahora haya "más seguridad" para que el barrio vuelva a respirar una tranquilidad perdida. "Si se logra eso vamos a estar agradecidos de por vida al tren", asegura.

Osvaldo, un gomero que tiene su local por San Martín, dice no querer "festejar antes de tiempo". "Sin dudas que esto es un cambio radical para todos nosotros. Pero yo quiero ver que no sea todo una puesta en escena y que en unos meses esto sea otra vez tierra de nadie", aclara. La charla con este cronista ocurre en la vereda de su local, frente a un grupo de obreros que trabaja en la repavimentación de la calzada. "Esto sí es muy bueno -agrega señalando a las máquinas-, necesitábamos estas obras porque hacía años que no se invertía un peso en este lugar". 

La demora que lleva la obra (aún resta un 35% de lo planificado, según explicó este martes la intendenta Mónica Fein) no parece molestar a los vecinos. Algunos se quejan porque recién se intensificaron los trabajos en los últimos días, aunque la proyección a futuro deja las críticas en un segundo plano. Elsa cuenta que mastica su lengua cada vez que escucha un cuestionamiento por lo que falta por hacer. "Hay que pensar de donde venimos, esto estaba abandonado. Y ahora va a llegar nada menos que el tren. Yo creo que es algo fabuloso que hay que saber valorar", analiza la señora, que se acercó para "chismosear". "Al fin algo de prosperidad para la zona sur, era hora", agrega antes de pedir permiso a un inspector para llegar hasta las vías. 

Adentro de la estación la esperan más obreros y unos andenes todavía vírgenes. Pero Elsa sabe que la cuenta regresiva está en marcha. En cuestión de horas, el tren volverá a asomar su cabeza. Algunos privilegiados captarán la histórica foto. Mónica y Mabel ya tienen la cámara arriba de la mesa.