POR GRACIELA MOLINA* 

Como Cuna de la Bandera, y a pesar de ser una sociedad un tanto necrofílica (casi siempre recordamos las fechas en las que ocurrieron las muertes), tenemos que celebrar con bombos y platillos el 27 de Febrero, recordando aquel de 1812 cuando Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano, en la Barranca de las Ceibas, le otorgó carta de identidad a nuestra nueva y gloriosa nación.

Se trata de esos mismos amados colores que se vieron tremolar en cada casa y abrazo cuando ganamos el último mundial de fútbol. El lábaro sagrado que orgullosos lucimos y nos dio una necesaria y oportuna alegría a los argentinos que nos unimos, sin banderías políticas ni religiosas, en océanos de personas dispuestas a brindar y brindarnos en fraternal encuentro.

¡Éramos por aquel tiempo alrededor de 400 habitantes! Pedro Blanqué, el precursor de las artes plásticas en Rosario, supo plasmar en el arte como un auténtico cronista gráfico la imagen de aquella gloriosa tarde. No hay más que llegarse al Museo Histórico Provincial “Dr. Julio Marc”, en el Parque de la Independencia, para apreciar ¡la monumental obra por él legada! Su nieta, Mercedes Blanqué de Rivas, querida vecina que vivió sus últimos años en 9 de Julio al 1800, supo mostrarme la correspondencia que mantuvo el talentoso español con el mismísimo Bartolomé Mitre, a fin de preguntarle, hasta ¡cómo eran los botones de los uniformes de los soldados! ¡Eso sí que es honrar la verdad histórica!

Los libros nos cuentan cómo se eligió la fecha para celebrar el Día de la Bandera que, antes de 1957 (cuando se inauguró el único monumento en el mundo que honra este símbolo patrio), se conmemoraba al pie de la estatua ecuestre que engalana el bulevar Oroño, en su intersección con Lugones. Y a propósito de este monumento, ¡cuánto le debemos a la colectividad italiana por haberlo erigido e inaugurado en 1928! ¿Habrán imaginado, tan siquiera, los amigos que se reunieron en la trattoría genovesa para rendirle un homenaje a Ángel Gallardo (sí, el mismo del Museo de Ciencias Naturales) cuando Alvear lo había nombrado ministro de Relaciones Exteriores, que el sueño de realizar dos monumentos idénticos, a ambos lados del Atlántico, se haría realidad?

Qué suerte tuvimos los rosarinos que Santiago Pinasco haya estado casualmente (hoy podemos decir, causalmente) …¡en Génova! El lígure oriundo de Costa D’Oneglia, don Domingo Belgrano y Peri, seguramente guiaba e inspiraba desde otro plano, el regalo que inmortalizaría en bronce a su inefable hijo. Aquí en Rosario también se recuerda con afecto al “padre de la criatura”. Una plaza en el Barrio La Guardia, sobre avenida Uriburu y Paraguay, lleva su digno nombre, gracias a la incansable gestión de la belgraniana Mirta Belmonte. 

Pero sigamos con el monumento a Belgrano en Rosario… Si hacemos una encuesta, ¿Cuántas personas cree que sabrán que su figura y la Bandera fueron fundidas con el bronce histórico que el Ejército Argentino por medio del general Pablo Richieri, donó del cañón Nº 618 bis (de 1775), de origen español, que era uno de los tomados a los realistas por Belgrano el 20 de febrero de 1813? Lo escribo gracias a haber leído una hermosa nota del cavaliere al mérito Della Repubblica D’Italia, Silvio Roberto Vacarezza, y lo transcribo con un único compromiso y condición: que cada lector lo repita, aunque sea a una sola persona. De esta manera, contándolo, se produce un beneficio a dos puntas: ya no se nos borra de la mente, y se difunde nuestra maravillosa y desconocida historia.

¿Quién los esculpió? Arnaldo Zocchi, el mismo autor del Cristóbal Colón de Buenos Aires. El de Génova se inauguró un año antes que el de Rosario. ¿Qué cosa, no? Parece que viene de larga data aquello de que somos más valorados en el exterior, que en nuestro propio terruño…

De todas maneras, la colecta realizada entre los italianos residentes en Argentina, encabezados por Pinasco, cumplieron su sueño y Rosario y todas las poblaciones vecinas que acudieron a la fiesta “tiraron la casa por la ventana” ese soleado día de octubre de 1928… Por supuesto, y como no podía ser de otra manera, no faltó el banquete en el Salón Marfil del Cifré.

Pero volvamos al motivo de esta nota. Festejamos el Día de la Bandera en la fecha en que murió su creador. ¿No es un injusto 2x1 que hacemos con Belgrano? ¿No estará siendo hora de un revisionismo? Afortunadamente la ministra Adriana Cantero ya anunció que se incluirá la fecha estival en el calendario escolar para que sea desarrollado en la currícula.

Muchos han dicho que no debiera festejarse en febrero por ser período estival, los niños están de vacaciones y las escuelas vacías. En ese caso, el festejo podría trasladarse al 3 de junio que fue cuando Belgrano llegó al mundo a mejorarlo, y no el 20, que es cuando lo dejó. Los que defienden la fecha impuesta, argumentan que fue el 20 “cuando pasó a la posteridad” pero otra vez –característica bien argentina- las gracias las dejamos para después que se haya muerto. “¡Era un grande!”, pero nunca se lo dijeron. “¡Fue genial!”, pero tampoco le dimos la felicidad de hacérselo saber…

Afortunadamente, algunas cosas están cambiando en nuestra amada ciudad. ¡Y habrá varios actos para honrar este 27 a nuestra Bandera! El oficial, temprano a la mañana, oportunidad en la que también se dejará inaugurada la plazoleta Catalina Etchevarría de Vidal (cuyos restos descansan en San Lorenzo, puesto que allí vivió sus últimos años). ¿Quién era esta noble mujer? La hermana del gran amigo de Belgrano, Vicente Anastasio Etchevarría, y quien lideró la costura de la primera azul celeste y blanca. Al parecer no hay fotos de ella joven (sí de cuando falleció, se estilaba fotografiar los cadáveres) y muchos historiadores cuando escriben sobre ella, colocan la imagen de Manuela Belgrano. ¡Cosas del copy & paste!

Hija adoptiva del españolísimo don Pedro Tuella y Montpesar (sí, la calle donde está el Club Náutico Avellaneda) vivió por calle Córdoba frente dónde está en la actualidad el Monumento a la Bandera (no olvidemos que por ese entonces había apenas menos de 50 propiedades entre casas y ranchos) pero no donde afirma el cartel que fue colocado en la pared del Liceo Avellaneda, alguna vez, la fastuosa propiedad de tres pisos que antes fue el Grand Hotel de Francia e Inglaterra. Otra fiesta gaucha está prevista en la zona del Parque a la Bandera, organizada por AFOA.

Y una tercera al pie del Monumento a Belgrano, a partir de las 17, en el Parque de la Independencia, donde se recreará aquel glorioso 27 de febrero de 1812, en un encuentro patriótico, ecuménico, popular y novedoso, organizado por las fuerzas vivas, al que han dado en llamar “Rosario por la Paz”. El encuentro, declarado de Interés Municipal por unanimidad en el Concejo, se realiza en el marco de los festejos por los 250 años de la llegada de la Virgen al Rosario (la misma imagen que visitó Belgrano y a quien siempre se encomendó con espíritu mariano) y también del Bicentenario de la Declaratoria de Ilustre y Fiel Villa, por el entonces gobernador brigadier Estanislao López. Y acá hay un dato muy pintoresco: las campanas de todas las parroquias tañirán al unísono a las 18.30, hora del primer enarbolamiento, para adherir con su repiquetear, a tan significativa efemérides. Y una caravana de automóviles y motos antiguas acompañarán el cortejo por 27 de Febrero (ex bulevar Rosarino) hasta llegar a Oroño (ex bulevar Santafesino).

La Capilla del Curato de los Arroyos de Nuestra Señora del Rosario, en Santa Fe de la Vera Cruz, ¡de parabienes este mes! ¡Enhorabuena!

*PERIODISTA