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El espacio destinado al reciclaje de chatarra electrónica está ubicado en el extremo sur de la ciudad. Ahí, un monitor obsoleto o un teclado en desuso se convierten en una oportunidad de capacitación y una salida laboral para jóvenes.

“Este es un espacio de trabajo, una oportunidad de aprender algo”, contó Javier, un chico de 17 años que es uno de los cinco protagonistas de este proyecto. Junto a él están Antonio (21), Ezequiel (17), Gustavo (17) y Eduardo (17). Todos ellos se encuentran a diario para trabajar luego de haber sido capacitados durante un año en separación de materiales y en reparación de computadoras, por el ingeniero en electrónica Eduardo Rodríguez, quien es el encargado técnico y uno de los gestores del proyecto.

Hoy encontraron en esta actividad una ocupación que les brinda una posibilidad de inserción social y un ingreso.

La capacitación dura un año, con un cursado de tres veces por semana, y abarca varios aspectos que incluyen las temáticas de residuos, desarmado e identificación de componentes y de equipos y – como última etapa - de reacondicionado, es decir, volver a poner en marcha las máquinas e instalarle los sistemas para que puedan ser utilizadas.

“Todos los meses recibimos lo que la Municipalidad junta en los distritos o en las jornadas de recepción de Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEES) de la Secretaría de Ambiente y Espacio Público. Se hace una primera selección, se identifican equipos que podrían volver a funcionar y todo lo demás se desarma: plásticos, cables, metales, cobre, aluminio”, explicó Rodríguez. Es a partir de estas actividades que los jóvenes consiguen su ingreso semanal.

Allí el plástico se desarma, clasifica, se lleva a moler y luego se vende a otros emprendimientos, como así también se reacondicionan las máquinas y luego se venden a particulares o a dependencias municipales.